Según el último informe de Climate Scorecard (también publicado por el club de Kyoto), una ONG que realiza un seguimiento mensual de los esfuerzos realizados por los principales países contaminantes para implementar los objetivos del Acuerdo de París, «Italia ha apoyado directa e indirectamente los combustibles fósiles por 14,8 mil millones de euros en 2016 y 13,2 mil millones de euros en 2015», una contribución que está creciendo de forma totalmente inconsistente con la lucha contra el cambio climático y basadas en subvenciones concedidas tanto a la producción como al consumo, mediante la exención de impuestos especiales, descuentos y financiación a todo el sector del petróleo y del carbón. En lo que respecta a Italia, no se trata de un verdadero descubrimiento, puesto que ya estaba todo en blanco y negro en el Catálogo de subvenciones medioambientales publicado el año pasado por primera vez por el Ministerio de Medio Ambiente y en el que todos los incentivos económicos que afectan al medio ambiente son presentados en detalle por el Estado italiano. Resulta que Italia invierte cada año en subvenciones perjudiciales para el medio ambiente, 400 millones de euros más que los recursos destinados a estimular una economía más limpia.
Una posición que, al ampliar el campo de observación como ha hecho el Cuadro de Mando Climático, destaca cómo Italia está en buena o mejor «mala» compañía, dado que para todos los 20 principales países contaminantes las subvenciones a los combustibles fósiles ascendieron a 4,900 mil millones de dólares en todo el mundo en 2013, subieron a 5.300 millones de dólares en 2015 (más del 6,5% del PIB mundial), con subsidios al carbón, el combustible fósil más contaminante y que más cambia el clima, representando cerca de la mitad del total. En la actualidad, todos los países del G7 (Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón y la UE) se han comprometido a poner fin a estas subvenciones para 2025, mientras que los países miembros del G20 han anunciado que pondrán fin a todas estas subvenciones, pero aún no han fijado un plazo. Sin embargo, a la espera de este importante hito y a pesar de la entrada en vigor del Acuerdo Climático de París firmado hace más de dos años con la idea de comprometer a la comunidad internacional a frenar el calentamiento global «muy por debajo de» +2°C, las subvenciones siguen contribuyendo decisivamente al calentamiento global causado por las emisiones de CO2 de los combustibles fósiles «estatales».
Sin embargo, aunque tenemos cada vez menos tiempo para frenar el calentamiento global antes de que sus efectos se vuelvan irreversibles, la idea de un mundo más ecológico no parece imposible. Al contrario. El nuevo informe «Renewable Power Generation Costs in 2017» presentado en la octava reunión de la Asociación Internacional de Energías Renovables (Irena), celebrada en Abu Dhabi los días 13 y 14 de enero, muestra que para 2019 los mejores proyectos fotovoltaicos y eólicos ofrecerán electricidad a 3 céntimos de dólar/kWh o menos, muy por debajo del precio actual de 5-17 céntimos de dólar/kWh con la que se produce energía a partir de combustibles fósiles. En lo que respecta a Italia, Irena señaló que «este informe parece especialmente interesante en el contexto de la Estrategia Energética Nacional, que prevé un objetivo cuantitativo del 28% de energías renovables sobre el consumo total para 2030 y un objetivo eléctrico del 55% para 2030, así como el cese de la producción de electricidad a partir del carbón para 2025».
Las buenas noticias de todo el mundo también provienen de la energía eólica que ya está disponible para Irena al precio de cualquier otra fuente de energía: «Los costes globales medios de la energía eólica en los últimos 12 meses ascienden ahora a 6 céntimos de dólar/kWh (-23% desde 2010) y pueden alcanzar los 4 céntimos de dólar/kWh». Los costes de la energía fotovoltaica han disminuido un 73% desde 2010, con un coste de producción de energía constante durante toda la vida útil de la planta de 10 céntimos de euro/kWh, y se espera que disminuyan aún más para 2020. Las buenas noticias vienen de las centrales solares de Abu Dhabi, Chile, Dubai, México, Perú, México y Arabia Saudí, que gracias a las tecnologías cada vez más eficientes han registrado los costes más bajos de producción de energía solar en los últimos años, lo que equivale hoy a 3 céntimos de euro en kWh. Por último, los nuevos proyectos de bioenergía y geotermia puestos en marcha en 2017 también tenían un coste energético medio ponderado global de unos 7 céntimos de dólar por kWh. Según los datos proporcionados por todos los sectores analizados, para el año 2020 todas las tecnologías de energía renovable actualmente comercializadas competirán, e incluso lo harán a precios competitivos, por los combustibles fósiles con una producción de 3-10 centavos USD/kWh. Un resultado que para el director general de Irena, Adnan Z. Amin, marca un cambio significativo en el paradigma energético: «Estas reducciones de costes en tecnologías demuestran el nivel sin precedentes en el que la energía renovable está alterando el sistema energético global.»
La impresión, apoyada por los datos, es que el uso de fuentes de energía renovables para producir energía ya no es simplemente una opción «ambientalista», sino que también es una opción rentable desde el punto de vista económico. Por este motivo, incluso a nivel italiano, cabe esperar algunas promesas más de esta campaña electoral hacia un sector con amplios márgenes de crecimiento y excelentes perspectivas de mejora de los niveles de empleo, salud y protección del medio ambiente. ¿Llegarán?