Por Paco Vaquero*

Mucho se habla de lo sucedido ayer en Catalunya, “y lo que te rondaré morena”: legalidad, proporcionalidad, profesionalidad… Sin embargo, hay un aspecto que me gustaría resaltar, y mucho, sobre lo sucedido ayer.

Independientemente de la opción o punto de vista que se tenga sobre el hecho político en sí, los métodos utilizados por ambos “bandos”, si cabe la expresión, fueron bastante diferentes. Más bien, totalmente opuestos.

El gobierno, desde que cayó en la cuenta de lo que iba a suceder (algo que les costó bastante), y tal y como suele suceder en estos casos de poca previsión, recurre a una estrategia de forzamiento violento (por muy legal que se quiera presentar), atacando por diversos medios: judiciales, fiscales, policiales, económicos, psicológicos con los medios de comunicación afines a él, sin proponer ninguna alternativa, ni siquiera la de sentarse a hablar, para salir del atolladero de la manera más positiva para todos.

Principio de acción y reacción

El gobierno, ignora el principio universal de acción/reacción, que dice: «Cuando fuerzas las cosas hacia un fin, provocas lo contrario».

Este principio, no es una máxima filosófica. Es un principio de acción válida. De hecho, este principio es el que opera en los aviones a reacción: el motor empuja al aire y el aire hace lo propio con el avión. El resultado es el vuelo.

Como decía, el gobierno no hace caso de este principio (lo que no quiere decir que éste no opere) y sigue adelante con su forzamiento violento. Forzamiento que por cierto, también va dirigido a todo el país, con el uso manipulador de los medios de comunicación públicos, amenazando veladamente y recordando, como el rosario de la aurora, que la ley es la ley, y está por encima de todo (eso incluye a las personas) y nos recuerda la proporcionalidad y profesionalidad  de los cuerpos y fuerzas de seguridad..del Estado, no del pueblo.

El resultado, es que muchas personas que no pensaban participar de la movilización, salen resueltos después de ver lo que está sucediendo, a depositar su voto.

Pero no queda ahí la cosa sino que, la difusión internacional de la imagen del país,  algo que preocupa mucho al gobierno y sus alrededores (entidades financieras y empresariales, por ejemplo) queda reflejada en miles de mensajes, portadas de medios, fotos, vídeos, donde paradójicamente, se resaltaba la actitud totalmente opuesta de las gentes que, brazos en alto, llamando a la calma, acompañándose y arropándose mutuamente seguían adelante con el referéndum. Hubo casos, muy pocos, de amagos de violencia por parte de algunas personas, que no empañan la actitud general ni el clima de reivindicación y sentido de estar haciendo algo justo y con derecho que, al menos yo, quise percibir.

Esto apenas empieza

No se sabe muy bien cómo seguirá el proceso y cuáles serán los pasos que se irán dando, pero es seguro que las posibilidades de éxito de entre todas las opciones,  las tendrá quien más templanza tenga a la hora de organizar su lucha y no utilice la violencia, pase lo que pase.

Repito: y no utilice la violencia pase lo que pase.

Y no valdrá camuflarse con papeles, escritos administrativos, o “legalidades vigentes”. Si la intención es violenta, más temprano que tarde se verá, y tendrá su reacción en sentido opuesto.

El signo de los nuevos tiempos

Así pues, ésa será, la actitud no violenta (y activa, añado) el signo de que algo nuevo ya se ha instalado en la sociedad y que empieza a mostrarse poco a poco, pero con firmeza.

En muchas ocasiones, los humanistas hemos sido ninguneados, ignorados, cuando no acusados de cómplices con el sistema (curiosamente por sistemas opuestos) por parte de grupos que, parapetándose en esos vagos conceptos de “izquierda” o “demócratas”, ocultan su visión y dirección violenta para la consecución de sus objetivos. Aquello de “el fin justifica los medios”, de toda la vida.

A día de hoy, podemos hablar de hechos recientes como los acuerdos de paz de Colombia o el proceso de ETA (que seguro que tendrán muchas matizaciones), como casos impensables años atrás donde la ley del Talión era el único argumento que se esgrimía para continuar con la destrucción violenta de pueblos enteros.

Estar atentos, estar despiertos

Los activistas de la no-violencia, entre los que nos encontramos los humanistas siloístas, sabemos que el “campo está minado”; que hay que andar muy despiertos y atentos a lo que sucede afuera pero también (y casi más) a lo que nos sucede adentro de cada cual. Milenios de una educación en la confrontación y la oposición no se acaban por decreto ley, o normativa vigente. La no-violencia activa,  es una manera de ver y hacer en la vida personal y también en la de los pueblos, que implica mucho más que ser amables, o tener una pasividad estoica.

La no-violencia activa es muy incómoda; como la verdad.

Ser protagonistas

La estrategia general de la no-violencia activa, es ser protagonista de las acciones, de los cambios. Es marcar el camino e ir sorteando las dificultades sin perder de vista que lo humano es lo que da sentido (o lo quita) a este mundo.

Como humanista, e imperfecto militante de la no-violencia activa, la jornada de ayer en Catalunya, donde he visto a un pueblo comportarse como lo ha hecho el catalán,  ha sido una chispa alentadora de que se está en el intento verdadero. Espero que la “flauta no haya sonado por casualidad” y esa visión no-violenta para conseguir lo que cada cual se proponga, ahora que están de moda, sea una línea roja indiscutible se esté en el bando que se esté.

 

* Paco Vaquero es miembro pleno del Partido Humanista