Para que las mujeres obtengan igualdad salarial tendrán que pasar 217 años según el Foro Económico Mundial. Por lo tanto, esperamos escuchar más historias de mujeres que ganan mucho menos que sus colegas hombres. Tal es el caso de Carrie Gracie en BBC quien recientemente renunció por una diferencia salarial del 40% entre ella y un hombre que realizaba un trabajo similar. Desde el Acta de Igualdad Salarial de 1970 ha habido una limitada mejora en acabar con la diferencia salarial.
La forma en la que la gente normalmente piensa en equidad salarial es comparando a hombres y mujeres cuando realizan un trabajo similar pero también al usar el principio de pagar la misma cantidad de dinero al hacer una contribución igualitaria a una organización, incluso si se hace un trabajo diferente. El primer caso revolucionario que se reconoció fue el de Julie Hayward v Cammell Laird en 1988. Un tribunal reconoció que a Julie Hayward, cocinera de la empresa Cammell Laird, se le debía pagar lo mismo que a su compañero de trabajo del astillero ya que sus funciones requerían el mismo nivel de habilidades y entrenamiento.
Existieron avances que fueron necesarios pero también insuficientes para desafiar la desigualdad salarial en diferentes empresas. La estadísticas recientes revelan que las mujeres ganan en promedio 9.1% menos que los hombres. Usted podría pensar que esto parece un progreso pero esto oculta lo que realmente está pasando en sectores específicos. Por ejemplo, las finanzas emplean a más de un millón de personas y la desigualdad salarial en ese sector es casi del 40%.
Esto podría parecer sorprendente pero lo que la gente escucha con mayor frecuencia son casos en los que se ven afectadas mujeres de prestigio como Carrie Gracie. El problema más difícil se encuentra en el trabajo mal remunerado. Por ejemplo, cuando se presentó el salario mínimo nacional más del 60% de beneficiados fueron las mujeres.
Sin reconocimiento y subestimadas
Las mujeres a menudo se encuentran entre la espada y la pared. A muchas no se les ha reconocido sus habilidades o sistemáticamente son subestimadas y frecuentemente se les asignan a áreas de trabajo mal remuneradas: cuidado, limpieza, servicio de comida y ventas al por menor. También, se encuentran en la parte inferior de las escalas salariales.
La mayor parte de las personas que tratan las causas de la desigualdad salarial se enfocan en la segregación laboral e ignoran la cuestión de valorar a las mujeres por lo que ya hacen. Por ejemplo, las habilidades “interpersonales” o de empatía están asociadas con las mujeres en vez de las habilidades empresariales y de finanza que se asocian a hombres con un sueldo bien pagado. Esto permite que los empleadores y los aficionados del mercado libre aseguren que todo esto es la culpa de las mujeres ya que ellas no aplican a trabajos mejor remunerados. Esto ignora las barreras que las mujeres deben enfrentar.
Mi propia investigación indica que las relaciones de poder en el lugar de trabajo son fundamentales para entender por qué están difícil acabar con el problema de la igualdad salarial. Históricamente, los hombres entraron en el campo laboral mucho más antes que las mujeres y ellos fueron capaces de ejercer dominio sobre los cargos importantes excluyendo a las mujeres del trabajo cualificado. Los empleadores estaban felices de obtener el beneficio de la mano de obra barata de las mujeres. Poco ha cambiado.
En la anterior empresa en la que estuve, la naturaleza que se tiene del trabajo a pesar del desarrollo tecnológico, no ha cambiado la definición básica de que los trabajos son categorizados como cualificados, semicualificados y no cualificados. Debido a que los hombres obtuvieron un pronto acceso a los mejores puestos como empleadores y trabajadores, ellos fueron capaces de dominar la interpretación de la destreza garantizando que las mujeres estén atrapadas en trabajos que se definen como “no cualificados”. La discriminación todavía les mantiene ahí.
Se trivializa la discriminación
La afirmación de que la desigualdad existe porque las mujeres no aplican a mejores trabajos es un ejemplo del importante proceso llamado deslegitimización. Aquí es donde se trivializan los reclamos de las mujeres por temas que les afectan y por la discriminación. De manera similar, la credibilidad de las mujeres se ve afectada cuando ellas intentan progresar en sus carreras.
Los empleadores también deslegitiman los problemas de igualdad como algo que solo la ley puede abordar. A pesar del aparente aumento de legislación de la igualdad, un análisis más exhaustivo muestra que existen fallos que rara vez hacen una gran diferencia. Más a menudo, los empleadores identifican a la mujer como un problema al no reconocer que la naturaleza de la discriminación está relacionada con el grupo. Necesitamos estar conscientes de que las mujeres raramente sufren de discriminación debido a sus características individuales sino simplemente por ser mujeres. Al enfocarnos en lo individual parecería que ya se ha tomado acción, lo cual podría ser por una circunstancia específica mientras que en la realidad casi nada ha cambiado para el grupo.
Los empleados y los trabajadores son quienes tienen el poder relativamente de cambiar las cosas, pero ellos buscan defender su beneficio y salario. Después de todo, el salario y la posición jerárquica son importantes en la defensa del estado y la autoestima de los hombres.
Sin embargo, los sindicatos han avanzado hacia la superación de estas desigualdades más que la mayoría y esto da un poco de esperanza. Si el gobierno decidiera cambiar esta hostilidad de larga duración hacia los sindicatos, ellos hubieran ayudado a la mayoría de casos de igualdad salarial y esto probablemente habría tenido un beneficio adicional de reducir la desigualdad salarial de manera más general.
Mejorar la ley por medio de acciones colectivas permitiría que las mujeres junten sus acciones legales haciendo que ellas tengan la confianza de presentar los casos. Una ley que impide a las empresas nivelar el campo de juego al disminuir el salario de aquellos que ganan más como ocurrió en la publicación a finales de los años ochenta y a inicios de los noventa podría dar a la ley más adquisición y los hombres se sentirían más seguros y su salario no se vería afectado. Además, los sindicatos negociaron acuerdos colectivos que tuvieron un mayor impacto porque ellos respaldan a grupos enteros de trabajadores.
Con un Partido Laborista rejuvenecido que simpatiza más con estos cambios, podríamos aún ver que la espera de 217 años para la igualdad salarial se redujo a algo mucho más aceptable.
Tricia Dawson, Conferencista del Gestion de Recursos, Universidad de Keele.
Este artículo se publicó originalmente en la revista The Conversation. Lea el artículo original.
Traducido del inglés por Andrea Lissette Armijos Ango