Por Sergio Bastías
Con esta frase fuerza de que Ningún Ser Humano es ilegal, miles de activistas humanistas trabajamos y nos manifestamos alrededor del mundo, como voluntarios en contra del racismo, a favor de la inmigración y la libre circulación de las personas.
Con seguridad, casi todos los vecinos de la Villa Frei en la Comuna de Ñuñoa en Santiago de Chile, son descendientes de inmigrantes europeos, provenientes principalmente de España, Italia o Alemania. De hecho, un ejemplo de la ola de inmigración que se dio en el pasado hacia Chile, es el del abogado Marcelo Davico, quien investigó el origen de su familia en Italia. Su padre llegó en el barco Biancamano a Buenos Aires, para luego trasladarse a Chile con la familia de Demetrio Zunino. Sin embargo, muchísimos de los inmigrantes italianos que arribaron a Buenos Aires, eran alojados en el llamado «Hotel de los Inmigrantes» en Argentina, para que luego buscaran si ya tenían familia en ese país o resolvieran el modo en que podían establecerse.
Se estima que más de 50 millones de inmigrantes llegaron a América en ese período de tiempo. El catastro de los barcos con inmigrantes italianos llegados a Buenos Aires entre 1889 y 1930, se puede consultar en el sitio llamado Barcos de Agnelli, que incluye el nombre de todos los navíos y el listado de pasajeros arribados.
Así fue como finalmente Marcelo Davico pudo llegar a conocer años más tarde el pueblo de Volpeligno en Italia, donde nació su padre. En la pequeña ciudad de Tiglieto, cerca de Génova, en donde se crió su padre, lo conocían como «il Matoto».
Hoy, en la Villa Frei, se puede ver a tres inmigrantes haitianos diariamente. Están regando y haciendo aseo en el Parque Ramón Cruz y así como en el entorno del paseo peatonal. En la foto se puede ver de izquierda a derecha, a Mona, Wesley y Nene, que trabajan para la empresa VerdeSol.
¿Cuál será su historia y su destino? ¿Lograrán asentarse e incorporarse definitivamente a nuestra sociedad? Me lo pregunto cada vez que los veo, imaginando ponerme en su lugar.