Por Leonel Ayala
«Queremos que nuestra voluntad se respete», expresa una señora en la capital de Honduras, que según explica, se cubre la cara con un pañuelo impregnado de vinagre, para evitar los efectos de los gases de las bombas lacrimógenas que lanza la policía contra los manifestantes que exigen se respete la voluntad del pueblo hondureño, expresada en las urnas este 26 de noviembre. Cuatro días después, el Tribunal Nacional de Elecciones, no declara al ganador.
Salvador Nasralla, candidato de la Alianza Contra la Dictadura, al amanecer del lunes, con el 61% de la urnas registradas, tenía una ventaja de cinco puntos, un poco más de cien mil votos; el TNE se negó a dar resultados, no obstante, el magistrado suplente Ramiro Lobo, declaraba que los resultados eran irreversibles y el elegido, era el candidato opositor, representando a los Partidos PINU y LIBRE. El PAC, partido anticorrupción fundado por Nasralla, está en manos de seguidores del presidente y candidato ilegal Juan Orlando Hernández, (La constitución de Honduras prohíbe la reelección) tras una maniobra dirigida desde el mismo TNE.
Las autoridades actuales que dirigen el TNE, que también es ilegal, porque el presidente actual, desde el congreso cuando él era el presidente de este órgano del estado, removió a las autoridades que deberían concluir su mandato un año después. Así mismo, removió a los magistrados del Poder Judicial, aprovechando la mayoría de diputados que tenía su partido, por la abstención del pueblo hondureño en las elecciones posteriores al golpe de estado del 2009 en contra de Manuel Zelaya. Todo el camino pavimentado para implantar una dictadura, sin espacio para el reclamo legal, obligando al pueblo a utilizar su único recurso; la protesta en las calles para defender el voto, protestas que por convicción popular siguen siendo pacíficas.
Muchos analistas habían previsto este paisaje, que terminará con autogolpe de estado, ante la necesidad del gobernante y su equipo familiar y político, de protegerse de eventuales juicios por corrupción y extradición por sus nexos con el narcotráfico. En el menor de los casos, presionar a la oposición, para negociar su inmunidad a cambio de reconocer el verdadero resultado de las urnas, que sin duda fue de rechazo a la dictadura.
Este día, 30 de noviembre, hay protestas y tomas de carreteras, especialmente en la costa atlántica de Honduras, se anuncian más manifestaciones en distintas partes del país; ya se habla de un paro nacional, si hoy el TNE insiste en avalar el fraude más evidente de las elecciones «estilo Honduras», situación que se cría se estaba superando: un candidato gana las elecciones, pero otro es el presidente.