Pressenza habló con Florent Delaunay (*), quien ha compartido sus apreciaciones sobre el disco News of the inner world, música para la Danza, la Imagen y el Espíritu.

Pressenza: ¿Qué mensaje quieres transmitir con este disco?

Florent Delaunay: La música no es más que la traducción de experiencias fundamentales que he tenido en los últimos quince años. Por lo tanto es un modo de poner de manifiesto un camino de experiencia, un camino de vida. La dimensión espiritual es el eje central de las composiciones, es decir, esta música se dirige a un espacio específico del mundo interior, allí donde guardamos —y a veces olvidamos y degradamos— las experiencias que nos revelan la libertad real, que nos orientan hacia aquello que es fundamentalmente humano, hacia el nacimiento del espíritu, hacia su trascendencia. También puede tratarse de alcanzar un espacio vacío que espera ser iluminado interiormente por una experiencia diferente.

Compilé los temas, compuestos entre 2003 y 2016, con una cierta lógica para elaborar el disco. Entonces, para responder concretamente a tu pregunta, si la música y el disco llevasen un mensaje sería: «interesémonos en nuestro precioso mundo interno; tomemos conciencia en nuestra vida diaria de nuestra “mirada interna”, tal y como la llamó Silo; descifremos la lógica del encadenamiento de nuestros estados internos; sintamos claramente los caminos que nos llevan hacia el sufrimiento y los que nos llevan hacia la alegría».

P: Cada tema musical trata un contenido específico. Por ejemplo, en la «Danza de las esferas» y en «Looking for Sacred moments» tocas el tema del espacio infinito y de la trascendencia de la consciencia. ¿Dirías que necesitamos más espiritualidad y menos dogmas?

FD: Diría que es bueno preguntarse a diario por aquello que necesitamos realmente. Y si en esa meditación descubrimos dogmas internos —o sociales, lo que es lo mismo desde un punto de vista humano— que no contribuyen a nuestra alegría ni a la de otros, entonces será positivo realizar la experiencia de disolverlos internamente, de soltarlos. Evidentemente, esto tendrá sus consecuencias en nuestro paisaje humano inmediato, en nuestros actos y en el mundo social.

En cuanto a la espiritualidad, creo que la expresamos de formas muy diversas. Tengo la impresión de que en esta época, cuantos más dogmas exteriores hay —los del dinero principalmente— más crece la espiritualidad. Pero la espiritualidad me parece que es una necesidad humana en sí y no depende de la existencia de dogmas, los cuales son una necesidad de los centros de poder.

P: Los grandes ejes de tu composición musical evocan el fracaso, la compasión, el ascenso de la energía y la suspensión. ¿Puedes desarrollar estos conceptos, concretamente el que une el fracaso con la compasión?

FD: Sí, estos temas constituyen el camino interno de 5 de los 12 títulos del álbum, los de la coreografía de  «La danza de las esferas».

Los temas que mencionas son experiencias que nos producen sensaciones claras y precisas. Imaginemos que nuestra energía vital estuviese distribuida y circulase entre diferentes niveles y profundidades o superficies en nuestro cuerpo. Imaginemos que nuestra consciencia sitúa y graba todo lo que nos sucede en los diferentes lugares de nuestro interior. Por ejemplo, cuando tenemos una comprensión importante no la experimentamos a nivel de los pies sino más bien a la altura de la cabeza, ¿no? Lo mismo ocurre con las experiencias del fracaso y de la compasión. ¿Estarán situadas más bien a nivel de la caja torácica, del corazón? Sin duda. Estas experiencias pueden tener diferentes intensidades de energía. Un pequeño fracaso cotidiano es muy diferente al desmoronamiento de una creencia central en nosotros, que nos deja justamente así… desmoronados… Esperemos que sólo por un tiempo…

Cuando surge tal desmoronamiento nos encontramos ante un momento muy interesante desde el punto de vista espiritual, ya que se abren dos posibles caminos ante nosotros: el de la aceptación, el cual nos lleva a la compasión y a la reconciliación, o el del rechazo, el cual nos lleva a la venganza, a la revancha. También podemos tomar el camino de la negación, de la anestesia de uno mismo, como para huir de esta experiencia, reconozcámoslo, no muy agradable. Estos dos últimos caminos están a menudo unidos. ¿Acaso no decimos que «la venganza es un plato que se sirve frío»? Este proverbio dice mucho del tipo de registro interno común a todos.

