Por Javier Paredes Godoy
La docente de la U. Central indicó que «lo menos que se podría esperar es que los ‘técnicos’ y los ‘políticos’ se leyeran la propuesta y que tuvieran la valentía de trasparentar sus posiciones e intereses». Además, llamó a votar en el plebiscito de No+AFP «porque es un medio tremendamente valioso en la construcción de democracia» y para «forzar al mundo político a generar un verdadero sistema de seguridad social».
A un día de que termine el plazo para votar por el plebiscito convocado por el Movimiento de Trabajadoras y Trabajadores No+AFP, la ex Directora del Trabajo durante los gobiernos de Eduardo Frei Ruiz-Tagle y Ricardo Lagos, y hoy académica de la Universidad Central, María Ester Feres, explicita su llamado a sumarse al proceso.
La abogada laboralista, quien anteriormente ha calificado la reforma laboral realizada por Bachelet como una reforma “antisindical”, realiza un duro balance del actual Gobierno y explica por qué esta vez hay que optar por un camino extra institucional.
Feres, reflexiona “si el mundo social no se empodera de sus derechos de ciudadanía se nos muere la democracia”.
¿Cuál es el balance general que realiza en materia de trabajo de parte del actual gobierno?
Muy insuficiente y en lo sustantivo, negativo. De una parte, se desaprovechó la mayoría parlamentaria de la coalición gubernamental para introducir reformas estructurales al Plan Laboral de la dictadura cívico militar, en el estratégico ámbito de las relaciones colectivas de trabajo, homologando nuestra legislación con los Convenios internacionales suscritos por Chile sobre Libertad Sindical (derechos a la autonomía funcional del sindicalismo, a la negociación colectiva y a la huelga), comprometidas y adeudadas desde el Primer Programa de Gobierno de la Concertación.
De otra, los fundamentos del proyecto de reforma, al ser enunciado como uno de cambios estructurales sin serlo, perseguía implícitamente la legitimación social y política del sistema vigente. Me explico:
En los hechos, el proyecto inicial con las reformas finalmente aprobadas (tras la inesperada ayuda del Tribunal Constitucional, que llevó a la supresión de los grupos negociadores) refuerza el enclaustramiento legal de la negociación colectiva al nivel de la empresa; concibe la huelga como un hecho indeseado y perjudicial para la empresa y la economía y no como un derecho fundamental, un derecho de legítima presión de las y los trabajadores.
Así, finalmente, el proceso de reforma evidencia claramente la falta de voluntad política de la colación de gobierno de mantener en lo sustantivo un sistema de relaciones laborales que desde hace más de 36 años constituye uno de los componentes estratégicos del modelo neoliberal vigente, con las brutales desigualdades económicas y sociales, y la alianza espuria entre las grandes corporaciones y el mundo político, que las grandes mayorías nacionales sufren y rechazan, ya sea activa o pasivamente.
Sobre la eventual reforma al sistema de pensiones, ¿cuál es su perspectiva?
En materia de pensiones, hoy queda al desnudo que el sistema de AFPs fue concebido para generar internamente un mercado de capitales con el dinero de las cotizaciones de las y los trabajadores asalariados. Jamás se tuvo en cuenta los principios de la seguridad social, descuajando de raíz un verdadero sistema de pensiones, que, si bien tenía insuficiencias, ellas podían ser perfectamente corregidas y mejoradas.
El resultado, tras casi 35 años de vigencia, son las pensiones miserables de la inmensa mayoría de las y los trabajadores jubilados, que como “la historia de una muerte anunciada”, están destinados a engrosar los porcentajes de población en pobreza, ante el incremento vergonzoso de las desigualdades económicas en que el 0,1% más rico profita descaradamente de los beneficios de un capital que no les pertenece.
El proyecto del Gobierno no avanza en los principios de la seguridad social. No tiene como base la reformulación del sistema, los cambios son menores, no mejorará realmente las pensiones; y, al igual que con otras reformas, en especial la laboral, subyace la legitimación social y política del sistema de AFPs.
La defensa del pernicioso y poco transparente funcionamiento de un mercado de capitales conformado en su inmensa mayoría por los dineros de las y los trabajadores, es clara. La mitad de los integrantes de la Comisión Presidencial del Sistema de Pensiones, conocida como Comisión Bravo, estuvo por la creación de un sistema de reparto, como base de funcionamiento, que podía ser complementado con fondos de ahorro individual.
