Política de Estado: proteger el capital del patrón y vulnerar con balas la voluntad de los trabajadores y las trabajadoras

Newenken, territorio mapuche.- Los policías disparan, pero no esconden los cartuchos. Tienen la posibilidad de hacerlo, pero no lo hacen. Se mantienen firmes, en una fila horizontal de veinte hombres. Un fotógrafo de pelo largo corre y se para detrás de ellos. Dispara también. La primera fotografía que realiza, la hace apuntando a la multitud, como si él fuera también un policía. La compañera de un trabajador despedido se acerca, los mira y les grita a todos en la cara: “¿No tienen hijos ustedes? ¿No tienen corazón? ¡Cinco meses estuvimos vendiendo tortas fritas para que ustedes vengan y hagan esto!” Carmen está parada en el centro de la escena, entre la fila de policías y la columna de obreros que están detrás de ella. Tiene lágrimas en sus ojos. Cuando camina pisa los cartuchos verde y amarillo que están esparcidos por todo el escenario. El metal de los cartuchos brilla por el impacto de la luz dura que proyecta el sol a las nueve de la mañana. Los cartuchos de escopeta tirados en el asfalto representan signos índice del dolor que los precede. Puntos rojos se dibujan en las piernas de varios madereros. Sobre el mameluco de un obrero veo múltiples agujeros pequeños. ¡Tiraron al cuerpo! ¡No hubo preámbulos! ¡No dudaron! Raúl Godoy, diputado provincial, recibió un balazo en el tobillo. La esquirla de un hueso estalló, después de que él intentara presentarse ante los oficiales armados. El hueso se quebró como se intenta quebrar la voluntad y los gestos de solidaridad entre las personas. Los madereros cedieron un espacio, pero no se resignaron ni se fueron. Se quedaron sobre la ruta 7 que une las ciudades de Neuquén y Centenario. El asfalto comenzó a llenarse de personas. Banderas de varios colores ocuparon el espacio. 9: 53 de la mañana tengo registrado el regreso de dos de los cinco trabajadores arrestados. Los abrazos y las palabras los inundaron. El odio y la bronca rápidamente se convirtieron en un refugio, en un reparo ante tanto daño planificado. Víctor, martillo en mano, le pegó varias veces a una viga de madera. En menos de 20 minutos se levantaron dos carpas que fueron acondicionadas prolijamente. Mientras la gente siguió circulando, en el transcurso de una tarde calurosa un joven se acercó al refugio con una bolsa negra en las manos. Nos saludó a todos y nos dijo agitado, aunque satisfecho: “acá le traemos pan. Esta recién hecho. Es pan salado y dulce”. Otra joven, dos horas después, apareció con otra bolsa conteniendo yerba y harina. Por último, y antes de que comenzara a oscurecer, un conductor pasó por la ruta 7 y gritó dos veces: “¡Fuerza MAM! ¡Fuerza!” Los trabajadores vestidos de verde, se dieron vuelta y se quedaron, como detenidos en el tiempo, mirando el auto blanco que se alejó sobre un capa de luz blanquecina.

Cada una de estas escenas construyen la crónica de una jornada dentro de la historia de los madereros de M.A.M., pero estas escenas no pueden ser pensadas de forma aislada. Responden a un plan sistemático que se repite –y que se seguirá repitiendo– por doquier, dentro de la mal llamada Patagonia Argentina. Estas escenas representan la historia viva que permanecerá en el tiempo documentada y contada desde el interior de las estructuras que lograron construir los que padecen las embestidas del poder estatal y empresarial. Esta visión de la realidad contradice la historia oficial de la Argentina, que se ha dedicado a documentar con heroísmo e hidalguía las proezas del opresor.

Filas de policías en posición de defensa en la entrada de la maderera M.A.M. Foto Gustavo Figueroa

Introducción

La madrugada del 5 de julio, a orillas de la ruta 7, en la ciudad de Neuquén, los trabajadores de la maderera “Maderas al Mundo”encontraron los portones verdes de la fábrica cerrados con candado. La rotura con la continuidad del trabajo no era parte de un error, ni de un accidente. Tampoco formaba parte de una crisis incontenible. En la provincia de Neuquén la economía que rige es la economía que emerge de la explotación extractiva -en varias de sus formas-. La ruta 7 coincide con la ruta de esa economía extractiva.

