La falta de pruebas no fue ningún impedimento para que los jueces del Tribunal Regional de Porto Alegre ratificaran y ampliaran la condena del expresidente del Brasil, Lula Da Silva, quien puede llegar a pagar con 12 años y 1 mes de cárcel, la denuncia por corrupción pasiva y lavado de dinero.
La defensa de Lula aseguró que el proceso es nulo, al igual que la sentencia y que durante el juicio no se probó la culpabilidad del exmandatario, pero sí se presentaron las pruebas de su inocencia, algo que no aceptan los jueces de segunda instancia.
Una multitud acompañó a Lula en la víspera en las calles de Porto Alegre y tras la lectura del fallo se realizaron una serie de actos de rechazo a la justicia y de solidaridad con el dirigente del Partido de los Trabajadores, quienes confirmaron que el candidato presidencial seguirá siendo Lula.
En San Pablo, un extenso número de oradores manifestaron el apoyo al exmandatario y se convocó al pueblo brasileño a resistir contra el fraude judicial que busca impedir que Lula vuelva a ser presidente. Las palabras indignación, revuelta, desobediencia civil y el llamado a la unidad, fueron pasando de boca en boca.
Frente a una muchedumbre en la ciudad más grande de Brasil, Lula dijo “tengo que avisarle a la elite brasileña: esperen, porque vamos a volver”, para también afirmar que la condena en realidad se trata de una “venganza” por “todas las conquistas conseguidos por los pobres durante los mandatos del PT”.
“Pueden arrestar a Lula, pero las ideas ya están en la cabeza de la sociedad brasileña”, dijo el metalúrgico, aclamado por sus seguidores. La alianza entre políticos corruptos, medios de comunicación y jueces funcionales va a tener difícil concretar el plan para apartar a Lula de las próximas elecciones.