Juan Diego Castro parecía tener allanado el camino para la victoria en las elecciones de Costa Rica, un candidato mal hablado, insultador y que pocas veces presenta pruebas de sus denuncias, ganaba en todos los sondeos representando al Partido de Integración Nacional.
La respuesta que le ofreció la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH) al presidente Guillermo Solís sobre el matrimonio igualitario a menos de un mes de las elecciones, convirtió el debate de propuestas de gobierno, en un combate para ver quién se oponía más y mejor al derecho al matrimonio para las personas del mismo sexo.
“Es inédito, nunca en un proceso electoral un tema religioso había ocupado un lugar tan preponderante al punto de opacar a otros como la crisis fiscal, la educación, desempleo o seguridad», dice Eduardo Ulibarri en diálogo con la BBC. Incluso, el abogado especializado en temáticas LGBTI Yashín Castrillo describe que en la sociedad costarricense “hay un monotema y ése es si se está de acuerdo o no con el matrimonio de parejas del mismo sexo”.
Ahora, algunas encuestas muestran como posible vencedor de las elecciones, al primero de los trece candidatos en oponerse al matrimonio igualitario, el experiodista, asambleísta y predicador de una iglesia evangélica, Fabricio Alvarado, candidato del Partido Restauración Nacional, claramente conservador y que pasó de tener en noviembre un 2 % de apoyo electoral a catapultarse a la preferencia.
Las posturas de Alvarado radicalizaron el discurso, forzando a posicionarse por la penalización del aborto, denostar una supuesta “ideología de género” y oponerse a la educación sexual en adolescentes, un camino de retroceso absoluto para la sociedad tica.
Este domingo se vota y el panorama es incierto, ya que ningún candidato supera el 22 % de los votos. Tanto la Iglesia Católica, como las evangélicas han disputado las calles para oponerse a la educación sexual y a los enfoques de género, permeando a la opinión pública con debates medievales.
El fallo de la CorteIDH que exige al Estado el respeto de todas las personas que deseen casarse, puso el dedo en la llaga en un momento delicado de la campaña electoral. Casi con seguridad de estas elecciones saldrán los candidatos para una segunda vuelta en la que se decidirá entre un Estado laico y un Estado teocrático.