Entonces, imaginemos por un momento que el fracaso liberase en nosotros una enorme cantidad de energía, de emociones, y que meditásemos en vez de luchar por rechazar lo que nos sucede. Cuando nos decimos «toda mi vida pensé que…», ¡existe una cantidad increíble de energía acumulada en esa creencia!… Bien, entonces la creencia se cae. En ese momento podríamos decidir darle a la energía una nueva dirección en nuestro interior para que pueda así invadir nuestras profundidades, desconocidas hasta el momento. Puede ser que, en esas condiciones, en algún momento de la experiencia hiciésemos una «suspensión» de nuestro yo habitual. Esto quiere decir que, durante un tiempo difícil de apreciar, sentiríamos una gran lucidez, un gran silencio, una gran paz, una totalidad fuera del tiempo y del espacio conocidos. Al salir, al volver de esa «suspensión», tendríamos una especie de recuerdo extraño y ahí es donde lo plasmaríamos con palabras. Esto tendría seguramente grandes consecuencias en nuestra vida y en nuestra rutina. Aunque también podríamos profundizar en esta experiencia e ir todavía más allá de la suspensión. Pero eso ya es otro tema…

Pero ocurre que estas experiencias, comunes a muchas personas, a veces se degradan o se dejan de lado. Me parece que las experiencias del fracaso y la compasión son fundamentales en un camino espiritual. Y fíjate que no hablo de la experiencia del sufrimiento. Creo que son temas importantes, unidos el uno al otro por nuestras intenciones.

P: ¿Qué búsqueda propones con el disco? ¿Hacia el «ser» o hacia el «hacer»?

FD: Creo que primero propondría un momento de silencio del mundo externo. Poquito tiempo, digamos unos 45 minutos (risas), para justamente no buscar nada, frenar el movimiento incesante de las búsquedas y de las acciones y, por qué no, poder meditar después sobre los temas que cada uno considere importantes para su vida. O simplemente encontrar emociones agradables o reconfortantes, o incluso encontrar un impulso para bailar, una emoción particular que haga brotar en uno imágenes agradables. Esta es una música para la Danza, la Imagen y el Espíritu, se trata de «noticias del mundo interno» y cada uno descubre la relación que hay entre su «ser» y su «hacer»… Con o sin el disco.

P: Actualmente cada vez más personas se plantean preguntas sobre el sentido de la vida y la necesidad de contribuir al cambio. ¿Crees que tu música contribuirá a ese cambio?

FD: Creo que lo que puede contribuir al cambio es eliminar las contradicciones en nuestra propia vida, querer construirla con actos que nos unan, interna y socialmente, y que no desencadenen en el mundo malos tratos hacia los demás. Es decir, una actitud muy contraria a la que preconizan los poderes y la cultura materialista. La música en general une, ¿verdad? Esperemos que continúe haciéndolo en esa dirección de humanización de la Tierra y no de exaltación de la degradación de lo humano y de su entorno.

La música tiene como único objetivo —al menos con esa idea la compuse— orientar la escucha hacia ciertos «lugares» de sí mismo, con esmero y atención. Veremos lo que produce. Sin embargo, yo diría que la contribución al cambio no ha sido el punto inicial de mis composiciones. Se trata más bien del agradecimiento, la gratitud y el deseo de compartir con otros y con el mundo todo lo maravilloso, alegre y trascendental que he sentido en mí.

P: ¿Cuál o cuáles son tus fuentes de inspiración?

