Hay pocos momentos en los que, en medio de lo que parece ser una situación política sin esperanza de una sociedad deshumanizada, sucede algo inesperado, algo que muestra que al menos algunas personas han logrado despertar del sueño hipnótico inducido por el sistema imperante.
Sucedió en Bolivia, cuando contra viento y marea, Evo Morales recibió el mandato que transformó a la economía más pobre de América Latina en un lugar de esperanza, reconocido incluso por analistas neoliberales.
Sucedió en el Reino Unido cuando Jeremy Corbyn y su equipo desafiaron a la mayoría de los agoreros y lograron posicionar a su partido como una poderosa fuerza con propuestas coherentes que ahora se estudian en todo el mundo como una salida a la crisis inducida por años de austeridad y dogma de mercado «libre».
Y ahora sucedió en Chile, donde el Frente Amplio, al que daban no más del 8% del voto en las encuestas preelectorales, logró alcanzar el 20% del electorado, convirtiéndose en la tercera fuerza política, con miembros en el Congreso Nacional y los gobiernos regionales. La candidata presidencial Beatriz Sánchez denunció la campaña negativa de los medios de comunicación, ya que quedó solo un 2% detrás del candidato que competirá en la segunda vuelta. Ella podría haber estado en la segunda ronda si no hubiera sido el mensaje de las encuestas y los medios que el Frente Amplio estaba tan rezagado que apoyarlos hubiera sido un voto «desperdiciado».
Uno de los diputados recién elegidos para el Congreso Nacional es Tomás Hirsch, del Partido Humanista, una de las fuerzas que formaron el Frente Amplio, quien fuera candidato presidencial y es autor del libro «El Fin de la Prehistoria». Su libro es a la vez una predicción y una explicación del fenómeno. En el afirma:
«Ese cambio se producirá cuando la intencionalidad de los individuos y los pueblos se ponga en marcha y corrija activamente el rumbo del proceso.
Pero la factibilidad de dicha movilización está ligada, necesariamente, a una transformación interna simultánea: la modificación del sistema de creencias. Porque mientras cada uno se siga experimentando a sí mismo como un objeto pasivo vapuleado por fuerzas incontrolables (que es lo que nos dicen que somos), no habrá intencionalidad en marcha, ni se producirá ningún cambio. En definitiva, el cambio ocurrirá cuando se revalorice aquella condición humana de ser una conciencia activa, cuyo destino es siempre transformarse y transformar las condiciones en que vive».
La comprensión de que somos alimentados con sueños hipnóticos de fama y fortuna como significado y objetivo de nuestras vidas conduce a este despertar activo. Hasta entonces, estamos limitados por la mecánica de los datos que nos formaron, ejemplificada por este chiste de los Simpsons:
– «Cuidado! peligro acercándose desde las 10 en punto».
– «No sé lo que eso significa, tengo un reloj digital»
Habiendo descartado por completo la afirmación de Fukuyama de que la humanidad había llegado al fin de la historia con la democracia liberal, Silo propuso que se requería una conciencia activa para salir de la Prehistoria dejando atrás la violencia, la discriminación, el vacío de los significados provisorios y la apropiación del todo social por una minoría despiadada. Este es el punto del libro de Hirsch y la campaña política que tomó por sorpresa a la mayoría de los analistas políticos.
Tal vez este es el elemento al que prestar atención. Cuando ocurre lo «inesperado» es porque la población ya estaba muy por delante de los analistas o porque los «expertos» estaban predispuestos contra el cambio radical y manipulaban cifras para evitarlo. O ambos. En el caso de Jeremy Corbyn, esto ha sido denunciado incluso por los propios empleados de la BBC «comprometida a ser neutral». Chile tendrá que investigar en profundidad esta posibilidad. Mientras tanto, el Frente Amplio queda con la delicada decisión de apoyar al centro neoliberal para evitar una vez más el ascenso de los herederos de Pinochet de la derecha en la segunda vuelta o ser culpado por las consecuencias si eso sucediera.
Sin embargo, parecen estar claros de que su tarea más importante es prepararse para darle al país una «sorpresa» aún mayor en cuatro años.