El domingo pasado concluyó la semana de la no violencia en esta ciudad. En el espacio Unzué se realizó un festival artístico y actividades simultáneas en los diferentes salones. Participaron más de 3000 personas. El reconocimiento de este año fue para el Movimiento de mujeres de Mar del Plata.
Con la organización del Colectivo por la No Violencia participaron del festival artístico la Orquesta Clericot, Nubes (homenaje a Spinetta), Rocío Baraglia, Nevenka, Esquejes y la Murga Caprichosa Alegría. Además se realizaron distintas actividades como Yoga, Danzas Circulares, Biodanza, Tang Su Do, Ceremonias de bienestar, Eutonía, Charlas sobre violencia de género, sobre alimentación consciente, una intervención del Colectivo Crisálida, talleres de no violencia y arte plástico en vivo con Griselda Olea, Ana Laura Reyes, Santiago Guerra en pintura y Sol Pomares en alfareria.
Al finalizar el festival los asistentes participaron en el armado sobre el parque del Unzue, del símbolo humano de la no violencia.
El cierre fue en el teatro Leonardo Favio con la entrega de las distinciones a cada organización participante, el reconocimiento del año a la trayectoria no violenta para el Movimiento de Mujeres y la actuación de Claudia Sánchez quien interpretó canciones de autoras.
El movimiento de mujeres estuvo representado por Ester Daye, Flavia Camerucci, Valeria Crespo, Patricia Gordon, Verónica Lagos, Marina Iscaro y Karina Freire.
Este es el texto leído al entregarse el reconocimiento:
Este reconocimiento es una afirmación. Una afirmación donde permanentemente aparece la negación, el ninguneo, el quitar entidad a las víctimas y a los victimarios naturalizando un orden de cosas como diciendo “aquí no pasa nada”.
Pero pasa. Y mucho.
Vivimos en una ciudad donde decenas de mujeres entre 1996 y 2003 fueron asesinadas por un personaje inverosímil creado por cierta prensa al que se llamó “el loco de la ruta”.
En realidad, este personaje sintetizaba una red de complicidades que incluía policías, políticos, jueces, fiscales.
Pero este mecanismo aceitado entre asesinos y cómplices (todos impunes, todos libres) sintetiza a su vez un mecanismo que se replica en cada recoveco de nuestra sociedad para hacer víctimas a las mujeres.
La violencia existe en todos los ámbitos. Pero el concepto de violencia de género marca una especificidad, indica que no es cualquier violencia, indica que la cultura y sus instituciones (sistema judicial, policía, familia, escuela) tienen ciertas tradicionales y estereotipadas reacciones.
La especificidad también acota la manera de abordarla. Hay que tener mucha paciencia y comprensión con la víctima. Cualquiera que intente brindar contención y apoyo desde lo personal, lo institucional o lo profesional, debe tolerar la frustración de que a menudo la víctima no haga «lo que hay que hacer», es decir, protegerse, preservarse, denunciar, separarse, seguir los consejos. No hay que desesperar; esto es parte de la sintomatología y del vínculo complejo entre el agresor y la víctima.
El empoderamiento de la mujer no ocurre de un momento a otro, sino que el reconocimiento de la propia condición de víctima y del otro como victimario implica superar esa negación patriarcal de la violencia de género.
Un promedio de un femicidio diario en Argentina habla de que hay una licencia para matar. Además de las asesinadas, están las mutiladas, golpeadas, violadas, acosadas, lesionadas psicológicamente… El discurso misógino y machista confiere una percepción de impunidad y alienta la violencia contra la mujer.
Este año el lema de la Semana de la No Violencia es “deconstruyendo la violencia”. Consideramos que es imprescindible comenzar a deconstruir la violencia a partir de la violencia de género, porque ella se ramifica en otros tipos de violencia que consisten en sostener conductas asociadas al estereotipo del macho.
Este reconocimiento que entregamos es una afirmación de que existe un género de violencia y una afirmación de que el empoderamiento de las mujeres en lo personal y en lo colectivo es la manera de deconstruirla y derrotarla.
Para cada compañera del movimiento de mujeres le entregaremos un cactus que simboliza la fortaleza. Los cactus o tunitas se asemejan al ser humano, en su más íntima esencia se cubren de espinas para evitar que los dañen, y en situaciones favorables irradian toda su belleza. Según los libros de botánica la principal característica de los cactus es su gran resistencia. En algunas culturas los cactus son símbolo de protección y en otras son transmisores de paz y fortaleza interna.
Compañeras del Movimiento de mujeres de Mar del Plata, gracias por marcarnos el camino, gracias por transmitirnos la fuerza, gracias por su coraje y por su lucidez.
Colectivo por la no violencia