“Quisiera dar las gracias al Primer Ministro y al pueblo griego por haber dado la bienvenida cortésmente a nuestras fuerzas navales estadounidenses en la Bahía de Souda. También felicito a Grecia por ser uno de los pocos países de la OTAN que actualmente dedica al menos el 2 % de su PIB a la defensa.”

Así es cómo el Presidente de los Estados Unidos confirmó las excelentes relaciones entre ambos países. Esto es una consecuencia de las obligaciones de Grecia con la OTAN y una política que no se ve afectada por ningún tipo de crisis económica. Y por supuesto, esta es una política a la que Alexis Tsipras se habría opuesto con toda su energía si hubiera estado en la oposición.

«El coste real del F16 es de 1.100 millones de euros», afirmó el ministro griego de Defensa, Panos Kamenos. Hoy, en Twitter, los griegos están circulando varias ideas sobre cómo Grecia -en esta crisis económica- podría haber gastado este dinero, proponiendo otras prioridades como la educación, la salud y el trabajo. Nuestro Gobierno está gastando el dinero de esa manera porque espera estabilidad geopolítica con la intervención de la OTAN en el mar Egeo y también está proporcionando a los Estados Unidos un centro operativo en la bahía de Souda, Creta, para un mejor control de Oriente Próximo. El gobierno gasta nuestro dinero de esta manera porque espera que el FMI desempeñe un papel específico en el período posterior al tercer memorándum, al que estamos sujetos actualmente, y por último, gasta nuestro dinero de esa manera mientras espera las futuras inversiones de las empresas estadounidenses, que, por supuesto, si eso ocurre, se harán de acuerdo con sus condiciones de trabajo.

Ya sabemos que en estos momentos no tenemos un Gobierno de izquierda en Grecia. Por lo tanto, no deberíamos sorprendernos cada vez que nuestro Primer Ministro se traiciona a sí mismo. Tal vez nos preocupa su grado de «madurez» a lo largo del tiempo y a medida que va adquiriendo experiencia en los asuntos de negocios. Otra razón puede ser que, en busca de una alternativa en el espectro político, no podamos encontrar nada «más de izquierda».

Aunque -una vez más- es lamentable que seamos tan buenos clientes de la OTAN, con todo lo que esto implica, la buena noticia es que con movimientos políticos como éste, el abismo entre los 300 parlamentarios y la población se está ampliando. Hace apenas una semana, vimos la incapacidad de la oposición para mantener su promesa y votar a favor de una ley sobre el reconocimiento legal de la identidad de género. Hoy vemos al gobierno -que se supone que promueve los derechos humanos- arrodillándose ante Donald Trump y siendo felicitado como un buen cliente en el mercado de armas.

La crisis de la democracia parlamentaria formal se agrava día a día. Y puesto que siempre hay una alternativa, les recuerdo que la democracia tiene otras formas de expresarse, más directamente. Y, en mi opinión, la sociedad ya se está preparando para el mañana.