El 15 de enero, millones de norteamericanos conmemoraron el Día de Martin Luther King. Su famoso discurso, “Yo tengo un sueño” se repitió varias veces en los medios de comunicación como un recordatorio de la maldad del racismo, que está siendo resucitado de una manera bastante pronunciada en la sociedad americana.
Pero esa es la única versión del Dr. King que se permite transmitir, al menos en compañía educada. La otra versión del Dr. King, más revolucionaria, radical y global debe permanecer oculta a la vista.
Exactamente un año antes de que fuera asesinado, el 14 de abril de 1968, el Dr. King pronunció un discurso realmente mordaz que desafió no solo el aparato estatal por la jerarquía liberal que se presentó como si fueran sus aliados. Se titulaba: “Más allá de Vietnam”.
“Debemos detenernos ahora”, dijo, con su voz como un trueno. “Hablo como hijo de Dios y como hermano de los pobres que sufren en Vietnam. Hablo por aquellos cuya tierra está siendo devastada, cuyas casas han sido destruidas, cuya cultura está siendo subvertida”.
Luego, añadió estas palabras que causaron mucha alarma entre quienes buscaban aislar los esfuerzos contra la guerra de la propia lucha de King:
“Hablo por los pobres de América que pagan el precio doble de las esperanzas destrozadas en casa y la muerte y la corrupción en Vietnam”.
A diferencia del famoso discurso “Yo tengo un sueño” (pronunciado en la Marcha en Washington en 1963), “Más allá de Vietnam” traspasó los límites de lo que es aceptable para la América “liberal” hacia nuevos territorios, donde los valores en contra de la guerra y de solidaridad global del Dr. King se vincularon sin reparos a la lucha contra el racismo y la pobreza.
Ese día, la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos se liberó de forma valiente de los confines de este país para unirse a un movimiento mundial de luchas en contra del racismo, el colonialismo y la guerra.
Como era de esperarse, el discurso del Dr. King enfureció a muchos miembros de las comunidades blancas que estaban directa o indirectamente afiliadas con el sistema de Washington.
Apenas tres días después del discurso, el New York Times respondió con su editorial «No hay respuestas simples a la guerra en Vietnam ni a la justicia racial en este país. La vinculación de estos complejos problemas no conducirá a soluciones sino a una confusión más profunda».
De hecho, no hubo “confusión” sino claridad y coherencia totales y completas. Para que realmente tengan significado, los valores de los derechos humanos no pueden ser seccionados y aislados el uno del otro.
Sin embargo, lo que alarmó a los llamados liberales fue el crecimiento intelectual y la conciencia del movimiento por los derechos civiles en esa época, que maduró lo suficiente como para impulsar una mayor integración entre todas las luchas.
Un Dr. King más animado y empoderado, con tan solo 38 años en ese momento, parecía haber entendido por completo el vínculo entre la opresión de los negros pobres en Estados Unidos y la opresión de los campesinos vietnamitas pobres. Todos eran víctimas de lo que denominó “los trillizos gigantes: el racismo, el materialismo extremo y el militarismo”.
Justo en ese momento, King había formulado una idea revolucionaria y aterradora que podría haber contribuido a su asesinato un año después, ya que muchos de sus aliados que no pertenecían a las comunidades negras comenzaron a repudiarlo.
Fue este pasaje en particular el que hizo que me detuviera a reflexionar sobre la difícil situación de millones de refugiados y migrantes pobres que se ven forzados a abandonar sus hogares en África y Medio Oriente debido a la guerra, la corrupción y la pobreza extrema.
“Una verdadera revolución de valores no tardará en hacernos cuestionar la imparcialidad y la justicia de muchas de nuestras políticas pasadas y presentes», dijo.
“Por un lado, estamos llamados a jugar al “buen samaritano” en el camino de la vida, pero eso solo será un acto inicial. Un día, debemos ver que todo el camino de Jericó debe transformarse para que hombres y mujeres no sean constantemente golpeados y robados mientras hacen su viaje en el camino de la vida”.
La metáfora del camino, hacia la salvación, la libertad, la seguridad, fue particularmente emotiva y predecible.
Si el Dr. King estuviera vivo, sin duda habría colocado a los refugiados como una prioridad en su “revolución de valores”.
África en particular, está siendo robada. Decenas de miles de millones de dólares se están desviando del continente, mientras que los hombres y mujeres negros se venden como esclavos, en Libia y en otros lugares.
Libia fue destrozada por la guerra liderada por la OTAN que dejó al país sin un gobierno. La guerra en Libia canalizó armamentos masivos a los países africanos vecinos, lo que provocó nuevas guerras o resucitó viejos conflictos.
Según las Naciones Unidas, hay casi 700,000 refugiados africanos en Libia que esperan llegar a Europa. Esta última, que ha alimentado el conflicto de Libia, no ha asumido ninguna responsabilidad por la crisis.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) informó que 2,550 refugiados y migrantes murieron tratando de cruzar a Europa desde la costa libia en los primeros 9 meses de 2017. Una de cada 50 personas que se embarca en el viaje muere en un trágico “camino a Jericó”.
Lo hacen sabiendo el riesgo, porque quedarse en Libia o volver a casa podría significar un destino mucho peor.
Mientras en Libia las noticias hablan de «mercados de esclavos«, en Israel, el Ministerio de Inmigración del país ofrece a los civiles empleos lucrativos para «localizar, detener y vigilar» a los refugiados africanos, que están siendo expulsados del país y hacia otras regiones peligrosas.
En los Estados Unidos, el gobierno y los medios de comunicación explotan selectivamente el legado del Dr. King, pero se comportan de maneras completamente opuestas a los verdaderos valores de ese noble hombre.
El ejército estadounidense está expandiendo sus operaciones en África más rápido que en cualquier otra parte del mundo. Esto significa más armas, más inestabilidad política, golpes de estado, guerras y, finalmente, millones de hombres, mujeres y niños pobres que se ven obligados a huir, a menudo a su propia muerte.
El legado del Dr. King, tal como se presenta en los medios dominantes, se ha convertido en el blanqueo de un sistema racista, militarista y materialista, aunque el propio King ha defendido exactamente lo contrario.
“Ahora comencemos”, concluyó en su discurso contra la guerra. “Ahora volvamos a dedicarnos a la lucha larga y amarga, pero hermosa, por un mundo nuevo”.
Cincuenta años después de su asesinato, tal vez es hora de escuchar de verdad.
– Ramzy Baroud es periodista, autor y editor de Palestine Chronicle. Su próximo libro es The Last Earth: A Palestinian Story (La última tierra: una historia palestina) (Pluto Press, London). Baroud tiene un Ph.D. en Estudios de Palestina de la Universidad de Exeter y es Académico No Residente en el Centro de Estudios Globales e Internacionales de Orfalea, Universidad de California en Santa Bárbara. Su sitio web es www.ramzybaroud.net.
Traducido del inglés por Valeria Torres