Por Daniel Ferreyra*
En estos días se puso de relieve el tema de la reforma laboral que el gobierno encabezado por Mauricio Macri quiere implementar.
Más allá de los puntos y los «borradores» de esta reforma, vale recordar que este tipo de maniobras vienen queriéndose llevar a cabo desde los años 70 (durante la dictadura militar) y luego en los años 90 durante el gobierno neoliberal de Carlos Menem.
Si nos remontamos a esos intentos y volvemos la mirada a los resultados del achicamiento de los derechos de los trabajadores, estamos en vísperas de un verdadero desastre en caso de aprobarse.
Agregándole estas medidas a la ya implementada inflación, a los futuros aumentos de la luz, el gas, el transporte y artículos imprescindibles de la canasta básica de alimentos, nos pondría en presencia de la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores.
Macri y su equipo hace ya dos años asumieron los destinos del país, ya no es tema repasar sus promesas incumplidas, pero sí son un hecho las medidas que hoy están a la vista. Ya se está agotando el discurso de “la pesada herencia”, hoy casi el 60 % de la población dijo estar disconforme.
No obstante, ganadas las elecciones legislativas, Macri desde su lectura política cree y piensa firmemente que es su momento. Por ello entre los paquetes de medidas está la reforma laboral entre otros anhelos del presidente.
La Argentina es un país caro para las inversiones, los empresarios que vienen de afuera lo único que buscan es mano de obra barata, no tener líos legales y pagar bajos impuestos.
Es un tema que difícilmente sea aprobado, el presidente pide que cada uno resigne algo, que ceda, pero el país naufraga entre la pérdida de la memoria de nuestra historia, entre la pérdida del estado de derecho, la pérdida de los derechos laborales y de libertades personales.
Los medios de comunicación si no son oficialistas, son acallados. Tenemos una justicia con doble vara, muchos de los funcionarios del gobierno nacional están cuestionados y procesados por la justicia.
No dejemos de ninguna manera nos roben nuestros derechos, nuestro último fracaso nos llevó a etapas interminables.
La infamia está a la orden del día, quienes trabajamos y somos gente de bien, debemos soportar este circo, mientras esperamos que todo mejore. Difícilmente esto vaya a mejorar, por lo menos yo, que soy un optimista, pienso que está difícil.
Quedaremos en manos de los diputados y senadores, por ello hay que estar atentos, amigos y compañeros. No es bueno no estar en tema, tampoco es bueno lo que desune.
A dos años de gobierno, estamos en condiciones de decir que no se han cumplido las promesas.
Por el contrario, se ha hecho lo que se dijo no se iba a hacer. Quienes sufriremos estos cambios seremos los de siempre, trabajadores, jubilados y pensionados, y, ni hablar, de las pequeñas y medianas empresas.
El gobierno de Mauricio Macri ha logrado una grieta que se profundiza día a día, se ha sobrecargado a la gente de odio y resentimiento.
La reforma laboral si se da, será un viaje de ida, no importa cuál sea la ideología, nos llevará a todos. El neoliberalismo no descansa, no durmamos nosotros.
*Miembro del Partido Humanista y de ADEF en la CGT Federal