El presidente argentino habló en inglés con soltura durante el Foro Económico de Davos. Tan suelto, que quizás haya sobrepasado los límites de lo políticamente correcto.
“Yo creo que es una asociación natural porque en Sudamérica somos todos descendientes de europeos”, dijo en defensa del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, intentando generar empatía con los que considera la raza superior. Además de negar la existencia de los pueblos originarios, algo que se condice con las políticas desplegadas durante su gobierno que buscan el exterminio de los autóctonos, sorprende que el propio Macri ni siqueira sea capaz de reconocer los orígenes sirio-libaneses de su mujer, Juliana Awada, claramente no europeos.
El desdén de Macri por los pueblos originarios, también es comparable con el que tuvo para con los trabajadores argentinos. Dirigiéndose a los empresarios en la Foro de Davos, dijo que su gobierno insistirá en las políticas de flexibilización laboral, la frase fue categórica “nosotros les cortamos el pasto y ustedes vengan y hagan los goles”. No fue la única alusión futbolística, también aseguró que era “más difícil jugar al fútbol que gobernar”, lo que da indicios de lo pésimo jugador de fútbol que debe ser, teniendo tan poca capacidad para gobernar.
Macri sorprendió a todos cuando invitó a todos los presentes en el Foro a acercarse al stand de la Argentina y probar “vinos, bananas y otras comidas fantásticas”, mostrando claramente el destino que le impone a la Argentina, aunque se llene la boca hablando del potencial del país.
Antes de seguir camino hacia París, donde se encontró con el presidente francés Emmanuel Macron, Macri continuó con su campaña difamatoria del gobierno venezolano de Nicolás Maduro y le aseguró a la ciudadanía argentina que su paso por el Foro había sido un éxito y que “15 millones de empresas vendrían a la Argentina”. Parece que las exageraciones siguen siendo su mayor cualidad discursiva.