Kiñe. Primer capítulo

El cuerpo de las personas se distorsiona, cojea

Son las ocho de la mañana. Suena el teléfono. El mensaje es claro y contundente. “Están desalojando y reprimiendo a los trabajadores de M.A.M.”. La distancia que existe entre el centro de la ciudad de Neuquén y el parque industrial es de aproximadamente 20 minutos. Ya desde la ruta se podía divisar el humo de los gases. La primer foto la tomé a las 8:53 de la mañana. Hay mucho movimiento. La gente corre sobre la ruta. Se detiene justo en una rotonda. De un lado está la cerámica Fábrica sin Patrones (FASINPAT) y del otro lado la maderera M.A.M. Ambos frentes de trabajadores se unieron con un mismo reclamo: mantener los puestos de trabajo. Pero los empresarios y el Estado no tienen los mismos planes. La policía en su representación dispara balas de goma y bombas de gas. Se escuchan los estruendos. ¡Bum! ¡Bum! Suena el piso, las chapas. El cuerpo de las personas se distorsiona, cojea. El cuerpo trata de amoldarse a la situación, pero es expulsado. El cuerpo resiste sobre el asfalto. Yo bajo por un morro de tierra. En frente mío hay un escudo de 12 policías apostado frente a la puerta de entrada de la fábrica. Seis hombres tienen cascos y escudos. Detrás de ellos otros seis disparan con escopetas. Hay más policías dentro de la fábrica. De lejos se logran ver las camisas azules y algunas gorras con distinciones jerárquicas. La policía ingresó por la madrugada al grito de: «¡Alto! ¡Tírense al piso!» Había sólo cinco trabajadores dentro de la fábrica. No les dieron tiempo ni de tomar sus mochilas. Cuando quisieron darse cuenta de lo que pasaba ya estaban esposados y dispuestos a ser trasladados a una comisaría.

Epu. Segundo capitulo

El asalto

Ingresaron por atrás. Por un portón grande que da exactamente a la empresa de servicios petroleros BM, que pertenece también a los actuales dueños de la maderera. Los hermanos Gustavo y Adrián Bergese planearon sentados, junto a la policía, como ingresar a la fábrica. Ingresaron un viernes a la madrugada, mientras la ciudadanía se preparaba para viajar y disfrutar de un fin de semana largo. ¡Nadie los esperaba! Había sólo cinco personas dentro de la fábrica. “Estábamos todos durmiendo. Nos despertaron y nos dijeron que nos tiráramos al piso, que no nos iba a pasar nada. Nos preguntaban por los delegados de la fábrica; como nos estaban, nos empezaron a preguntar por una persona de pelo largo y barba”. Los trabajadores no comprendían si eran el objetivo de un operativo policial o si los estaban asaltando. Luego junto a sus compañeros corroboraron los delitos padecidos. Mientras tanto se aferraban a las herramientas de trabajo, a la maquinaria. Pero eran muchos los oficiales. No les pegaron, ni nada. No fue necesario. Luego todo devino en escenas vertiginosas. Gente corriendo, gente gritando, gente herida. Humo en el aire y balas rebotando sobre el asfalto.

En a ruta7, Luis Sides muestra la pierna herida con tres orificios de bala. Foto Gustavo Figueroa

Küla. Tercer capítulo

“Buscaban a los delegados”

Sobre la ruta 7 se puede ver la pierna de Luis Sides herida con tres orificios.

Una de las primeras personas en recibir un disparo fue el diputado provincial Raúl Godoy. Le quebraron la pierna. Las astillas del hueso explotaron como si se intentar con ello hacer implosionar las bases de las organizaciones políticas y sociales. Godoy intentaba sacar a una compañera de la zona de fuego. “Soy Raúl Godoy, diputado provincial. No pueden hacer esto sin una orden judicial”, les dijo a los uniformados. La policía no sólo lo ignoró, sino que además cuando se retiraba le disparó por la espalda. Lo hirió a la altura del tobillo. El tiro de suerte, por la impunidad con el que fue ejecutado, puede entenderse como una advertencia. Luego corrieron la misma suerte los delegados y representantes de M.A.M. Las balas se distribuyeron por los talones, las piernas, la espalda y la cara. “¡Buscaban a los delegados!”, me advierte uno de los cinco trabajadores que fue arrestado durante la madrugada, aunque también recibieron la atención de la policía varios trabajadores y trabajadoras presentes. El punto de inflexión radica en que al quebrar emocional y físicamente a los dirigentes de las organizaciones, el opresor comprende que el resto de los trabajadores desistirá más rápido por propia voluntad. Finalmente en el escenario de represión terminan muchos, de forma indistinta, lastimados y heridos, inclusive de muerte, como vivenciamos recientemente en el fusilamiento de Rafael Nahuel en Bariloche y el asesinato de Santiago Maldonado en Esquel.

