El 22 de octubre, los ciudadanos de Lombardía serán convocados a un referéndum consultivo, preguntándoles si quieren que el gobierno regional pida al Estado una mayor autonomía en diversos ámbitos, como el medio ambiente, la educación, la organización sanitaria, la coordinación de las finanzas públicas y el sistema fiscal.
Mediante la admisión explícita del presidente Maroni, la petición de autonomía tiene como objetivo principal mantener en Lombardía una parte de los ingresos fiscales que ahora se transfieren al Estado y gestionar el orden público y la seguridad de forma independiente (leer: inmigración). Así que nuestro primer NO es político. No aceptamos el principio de que deberíamos tener derecho a que las regiones más ricas conserven sus ingresos fiscales en lugar de ayudar a apoyar a las regiones más desfavorecidas. No aceptamos que la Liga pueda gestionar el orden público «a su manera».
Este referéndum, que no es necesario porque la Constitución ya prevé que las regiones individuales puedan solicitar al Estado una mayor autonomía, no es más que el inicio de la campaña electoral de Maroni, con vistas a las elecciones de 2018. Un movimiento estratégico financiado con nuestro dinero, nada más que un gigantesco spot publicitario de la fuerza política más abiertamente antihumanista del panorama político italiano. Por lo tanto, digamos NO al egoísmo y al racismo.
Otro NO se refiere a que este tipo de autonomía conduce a un mayor grado de democracia y participación ciudadana, porque es mentira. Los humanistas estamos absolutamente a favor de la descentralización del poder; siempre hemos mantenido que el poder de decisión está en el pueblo, organizado en comunidades locales con gran autonomía y gobernado por un sistema de democracia real y participativa, y que el Estado debe ser simplemente la esfera de coordinación de estas comunidades. Pero la autonomía que a Maroni le gustaría ver no tiene nada que ver con la democracia real; los ciudadanos estarían más cerca del poder, pero no podrían interactuar con ella porque la propuesta de la Liga no pretende cambiar el modelo de democracia formal y no contempla la creación de nuevos mecanismos democráticos, a través de los cuales el pueblo pueda ejercer su soberanía. Así que, una vez más, este referéndum es sólo un humo en los ojos de los votantes.
¿Por qué ir a votar? Por respeto el instrumento del referéndum, aunque en esta ocasión está limitado por el hecho de que no es vinculante. Debemos presionar para que se celebren cada vez más consultas y sean siempre vinculantes, pero no es justo que los boicoteemos cuando se les llame. Tristemente, vemos que algunas fuerzas políticas opuestas a la autonomía optan por una estrategia de abstención y vacían el instrumento de sentido del referéndum, con el objetivo de que fracase porque no se ha alcanzado el quórum. Si no valoramos las consultas, si las boicoteamos con el único propósito de ganar, deslegitimaremos el instrumento participativo y abriremos el camino a su futura abolición en lugar de fortalecerlo.
Por eso debemos enfrentarnos a los defensores de la propuesta Leghorn y luchar contra ellos sobre el terreno.