Las nuevas tecnologías de información y comunicación (TICs) están produciendo una revolución a gran escala cuyo impacto en todos los planos no resulta fácil predecir. Los cambios que se están produciendo en el mundo que nos toca vivir está afectando tanto la forma en que se organizan las empresas, como su producción y la interacción con los clientes.
El impacto de los cambios se expresa en el incremento de las ventas en línea vía internet, en la intensa interacción humana a través de las redes sociales, en el aumento de aplicaciones para los celulares que han pasado a ser dispositivos imprescindibles para quienes no quieran quedar “fuera de onda”, en la masividad del marketing digital. Todo ello de la mano de pequeñas empresas que en la actualidad son grandes empresas globales, que no conocen fronteras, como es el caso de Google, Facebook, Apple, Amazon, entre otras.
La industria 4.0, también llamada industria inteligente o conectada es aquella que digitaliza sus procesos productivos mediante la introducción y aplicación intensiva en las fábricas de las nuevas tecnologías digitales, esto es, sensores, comunicación entre máquinas en tiempo real y sistemas de información. Todo ello con miras a hacer más eficientes los procesos productivos, en términos de tiempos de producción, de calidad de los productos y de menores costos. Buscando una mayor productividad, satisfacción de los clientes, añadir servicios a los productos físicos, proveer servicios de postventa, disponer de información respecto de los intereses y demandas de los clientes que facilite el mercadeo digital.
La industria 4.0 se apoya esencialmente en el análisis de grandes volúmenes de datos, la computación en la nube, la ciberseguridad, la robótica y la integración de los procesos. Se aspira es que toda empresa funcione como un reloj suizo, esto es, tiquitaca.
No se trata de empresas autodirigidas y gestionadas por robots, aun cuando existan actividades y procesos robotizados, sino que de un profundo cambio en los ambientes laborales como consecuencia del desarrollo de sistemas de software y de análisis de datos capaces de transformar grandes volúmenes de datos (big data) en información útil y valiosa para la producción de bienes/servicios que se ajusten a las necesidades de clientes específicos.
Mientras la primera revolución industrial tuvo que ver con la mecanización del trabajo, la segunda se relaciona con el ensamblaje en la producción en serie. Y así como la tercera revolución se asocia a la computación y la automatización, en esta cuarta revolución cobra relevancia la convergencia entre la automatización de los procesos industriales y las TICs, las que permiten optimizar las operaciones, reducir costos y mejorar la calidad de los productos y/o servicios finales.
El desafío de quienes lideran las empresas es iniciar y gestionar este proceso de transformación digital. De lo contrario corren el riesgo de quedar a la vera del camino.