Por Pablo Bruetman | Cítrica
El referente wichí Agustín Santillán cuenta cómo pasó los días en la cárcel. Cómo sintió la desaparición y la muerte de Santiago Maldonado. Y la persecución a los pueblos originarios en Formosa y en el resto del país.
A Agustín lo conocimos en Las Lomitas, Formosa, cuando estaba preso por una causa armada para silenciar la realidad de la comunidad wichí. Para callar la falta de agua, la persecución policial a los originarios y el aprovechamiento político al que son sometidas las personas que no hablan ni leen el idioma castellano.
Ya en libertad, vino a Buenos Aires con su compañera Gabriela y dos señoras mayores de la comunidad que necesitan atención médica. Las está acompañando porque así lo siente. Desde siempre. Sus hermanas cuentan que ya de chiquito andaba por el barrio recorriendo las casas y viendo cómo podía ayudar. Así conoció a Gabriela: visitaba el monte donde vivía su familia y, siempre que podía, les llevaba lo que necesitaban. “Si la gente me pide que la acompañe, yo la acompaño”, dice Agustín, quien como maestro de la escuela especial 17 de Ingeniero Juárez les traducía a los chicxs discapacitadxs del castellano al wichí.
Pero ayudar a las personas y comunidades más vulnerables puede ser muy peligroso. Tanto es así que al bajar del micro en Retiro, un policía se le acercó y le dijo: “Yo te conozco, soy de Formosa, ¿qué vas a venir a hacer acá? ”. Nada extraño para un hombre que denuncia la discriminación del poder y el saqueo al pueblo wichí. Nada extraño para un ex preso político. Nada extraño para un wichí que no se calla ante la persecución a los pueblos originarios.
–¿Cómo era un día de tu vida antes de estar preso?
–A mí me metieron preso porque era un estorbo para el gobierno provincial. Primero nosotros fuimos a reclamar porque se inundó como tres veces el barrio a donde estoy, el barrio viejo. Primero pasó una tormenta que dejó sin techo a muchas familias, y después cayó una lluvia que dejó todas las casas bajo el agua. Y yo veía a la gente, y me llamaban para ver qué podíamos hacer y por qué no pedíamos ayuda al Gobierno. Y como yo tenía el número del intendente, le mandaba mensajes y le pedía que mande mercadería para que la gente tenga para comer, porque no se podía hacer nada, porque las casas estaban bajo el agua. Vinieron cosas pero no nos entregaron, entregaron sólo a la gente criolla y a nosotros no. Entonces fuimos a la municipalidad. Y ahí la gente decidió tomar la municipalidad. Pidieron que les entreguen las cosas que les mandó el Gobierno provincial, y que si no nos daban la mercadería y los colchones, la gente no se iba a ir de ahí. Y esa noche se largó a llover y no podíamos salir. Estuvimos toda la noche en la municipalidad. Estuvimos en el tinglado, y cuando entramos al depósito había colchones, mercadería, pero la mercadería estaba en mal estado. Y no sólo eso: en un salón muy grande había cajones de los muertos. O sea que ellos metieron la mercadería en los cajones de los muertos. La leche y la harina la tenían ahí, y a la gente no le importaba, porque sacaban y sacaban la mercadería, sacaban sus bolsas y no les importaba si estaba en buen estado o en mal estado …porque estaban necesitados… y yo le preguntaba al intendente por qué no les daban los colchones así podían irse de ahí porque ya nos estaban rodeando los policías. El Gobierno mandó unos 400 policías para que nos saquen a la fuerza, entonces la gente tenía miedo. Yo lo hablé con el intendente y él accedió, y nos dio los colchones y las mercaderías, y hasta nos prestó vehículos e hicimos como cuatro viajes. Con la mercadería en mal estado, pero igual la gente se la llevaba. Y desde ahí empezaron los problemas con el intendente y sus dirigentes. Y todos los criollos se organizaron pidiendo que me metan preso. Y desde ese momento empezaron a decir que Agustín estaba haciendo mal las cosas, tomó la municipalidad, que saqueó las cosas… estaban desviando el tema.
Yo sé que el intendente y todos los funcionarios de Formosa, buscaron la forma para que me metan preso. Y desde ese momento la gente que estaba conmigo estaban contentos, porque ya tenían la mercadería, y todas esas cosas. Después hicimos una nota de la cual yo tengo la copia, pidiéndole al intendente por las cocineras que cobran 1000 pesos por mes y los serenos que cobran apenas 500. Pidieron que les aumenten el sueldo y hasta ahora no cumplieron. Eso le molestó al Gobierno, tanto local y provincial. Desde ese momento empezó la persecución. Cualquier cosa que sucedía en el barrio me culpaban a mí. Yo era el instigador, yo era el que robaba. Había muchas cosas que están mal, y si la gente me pide que la acompañe, yo la acompaño.
