Por Zabier Hernández Buelvas
Llegué a la ETCR la Variante en Tumaco a las 8:58 a.m. del 21 de octubre pasado. Desde que dejé la vía al mar y desvié hacia el Espacio Territorial, lo que se ve es una alta presencia militar de la unidad de seguridad del ejército adscrita para la implementación.
Llego a la entrada de la ETCR. Antes llegaba uno y había mucha gente, la atención era amable y ágil, brindaban tinto, agua o gaseosa, entraban y salían camionetas, gente y circulaban mujeres, hombres, niños, niñas y adolescentes en un ambiente familiar y esperanzador.
Ahora llegué y lo que encontré es desolador. Una escolta es la que me recibe. Mucha seriedad, gestos de desconfianza, caras de preocupación. Pregunto quién me puede recibir, doy mi nombre, un hombre con paciencia desganada camina hacia una de las casas hechas en Súper Boart, regresa con la misma seriedad y me autoriza la entrada.
Desde que entro siento la soledad de lo que antes fuera un hervidero de gente. Encuentro a Romaña sentado en una mesa, preocupado, como con rabia pero sereno y lleno de argumentos sobre lo que ha pasado en todo el proceso de implementación, pero sobre todo sobre los hechos ocurrido desde el 5 de octubre en El Tandil y lo último que fue la detención de uno de los integrantes de la ETCR en un allanamiento que no vacila en calificar como un “falso positivo”.
Henry Castellanos “Romaña”, ex comandante del Bloque Oriental de las antiguas Farc-Ep, era el responsable de la Zona Veredal de Transición y Normalización de la vereda la Variante en Tumaco, ahora convertida en Espacios Territoriales de Convivencia y Reconciliación ETCR.
Le pregunto qué va a hacer y me dice “aquí estoy, sigo cumpliendo. Aquí han venido ya los del gobierno a reconocer que se equivocaron pero no lo dicen en público”. Sigue diciendo “escuché que la tal intervención integral del gobierno son 7 mil policías y soldados que traerán a Tumaco” y prosigue argumentando “¿por qué no traen mejor 7 mil ingenieros que hagan vías? Allí les dije a los del gobierno, las Farc hizo 60 km de carretera, faltan 7 y un ferri en el km 63, para comunicar la vía al mar con la frontera, ¿por qué no lo hacen en vez de militarizar la zona? Eso si crearía confianza en la gente”.
Le consulto por la gente. ¿Qué se hicieron, a dónde fueron? Se queda pensando, no es hombre que deje ver debilidad en la primeras, pero en esta pregunta deja ver su tristeza y preocupación. “Se han ido, tienen temor, si fueron capaces de llevarse a uno de los nuestros, sin orden, de manera arbitraria, imagínese. Todo es una mentira, un montaje. Nos quieren debilitar a punta de montajes y mentiras”. Insisto, pero la gente, ¿los excombatientes volverán? Vuelve y me mira serio. “Eso depende del Gobierno. Si cumple y respeta los acuerdos estoy seguro que volverán, esto es una lección de los excombatientes en decirle al gobierno que no están dispuestos a seguir soportando tantas mentiras”.
Me muestra tendido sobre una gran mesa, un estudio socioeconómico y topográfico de la zona de Alto Mira y Frontera. Lo señala y dice, “el gobierno quiere que le dé estos estudios y ni siquiera preguntan cuánto costó, esto lo tenían que hacer ellos”. Hace una pausa, mira el whatsapp y retoma “el gobierno no quiere entender que esto se resuelve con inversión, con poner a producir y procesar, pulpas de alimentos. ¿Por qué no le suben el precio de compra al cacao y le pagan al campesino 8 mil por kilo con un bono subsidiado al productor? Esto no acabaría de inmediato la coca pero incentivaría a que la gente vaya viendo otras opciones”.
Puedo notar que a pesar de que el convencimiento de Romaña sobre la paz es real, a pesar de la soledad, piensa en el presente y futuro, en los problemas que hay que resolver, piensa en la gente del Tandil, habla de un homenaje a ellas y de un monumento que hay que hacerles. Reclama verdad y justicia en el asesinato de 6 excombatientes en el Charco, lamenta el asesinato de Jair Cortez y cree que es posible aun creer y avanzar. Mientras tanto asume la soledad del incumplimiento del gobierno con entereza y espera a su gente.
Me voy pensando en que el gobierno, con todos estos hechos erráticos, está haciendo un gran daño, no solo a las comunidades afectadas por su política agresiva de erradicación forzada, sino, también un daño a los integrantes de la ETCR, porque destruye las esperanzas de un gran contingente de excombatientes que se entregaron a este proceso y en especial en esta ETCR en la que estaban sembrando y construyendo alternativas propias, en las cuales el gobierno no había puesto ni un peso.
Me voy pensando en esa soledad del incumplimiento que hoy tiene en vilo la reincorporación y la implementación de los acuerdos. Me voy pensando en cómo aportar a salir de este momento tan crítico y no encuentro otra salida que la unidad y seguir en la lucha.