Meli. Cuarto capítulo

Modelo hegemónico: proteger el capital del patrón y vulnerar con balas la voluntad de los trabajadores

Mientras las fuerzas de seguridad de Neuquén, resguardan la entrada de la maderera M.A.M. realizan señas hacia dentro sobre lo que ven.

Desde el 2003 que la ciudad de Neuquén no producía estas escenas de violencia. ¡La fecha no es casual! El pacto YPF – Chevron es la continuación de un modelo económico y político de país. Un modelo que pretendió desde sus principios acaparar el territorio, expulsando a las comunidades originarias de sus derechos preexistentes. Pero hoy, luego de más de 140 años de esta política de Estado, el propio Estado también pretende atentar y arrinconar a la ciudadanía urbana, con el solo fin de explotar los yacimientos y las plataformas extractivas de la mal llamada Patagonia Argentina. En este camino al desarrollo (extractivo) no sólo es necesario borrar cualquier tipo de huella de un pasado originario –que pueda levantar la voz para reclamar las tierras que les fueron usurpadas–, sino que además es necesario borrar la ciudadanía que se asentó en las ciudades. Esta filosofía del silencio y el negacionismo del otro se respira en el aire. Forma parte de nuestra construcción identitaria. Se trata de un modelo que está dispuesto a exterminar de forma sistemática todas las texturas culturales. Incluso, nosotros, los jóvenes sensibilizados con las desigualdades sociales y las violencias que ejercen los Estados sobre grupos determinados de la sociedad, también lo padecemos. Nos miramos con desconfianza, nos tanteamos. Jugamos a que somos diferentes, a que nuestras diferencias son insalvables. El verdugo lo sabe. El verdugo nos observa constantemente. Nos saca fotografías, nos filma. Escucha nuestras llamadas telefónicas. Revisa nuestras conversaciones dentro de las redes sociales. Confía que nos mantendremos en “la estructura del desencuentro”.

Luis Sides, herido en el rostro con perdigones de balas de escopeta. Foto Gustavo Figueroa

Kechu. Quinto capítulo

¿Hacia dónde apuntan las cámaras?

En este contexto de represión y judicialización, es necesario entender que mientras los que padecen se defienden con piedras, el opresor castiga con balas de plomo y antitumultos. ¿Dónde se posicionan los medios hegemónicos para documentar este escenario? A diferencia de otras épocas de la historia, esta decisión periodística hoy pone en riesgo muchas vidas. No debería representar un hecho menor e insignificante visibilizar y problematizar hacia dónde apuntan nuestras cámaras.

Kayu. Sexto capítulo

El reconocimiento del resto de la sociedad

El auto iba a media velocidad. Era un auto blanco. La persona que conducía viajaba con el vidrio abierto. Justo al pasar al frente de la fábrica grito dos veces: “¡Fuerza MAM! ¡Fuerza!» Los trabajadores al escuchar se dieron vuelta y se quedaron mirando, como detenidos en el tiempo. No alcanzaron ni a levantar un brazo. La escena no puede ser interpretada como anecdótica. En el interior de esta escena existe la necesidad de reconocimiento, empatía y solidaridad. En tiempos de persecución judicial y represión policial la sociedad tiende, como un acto de autoprotección, a resguardarse e intentar aislarse para proteger al grupo familiar más cercano; en tiempos de persecución judicial, torturas y represión, la sociedad tiende, ante la presencia de una nueva víctima, a mirar para otro lado. Sólo los gestos de consideración y contemplación permitirán que la sociedad como tal perdure. Sin el ejercicio pleno de estos gestos de empatía por parte de la ciudadanía, las balas en el cuerpo resultarán un exceso innecesario. Ellos, envilecidos con la construcción de un enemigo interno, y sin la debida atención de nuestra parte, pueden vencer inclusive sin disparar un sólo tiro.

Foto Gustavo Figueroa

Regle. Séptimo capítulo

Feliz navidad

Mientras termino de escribir esta crónica veo al gobernador de Neuquén Omar Gutiérrez, dentro de una foto familiar, terminando de armar el pino de navidad junto a su esposa. ¡Entre tanta represión y procesos judiciales uno se olvida de las tradiciones! Siempre creativos los trabajadores y trabajadoras de M.A.M. armaron su propia versión de un pino de época construido con los cartuchos que les dispararon sobre el cuerpo.