–El agua es justamente lo que más le están quitando a los pueblos originarios y a la comunidad wichí en general…
–En Juárez se acarrea agua en bidones. Y las personas toman de la misma agua que toman los animales. Yo voy a un pueblo, veo que tienen cabras y toman de la misma agua. Y yo grabo , escribo y subo a mi página, muestro lo que todavía está sucediendo. El gobierno manda agua en camiones con un encargado, ese encargado debe proveer agua a la gente del interior. Pero le pedís agua al encargado y te cobra el agua 500 pesos o hasta 900 cuando es en el interior. Y la gente no puede comprar el agua, es un elemento vital para la comunidad, algunas crían animales. Para poder sobrevivir sí o sí tienen que tener agua. Antes, las comunidades tenían agua. Pero ahora está todo alambrado o contaminado.
–¿Cómo ves la situación de los pueblos originarios en Argentina?
–A nivel país yo creo que los pueblos originarios tenemos que estar unidos, porque si no se aprovechan los blancos, como decimos nosotros. Y al estar unidos podremos lograr aunque sea que nos respeten, o si no lograr algunas cosas que nos benefician a nosotros como originarios. Porque ahora, en estos años, los territorios y las tierras están en manos de grandes empresarios, y nosotros, como originarios, le pedimos al Estado o a la Provincia un territorio o alguna hectárea y te piden por cantidad de personas. Pero cuando lo pide un empresario no le preguntan sobre la cantidad de personas. A nosotros como originarios si nos preguntan qué cantidad tenemos como comunidad. Y a nosotros nos duele perder muchas tierras en manos de extranjeros y gente que viene de afuera. En este 2017 hubo muchos terrenos que hemos perdido.
–¿Le querés enviar un mensaje a Facundo Jones Huala?
Este mensaje se lo envío al lonko Facundo, a quien personalmente no conozco pero sí sigo su historia. Sé que no es fácil estar privado de la libertad. Yo pasé por esa situación y creo que el Gobierno le quiere cerrar la boca metiéndolo en una prisión. Pero yo sé que vas a salir. Desde acá te mando fuerza, porque estando en la cárcel uno no sabe si va a sobrevivir, por estar privado de todo, de la libertad, y tener solamente dos horas de recreo. Desde acá te mando mucha fuerza. Porque cuando yo estaba en la prisión de Las Lomitas recibía saludos y cartas tuyas. Y era como que vos estabas en otro calabozo cerca mío. Sentía que yo estaba en una celda y vos estás en otra. Leía el escrito y me daba ánimos. Me dio fuerza para seguir adelante. Al leerte me fui enterando de todas las cosas que le van sucediendo al pueblo mapuche. Yo sé que es muy difícil pero al estar unidos tenemos que lograr lo que nosotros queremos y el respeto de que nos devuelvan lo que es nuestro, lo que es la tierra. Sé que vos estás preso por el tema de los territorios pero no hay que aflojar, hay que seguir fuerte y firme, porque hay niños y ancianos que vieron tu lucha, como a mí me pasó. A veces uno se quiere dejar todo y ellos te hacen seguir, en mi lucha había gente mayor y ellos tenían una esperanza en mí. Facundo sería bueno que pienses en los niños y en la gente mayor que vieron tu lucha. Y hay gente que ha muerto por causas en las que te acompañaron. Hay que levantar los brazos y seguir adelante, porque al Gobierno, tanto nacional como provincial, le duele cuando uno habla. Yo siempre en la pared del calabozo contaba los días que Santiago seguía sin aparecer y ponía al lado la carta tuya.
Facundo desde acá te mando muchos saludos y desde la distancia te abrazo en el espíritu. Y yo creo que vos sos mapuche y yo soy wichi, y me gustaría viajar hasta ahí y conocerte personalmente. Ir y recorrer, y conocer a todos los hermanos que están privados de la libertad sólo por ser originarios. Desde acá te mando un abrazo.
–¿Qué le dirías a la familia de Santiago?
–Le mando muchos saludos y fuerza a la familia de Santiago Maldonado. Yo sin conocerlos siempre seguía las noticias que escuchaba. Yo estaba en Formosa capital, en la alcaldía, y vino la hermana que falleció, Nilda Eloy, y ella me contó que había desaparecido un hermano que estaba apoyando el movimiento mapuche. Y yo le dije que no podía ser que a quienes nos querían ayudar, los maten. Y empecé una huelga de hambre. Yo conozco a muchos hermanos que son así, que les interesa ayudar a los originarios Y eso es lo que más molesta porque el Gobierno …tanto nacional y provincial– no quieren que ningún blanco se mezcla entre nosotros.
Yo tenía una radio a pilas y escuchaba todos los noticieros. Yo estaba en una celda con muchos presos. Y ellos al ver que yo no tenía problemas con ellos y me interesaba mucho lo que estaba pasando con Santiago, ellos me decían: vos tenés que comer. Dejá de pensar, si no comés te vas a morir (…) y yo les decía: “ hay otro compañero hermano que anda desaparecido, y los hermanos de ellos están preocupados”. Yo ya no sentía hambre, nada más pensaba dónde será que está el muchacho, dónde estará Santiago. Desde acá les mando muchos abrazos a Sergio y a Germán, yo sé que es muy difícil perder a un hermano.
–¿Cuando le preguntaste a Claudio Avruj sobre Santiago Maldonado cuál fue su respuesta?
Que con los mapuche no me metiera, que los mapuche son violentos.