Durante cuatro años se conoció la fuerte retórica de Bitran, quien anunciaba las penas del infierno para SQM y Ponce Lerou. Ello le dio esperanzas a la gente decente de nuestro país que esperaba un inminente término de la concesión. Nada de eso. No hubo revocación para explotar el salar. Eran sólo palabras. Los hechos dijeron otra cosa.
El yerno de Pinochet es un intocable. Nadie se atreve con él. Se adueñó de Soquimich (SQM), gracias a las privatizaciones truchas de su suegro, el dictador Pinochet. Los gobiernos de la Concertación no repararon esta injusticia. Para peor de los males, a fines de 1995, Felipe Sandoval y Eduardo Bitran ejecutivos de la Corfo, le otorgaron la concesión de 80 mil hectáreas del Salar de Atacama para la explotación “exclusiva y excluyente” del litio y sus derivados. La Concertación respaldaba los negocios de Ponce Lerou.
Así las cosas, el Estado cerraba las puertas al negocio del litio a otros productores y, por cierto, también renunciaba a participar directamente en su explotación, protegiendo el monopolio de SQM. La empresa es hoy la mayor productora de carbonato de litio del mundo. Sus ganancias convirtieron a Ponce Lerou en uno de los hombres más ricos de Chile, luego de haber sido un modesto empleado público.
Ponce Lerou y su mano derecha, Patricio Contesse, dieron en el clavo. Para enriquecerse en el Chile actual se necesitan vínculos privilegiados con la clase política. Luego del apoyo recibido por Pinochet se dedicaron a corromper la democracia. Aquí radica la capacidad emprendedora de Ponce Lerou y Contesse. Capturaron a candidatos presidenciales, parlamentarios, centros de investigación y autoridades de gobierno. Políticos de todos los signos han recibido recursos de SQM a cambio de favores para obtener beneficios para su empresa.
Caso extremo fue el pago de sobornos al ex senador UDI, Pablo Longueira, para favorecer a SQM en la Ley de Royalty Minero y así acceder a contratos de invariabilidad tributaria. A ello se agregó el intento del ex Subsecretario de Minería, Pablo Wagner, para ampliar los beneficios de SQM, adjudicándole una licitación fraudulenta, la que posteriormente debió anularse.
El Poder Judicial está repleto de causas por coimas, sobornos y financiamiento ilegal a políticos que han recibido financiamiento de SQM.
Ahora, el Vicepresidente de la Corfo, Eduardo Bitran, anuncia, con satisfacción, un acuerdo entre Corfo y SQM para seguir trabajando juntos. No hubo discusión sobre la corruptela de políticos ni tampoco sobre el control mal habido de la empresa. Sólo se resolvían discrepancias regulatorias, sobre la concesión otorgada en 1995: pagos indebidos por arrendamiento y también sobre la utilización por SQM de un espacio mayor al delimitado para la explotación.
Durante cuatro años se conoció la fuerte retórica de Bitran, quien anunciaba las penas del infierno para SQM y Ponce Lerou. Ello le dio esperanzas a la gente decente de nuestro país que esperaba un inminente término de la concesión. Nada de eso. No hubo revocación para explotar el salar. Eran sólo palabras. Los hechos dijeron otra cosa.
Se acordó que Julio Ponce Lerou, y miembros de su familia, no podrán tener presencia en el directorio hasta el año 2030. Pero, la empresa seguirá siendo propiedad de Ponce Lerou, ahora con mayores beneficios, ya que tendrá derecho a explotar el triple de litio que produce actualmente.
Bitran ni siquiera tuvo en cuenta un proyecto de ley para crear la Empresa Estatal del Litio, que se presentó el 7 de junio de 2017, en la Cámara de Diputados. El Vicepresidente de la Corfo le cerraba las puertas al Estado para crear una empresa que procesara el litio y avanzara a la producción de baterías y eventualmente automóviles eléctricos. Se perdía una magnífica oportunidad para iniciar la industrialización de nuestra economía.
Esta historia ha terminado de forma vergonzante. Quien se apropió de SQM de forma indebida y quien posteriormente ha corrompido a la clase política recibe una vez más el respaldo del Estado para ampliar sus negocios. Ponce Lerou es un intocable.