Por: Erika Vicente (*)
Ser mujer tiene desventajas. En el Perú, todas hemos sido violentadas por un machismo que no distingue estrato social, nivel educativo o color de la piel. Este problema, que está arraigado culturalmente y se encuentra muy extendido entre la población, viene generando gran sufrimiento en las mujeres, que representan el 50% de la población.
La violencia de género se ve plasmada en lo cotidiano, desde la violencia verbal en las calles, pasando por las conductas misóginas soterradas, hasta violaciones sexuales y feminicidios. Entre los extremos hay muchas otras agresiones no menos graves, como la diferencia en los sueldos entre hombres y mujeres por hacer el mismo trabajo: según los estudios, por ser mujer se tiene un sueldo 33% menor que si fuera hombre; o como cuando los jefes o compañeros de trabajo creen que por ser mujer les debes atenciones “extras” de todo tipo.
Pero las mujeres vienen avanzando. La mayoría utilizan estrategias dirigidas a disminuir su vulnerabilidad; especialmente apelando a la educación en pro de la autonomía económica y/o alejándose de los roles antiguos establecidos para ellas. Ante este avance, la respuesta de muchos hombres, que no están dispuestos a perder el control, ha sido la agudización de la violencia física y mental contra ellas. Casos espeluznantes de feminicidios y tortura son el pan de cada día en todo el país.
Esta ola de violencia, aunada a la desidia del Poder Judicial que ha absuelto a los hombres responsables o les ha dado penas menores a las contempladas por el Código Penal, generó que las mujeres se levanten en el ámbito público. Mujeres organizadas mediante redes sociales vienen llevando a cabo fuertes llamados de atención a la sociedad a nivel nacional, los eventos más importantes fueron las dos marchas del NiUnaMenos en agosto del 2016 y agosto del 2017.
Mujeres sin distinción de edad, estrato social y nivel educativo asistieron masivamente. En la marcha del 2016, los medios estimaron una asistencia de entre 300 mil y 500 mil personas. En la historia del país, nunca una marcha congregó tal cantidad de gente. La presencia de jóvenes, hombres y mujeres, fue notable y evidenció que las nuevas generaciones llevan la batuta en esta lucha contra la violencia machista. Estas protestas por parte de la sociedad civil han puesto el tema en la mesa y vienen produciendo un impacto político y social.
Así, se vienen generando proyectos de ley de protección a la mujer; existe presión de la sociedad civil sobre las acciones del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables y se hizo una protesta contundente cuando se sugirió su cierre; la policía está mejorando su sistema de toma de denuncias; asimismo se viene formando al personal del Poder Judicial para el tratamiento de violencia de género. Una cuestión a resaltar es que nuevos colectivos feministas se vienen constituyendo a partir del sentimiento común en las marchas.
Cada vez es más claro que el feminismo, entendido como la lucha por la igualdad de derechos de las mujeres y hombres, es imprescindible para el avance y la evolución del ser humano; porque tiene que ver con el reconocimiento del otro como igual, lo que permite expresar, sentir y propiciar el enorme potencial humano. Esto permitirá liberarse de roles no elegidos que conducen a la cosificación, el sometimiento, la humillación y el sufrimiento de seres humanos. Se trata de una cuestión clave e indubitable en este momento histórico.
Esta lucha iniciada por mujeres de todo el mundo hace centurias, ha alcanzado un punto de no retorno. En el Perú, el hito clave ha sido la marcha NiUnaMenos del 2016. Nada fue igual después. Hoy, el empoderamiento masivo de las mujeres y su resolución en cambiar su medio se nota en las calles, en el trabajo; en todos los ámbitos. Esto conforma un verdadero ejemplo de lucha no violenta. Por eso, nunca antes más de acuerdo con un cartel de la marcha NiunaMenos 2017 que afirma: “¡La revolución será feminista o no será!”.
#NiUnaMenos
(*) Erika Vicente
Es docente en la PUCP y miembro del Centro de Estudios Humanistas Nueva Civilización.
El texto del presente artículo también fue publicado en la revista Dos Orillas, Año 1 Nro. 2, setiembre 2017 publicado en Lima – Perú.