FD: El álbum es una síntesis de experiencias diversas y su fuente de inspiración principal es la espiritualidad del Mensaje de Silo por su libre interpretación. Y también debo añadir algunas obras, lugares y encuentros: en primer lugar, el encuentro con Peter Deno y Paula Percivalle, de donde surgió la música de la «Danza de las esferas»; luego hubo momentos compartidos con ciertas personas muy preciadas para mí; además están la música y obra Gurdjieff; las películas 2001: Una odisea en el espacio y 2010: Odisea 2,  y también hay lugares especiales como los Parques de estudio y reflexión que cito en el libreto del álbum, la ciudad de Mendoza en Argentina, el bosque togolés y Ankara, Estambul, Sofía, Skopie, Belgrado, Sarajevo y Zagreb. Estas últimas ciudades me han inspirado lo suficiente como para producir un segundo álbum.

Peter Deno y Paula Percivalle. Créditos imagen : Jean-Marc Barra 

P: ¿Alguna anécdota? ¿Algún momento particular que te haya emocionado?

FD: ¡Sí! Todos esos momentos en los que vi a personas animarse con la realización de este proyecto y que lo amplificaron, lo hicieron más sólido, menos «personal». Los solistas, por supuesto, y ese lazo especial que se ha ido tejiendo entre nosotros desde hace un año y medio: Mélody Debono, Roxane Martin, Miquèu Montanaro, Léa Platini, Djamel Taouacht, Fernando Álvarez, Pascal Gandolfo, y Karine Porciero, con quien ya había colaborado en 2011; los maravillosos ingenieros de sonido con los que trabajé: Audrey Andreu, Cédric Culnaert y Loris Bernot, Emilie Daelemans, Robin Melchior el adaptador, Steve Journey y su orquesta Symphonifilm, Bruce Cherbit del estudio Audiolane y el inmenso trabajo de la sala de producción dirigido por Michelle Salaméro, sin la cual este proyecto no habría cobrado la dimensión con la que cuenta hoy; mi editor Arnaud de Buchy, que ha sido un apoyo fundamental, así como Richard Maccotta de Culture Provence Verdon, que inició el proyecto y le dio un gran valor.

Créditos imagen : Jean-Marc Barra, Brigitte Cano e Ingrid Mareski.

Si me permites, quisiera también citar a los artistas plásticos que han contribuido con su arte a la producción del libreto del CD. Es una gran emoción haberlos juntado a todos a través de este proyecto, pues ellos y ellas forman parte de diferentes épocas de mi vida: Marie-Edith Charni-Robinne de París, Tiwazo de Burdeos, a quien encontré en el año 2000 en Marsella, Leyla Turkay de Colonia, una amiga muy querida a la que conocí en 1987 y con la que me reencontré para este proyecto, y Simone Casu de Attigliano, en Italia.

Un momento que me ha emocionado ha sido descubrir algunas fotos realizadas por Jean-Marc Barra, por ti misma Brigitte (risas) y por Ingrid Mareski. Soy muy sensible a la mirada fotográfica y vosotros tres habéis aportado frescor y belleza a las sesiones de grabación. Todas las fotos estarán disponibles a partir de septiembre en la página de la asociación Arnava, creada recientemente en París por mis amigos cercanos para organizar las futuras producciones en torno a este proyecto.

Terminaré con una anécdota que nos sucedió con nuestra arpista Roxane Martin. Durante una entrevista en septiembre de 2016 y tras nuestra primera sesión de grabación, comentó que la canción de la «Danza de las esferas» debía interpretarse en un espacio redondo, con el público alrededor, en una sala como una esfera. La cuestión es que Roxane no sabía que esa «Danza» había nacido y se había interpretado justamente en las Salas esféricas de los Parques de estudio y reflexión de diferentes países y continentes y donde el público está sentado sobre bancos dispuestos en círculo. La música transmite más allá de ella misma.

Peter Deno y Paula Percivalle. Créditos imagen : Paula Aiello. 

(*) El autor

http://fdelmusic.wixsite.com/florent-delaunay/biografia

 

Álbum News of the inner world: publicado el 17 de agosto de 2017

Distribución: contact@arnava.art

 

Grabación de la «Danza de las esferas», enlace en Youtube:

https://www.youtube.com/watch?v=tmicua7_t7Y&t=1679s