Todavía mareado por el largo viaje que desde Italia me ha traído hasta acá, a Chile, desembarco en Santiago y de inmediato me veo inmerso en el clima frenético de la campaña electoral. No quiero perder tiempo y sobretodo quiero saborear a fondo toda la energía que circula aquí en este momento.
Hay que ir a buscar a Beatriz Sánchez, la candidata a la presidencia de la coalición del Frente Amplio, para llevarla a la Feria de las Editoriales Independientes que esta tarde se realiza en un parque del barrio Providencia. Vamos.
Me detengo un momento en este detalle: no es tan normal que para una elección presidencial hayan voluntarios que acompañen a una candidata. Normalmente los candidatos tienen derecho a una escolta y a protección policial especial, dada la posición expuesta en la que se encuentran. Beatriz en cambio ha rechazado esa posibilidad: quiere seguir siendo, incluso durante la campaña electoral, una chilena común.
Llegamos frente a su casa y lo primero que comentamos con los amigos que están conmigo, es que “no podría nunca ser la casa de un presidente italiano, ni siquiera tal vez de uno chileno”. Pequeñas señales que muestran que la Sánchez es realmente una persona “normal”, una persona media como se dice aquí, que no se da aires de no sé qué y que de verdad quiere que sea la gente la que entre a La Moneda y tome las decisiones. El poder de muchos, el eslogan de su campaña, no es sólo una frase que aparece escrita en un volante, sino un estilo de campaña y una intención que se traduce en la práctica cotidiana.
En el auto, entre una sonrisa y una broma, se habla tranquilamente del acceso a la cultura, del mundo de las editoriales que monopolizan las multinacionales, del analfabetismo funcional (un tema del que también hablamos durante la presentación del libro de Pressenza en Nápoles). No sé si les sucede a ustedes, pero a mí no me pasa todos los días el estar conversando y tratando de tú a una candidata a la presidencia de un Estado.
Llegamos puntuales a la cita y aquí también se notan diferencias respecto a los otros dos candidatos a presidentes, que aceptaron participar del debate de esta tarde pero que llegarán atrasados. Bajando del auto, llega el primer saludo de un muchacho en bicicleta que se cruza con Beatriz y le desea suerte, y le basta con poner un pie en la Feria para recibir de inmediato saludos, espaldarazos y pedidos de selfie. La gente parece impregnada de su energía y reconoce a nivel de piel la sinceridad y la validez del proyecto de país que ella encarna.
Nos sentamos en primera fila y escuchamos el debate sobre las políticas culturales y de valorización de la lectura que proponen los tres candidatos. Ya había visto en vídeo a “la Bea”, pero en directo se aprecia mejor aún su presencia carismática, su modo de hablar tan vivo, acompañado de sonrisas, y la claridad con la que expone sus propuestas, que reflejan una gran lucidez también en sus ideas.
Algunos temas que propone son la voluntad de transformar en real y lo más amplio posible el acceso a la cultura, aumentando en primer lugar las inversiones estatales desde el actual 0,3% del presupuesto al 4% recomendado por la Unesco; la implementación de políticas públicas de incentivo de la lectura, apuntando a la descentralización; la valoración de la diversidad cultural del país, sosteniendo la cultura popular de las distintas comunidades e impulsando la difusión de la poesía y el ensayo; la propuesta de un modelo educacional que en las escuelas priorice la colaboración por sobre la competencia, y que incentive la trasversalidad de los saberes así como las interdisciplinas. En sus intervenciones se refiere con frecuencia a las asambleas participativas y a la consulta final online que permitió definir el Programa de muchos que será presentado en breve.
Lo que más me desconcertó de todo el debate fue la total coincidencia entre las cosas dichas desde el escenario y aquellas que mencionó en el auto la candidata del Frente Amplio. Parece que estuviera en otro planeta: no estoy acostumbrado a toda esta coherencia en alguien que se presenta a las elecciones!
Se hace tarde y al final del debate dejamos a la candidata a Presidenta con otros voluntarios del equipo: para ella la jornada no ha terminado todavía, la campaña electoral deja poco tiempo para el descanso. Regresando a casa me digo: para el 2018 debemos encontrar cuanto antes una Beatriz italiana.