¿Cómo ha cambiado el uso de la tierra en los últimos 25 años en Europa? Del informe publicado por la Agencia Europea de Medio Ambiente se desprende claramente que la explotación ha rebasado en gran medida los límites de la sostenibilidad, erosionando y consumiendo grandes superficies que se transforman en suelos de hormigón o tierras áridas. La alarma ya está sonando; ¡estas son las señales!
Dependiendo de la forma y la intensidad del uso del suelo, los paisajes y los entornos también cambian. Para conocer la evolución del uso del suelo en Europa en los últimos 25 años, se puede consultar el informe Landscapes in transition: an account of 25 years of land cover change in Europe, publicado en septiembre de 2017 por la Agencia Europea de Medio Ambiente. El informe examina las tendencias del uso de la tierra en los últimos 25 años y los impactos ambientales resultantes.
El cambio más significativo es la persistente conversión de las tierras agrícolas en terrenos artificiales (zonas urbanas e infraestructura), debido principalmente a las actividades económicas y a las necesidades de los estilos de vida urbanos, tales como la alta movilidad y los patrones de consumo.
Estas son las principales tendencias observadas y los impactos ambientales resultantes:
- La expansión de las áreas urbanas y de infraestructura sigue consumiendo tierras con suelos productivos y fragmentando la estructura paisajística existente. Las superficies artificiales han aumentado tanto en términos de superficie neta como de porcentaje. Se trata de una tendencia constante que se observa desde 1990, aunque el aumento en el período 2006-2012 ha sido inferior al registrado en el período 2000-2006;
- Las tierras agrícolas europeas, que a menudo eran de buena calidad y se encontraban en una situación favorable, siguen disminuyendo a un ritmo medio de 1 000 kilómetros cuadrados al año;
- La superficie forestal sigue siendo estable (los bosques cubren el 42% del territorio de la UE), pero existe una intensificación del uso del suelo con este fin, lo que puede llevar a una disminución de la calidad de los ecosistemas forestales.
Para estudiar estos cambios y comprender sus impactos, como se explica en el informe, es esencial monitorear la cubierta terrestre y los cambios en el uso del suelo, a través de herramientas que combinen la observación terrestre, el muestreo estadístico y los inventarios temáticos. Copernicus, el Programa Europeo de Observación de la Tierra para la Vigilancia y la Seguridad del Medio Ambiente, es una herramienta clave para la precisión y pertinencia con la que supervisa el territorio.
El informe destaca también la insuficiencia de las políticas y normas actuales a escala europea: la protección del suelo se aborda de forma indirecta o dentro de las políticas sectoriales (agricultura, silvicultura, energía, energía, agua, cambio climático, protección de la naturaleza, residuos, productos químicos), lo que da lugar a un enfoque fragmentado y a la falta de datos armonizados sobre el tema a escala comunitaria.
Sin embargo, se necesita una respuesta política y reglamentaria, especialmente si se quieren alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU para 2030, en particular el número 15 (proteger, restaurar y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, gestionar los bosques de manera sostenible, luchar contra la desertificación y detener y revertir la degradación del suelo y acabar con la pérdida de biodiversidad).
El informe recuerda que la gestión de los recursos terrestres es, por lo tanto, fundamental para una transición social más amplia hacia la sostenibilidad.