Se miente, ocultando las verdaderas razones, cuando se señala que la propuesta del movimiento no más AFP es inviable, que no da cuenta de los futuros cambios demográficos, que sería imposible de financiar, etc. Nada de ello es cierto. Lo menos que se podría esperar es que “los técnicos y los políticos” se leyeran la propuesta y que tuvieran la valentía de trasparentar sus posiciones e intereses.
¿Considera que las actuales instancias de organización gremial de los trabajadores y trabajadores son suficientemente representativas?
El movimiento sindical desde hace décadas vive un período crítico. Visto en perspectiva histórica es posible constatar que la política de desarticulación del sindicalismo del Plan Laboral, continuada por los gobiernos de la larga transición, fue efectiva. Ello unido a la dominación ideológica-cultural del individualismo, de la desvalorización de lo comunitario y colectivo, de la construcción común de sociedad a partir de la desvaloración del trabajo, etc., le dificulta aún más el enfrentar la gestión neoliberal de la globalización, así como los cambios duros producto de la celeridad y profundidad de la revolución tecnológica, entre otros muchos problemas, varios de ellos de responsabilidad propia. Todo ello conlleva a la baja representatividad actual. Eso sí, existen algunas señales que permiten vislumbrar un mejor futuro al sindicalismo, siempre que este aúne demandas y esfuerzos en su interior, así como con las otras expresiones del mundo social.
Fue Directora del Trabajo, es decir, participó de una responsabilidad totalmente institucionalizada y ahora convoca a un plebiscito totalmente extra institucional ¿por qué?
Es cierto que fui Directora del Trabajo por casi 11 años. Lo hice consciente de las deficiencias del modelo, pero convencida que había tareas importantes y previas en las que se podía avanzar. Me refiero en particular en contribuir al fortalecimiento de una institución que tiene por objetivo esencial la aplicación de un derecho del trabajo tuitivo y de rescate de los derechos fundamentales de las y los trabajadores, individual y colectivamente; y, el luchar por volver a poner al trabajo como parte sustantiva del debate político y público. Creo, con humildad, que en conjunto con otros profesionales comprometidos y con la inmensa mayoría de sus funcionarios, algo se avanzó en esa dirección.
El que ahora esté apoyando decididamente al Movimiento de Trabajadores y Trabajadores por No+AFP me parece muy coherente con lo que he hecho siempre: luchar desde dentro de un Gobierno y desde el 2004 fuera de él, por lo que me exige mi compromiso social y político.
¿Qué se agotó en la política institucional para tener que optar por este otro camino?
En su momento no fue una opción, ya que el Presidente Lagos me pidió la renuncia. Me mantuve hasta entonces en el cargo, a pesar de la resistencia de importantes grupos empresariales, porque pensaba que aún había espacios para avanzar. Pero nadie es indispensable ¿sabes?; y, la fortaleza de los proyectos se demuestra cuando estos no dependen de una persona.
¿Por qué llama a votar en el plebiscito de NO+AFP?
Qué duda cabe que la inmensa mayoría de los chilenos perciben que las AFPs no tienen nada que ver con la seguridad social; que constatan diariamente que la vejez va indefectiblemente unida a la pobreza; que hay muchas causas oscuras, intencionadamente tergiversadas, para justificar un modelo de crecimiento que beneficia sólo a una ínfima minoría.
Se debe votar porque hay que forzar al mundo político a generar un verdadero sistema de seguridad social, solidario de verdad, con base en un sistema de reparto, complementado con otro de ahorros individuales, para quienes puedan hacerlo.
Si el mundo social no se empodera de sus derechos de ciudadanía se nos muere la democracia. Si la participación política no aumenta o sigue disminuyendo, nuestra democracia ya no sólo estará enferma, sino que entrará en “estado de coma”.
Si los dirigentes políticos no entienden que ellos tienen la obligación de representar los intereses de las grandes mayorías, son dichas mayorías quienes deben asumir la responsabilidad de forzarlos a entender.
Por todo lo anterior, una masiva participación en el plebiscito convocado por el Movimiento de Trabajadores y Trabajadores por No+AFP constituye una oportunidad colosal de avanzar en el sueño de una democracia participativa.