por Paula Giménez-CLAE
Una vez más los denodados intentos de Argentina y Brasil por firmar un acuerdo de Libre Comercio entre la Unión Europea y el Mercosur han fracasado. Luego de 22 años de reuniones bilaterales en aras de lograr este cometido, la posibilidad de la firma del TLC se proyecta para el primer trimestre del 2018. La pregunta es ¿qué está en juego en la firma de este Tratado?
Luego del intento desesperado de los gobiernos de Mauricio Macri y Michel Temer por anunciar novedades en la Cumbre de la Organización Mundial de Comercio (OMC), celebrada en Buenos Aires el pasado mes de diciembre, quedan varios temas pendientes para que el acuerdo –negociado en el más absoluto secretismo y carencia de transparencia- sea un hecho.
En la Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur, realizada en diciembre en la ciudad de Mendoza, Argentina el mensaje de Brasil, Argentina y también de Uruguay a la Unión Europea fue contundente. Tabaré Vázquez expresó: “Es el turno de la Unión Europea. Que quede claro. Que no se responsabilice a este bloque de poner obstáculos para llegar a ese acuerdo”.
Los presidentes coincidieron en pararse firmes contra el proteccionismo que está liderando Donald Trump. El Mercosur optó por posicionarse en la vereda de enfrente: más apertura y salida al mundo. Esa pretende ser la estrategia para el 2018 que liderará Paraguay.
Para la Unión Europea, luego de un frustrado acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, la opción por el Mercosur representará un éxito que tendrá a su disposición un mercado de 260 millones de habitantes. Pero más que eso, le permitirá establecer una plataforma en América del Sur, para sus empresas transnacionales, desde la cual podrá proyectarse en otras direcciones del continente.
Los puntos de negociación que benefician a la UE, radican en temas “nuevos” como la propiedad intelectual, exportación de industrias y liberalización de servicios financieros y hasta educativos y de salud, pretendiendo duros términos para la industria local latinoamericana: cadena automotriz, calzado, textil, química y petroquímica, además de una presión extractiva sobre los recursos de la región.
Las nuevas concesiones
En la desesperación por lograr el acuerdo, Macri y Temer aceptaron nuevas cláusulas que incluyen estrechos plazos para la aplicación de salvaguardias temporarias y la imposibilidad no solo de modificar aranceles de importación , sino también de reintroducir derechos de exportación. Nuestros países estarán inhibidos a aplicarlos en momentos de precios altos internacionales, para incrementar recaudación fiscal.
Además, se aceptaron en forma muy amplia los criterios de «indicación geográfica» que requirieron los europeos, como los casos del champagne y el queso parmesano, y se permitió que las disputas se resuelvan fuera de los tribunales nacionales a través del mecanismo de arbitraje externo.
Ante las presiones europeas, el último borrador del acuerdo garantiza la liberalización de los movimientos de pagos y capitales, solo pudiendo aplicarse limitaciones en casos excepcionales a un plazo máximo de seis meses y, además, se agregó al capítulo de comercio electrónico –que se presenta como ventaja para las pequeñas y medianas empresas- al saberse que no se iba a acordar en la OMC.
Asimismo, liberaliza ampliamente servicios – incluidos sectores clave como financieros y seguros- ,dando a las empresas el status de «trato nacional», Y se abrió todo el mercado para compras públicas, y lo vincula con el requerimiento que se realicen las convocatorias y tramitaciones en forma electrónica, lo que hace perder significación a la nueva ley «Compre Argentino» aprobada solo semanas atrás.
En el tema de propiedad intelectual, se concedió en las exigencias de extensión de protección monopólica y la alternativa , aun mucho más sensible, de la «protección de los datos de prueba» una vez que cesan los derechos de propiedad intelectual, lo que tiene incidencia en los precios de los medicamentos .
Núcleo duro europeo
A pesar de todas estas exigencias de la UE, y las concesiones por parte del Mercosur, hay un núcleo duro europeo, encabezado por Francia e Irlanda que no está dispuesto a ceder nada en materia de mercados para productos agrícolas.
El Presidente francés Emmanuel Macron se puso al frente de un bloque de países productores agrícolas, junto con Irlanda, Polonia y otros diez países, los cuales no van a conceder el mercado europeo para esos productos. Precisamente los más de 20 años de negociaciones tienen que ver con la reticencia de estos países europeos a la entrada de productos agroalimentarios latinoamericanos, en defensa de los subsidiados agricultores europeos.
El tema crucial que le da complejidad a esta iniciativa, radica en el hecho de que no estamos en el mundo de los años ´90: apostar a la liberalización irrestricta podría llevar a muy malos resultados por parte de los países latinoamericanos. Además, los acuerdos comerciales multilaterales están en retroceso en el mundo. En el último tiempo se ha podido observar que cuando fracasan las negociaciones multilaterales, las corporaciones avanzan con acuerdos bilaterales, ya que les generan menores responsabilidades y más beneficios.
Así como Donald Trump retiró a Estados Unidos del TTP (Trans-Pacific Partnership o Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica), la Unión Europea -en especial algunos de sus miembros- van a bloquear cualquier acuerdo comercial que potencialmente los debilite en el escenario de fuerzas del tablero internacional, dominado desde 2008 por la aristocracia financiera transnacional.
En este sentido, la estrategia impulsada por la dupla Macri-Temer, sería una especie de liberalismo bobo, y que en tiempos en que se impulsan políticas proteccionistas desde Europa y de EEUU, organizar la estrategia económica y política continental desde la liberalización de la economía conlleva grandes y graves riesgos, para productores, industriales y trabajadores mercosureños.
Por ello se oponen los movimientos sociales (sindicales, campesinos, de pequeñas y medianas empresas) y hasta grandes industriales, temerosos de que las urgencias de sus gobernantes los hagan caer una vez más en las garras de los leones imperiales, reyes de la especulación y la timba financiera, cediendo soberanía y recursos a cambio de sus personales y eventuales negocios trasnacionales a costa de la pobreza, el hambre y la exclusión del pueblo latinoamericano. Justamente eso es lo que está en juego.
* Licenciada y Profesora en Psicología (UNSL), Maestrando en Políticas Públicas para el Desarrollo con Inclusión (Flacso), redactora-investigadora del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)