El documental Abrir la voz, de Amandine Gay, da la palabra a las mujeres negras que hablan de diversos temas con los que se enfrentan a diario y que son poco tratados o incluso invisibles.
El festival afrofeminista Nyansapo, celebrado este año en París, había creado una enorme polémica porque demostraba claramente que había espacios separados para las mujeres negras. Varios políticos habían clamado por el escándalo y el alcalde de París amenazó con prohibir el festival, mientras que los medios de comunicación no tardaron en hablar del comunitarismo.
¿Pero dónde se puede oír la palabra de una mujer negra? ¿Dónde podemos ver la imagen de una mujer negra? Y sobre todo, ¿por qué es tan aterrador que puedan encontrarse y hablar entre ellas?
La directora Amandine Gay está haciendo el ejercicio de dar la palabra a diferentes mujeres negras que viven en Francia y que se expresen y cuenten sus historias sobre una variedad de temas, desde los más banales hasta los más profundos: pelo, belleza, religión, discriminación y sexualidad, entre otros.
El documental no pretende pintar un retrato exhaustivo de la mujer negra -o afrodescendiente- sino, por el contrario, mostrar lo absurdo del término «LA» mujer negra, porque en este «LA» hay toda una estrategia para encerrar y confinar a las mujeres afrodescendientes en un estereotipo que a menudo parte de fantasías coloniales.
Las protagonistas del documental son mujeres que se han planteado la cuestión de su papel como mujeres y el papel que juega el color de su piel en sus vidas. Lo que es muy interesante es la diversidad de respuestas que cada una encuentra frente a los mismos problemas.
Una de las riquezas de la película es su sencillez: se basa en entrevistas con los protagonistas y algunas imágenes de fuera. No nos aburrimos porque los extractos dan un buen ritmo a la narración que nos hace reír y pensar al mismo tiempo. La directora elige mostrar a las protagonistas con planos muy cercanos, como si ella quisiera que las viéramos sólo a ellas, y para que nada más, nada de afuera nos distraiga y nos quedemos concentrados en lo que tienen que decir.
Este documental es bueno para la sociedad porque, por un lado, da voz a quienes nunca la han tenido y, sin embargo, son parte activa de la sociedad y, por otro lado, nos hace reflexionar sobre los privilegios de ciertos grupos como los hombres o las personas no racistas, que se benefician sin darse cuenta.