La próxima semana tendrá lugar un primer debate en torno al futuro entre los distintos candidatos a la presidencia que ha sido organizado por dos medios de comunicación. Los temas en debate se centrarán en el desarrollo científico-tecnológico y la innovación.
Han confirmado su participación todos los candidatos con excepción de Piñera, quien adujo problemas de agenda no obstante que invitado con suficiente antelación, al mismo tiempo que a los demás. Llama poderosamente la atención su renuncia a participar en un espacio de reflexión sobre el futuro en circunstancias que en su discurso insiste permanentemente en mirar hacia el futuro y en que necesitamos dar un impulso a la innovación, la creatividad y el emprendimiento.
Si bien no se han dado a conocer las razones de fondo que impulsaron a su comando y al propio Piñera a rehuir el debate, todo indica que hay dos razones claves. Una de ellas, el sabor amargo que les dejó el debate entre los precandidatos de ChileVamos –Kast, Ossandón y Piñera-, donde este último se vio incomodado por los otros precandidatos, pero muy especialmente por Ossandón, quien lo encaró en varias oportunidades, particularmente cuando se abordaron la relación entre los negocios personales y familiares, así como los de sus colaboradores más inmediatos, y la legislación patrocinada por el gobierno que encabezó en las más diversas materias, como es el caso de la pesca y la minería.
La otra razón, y que estimo como la más relevante, tiene que ver con su posicionamento de cara a las elecciones de noviembre. De acuerdo a las distintas encuestas que se manejan, Piñera estaría aventajando a los restantes candidatos por un margen relativamente cómodo, lo suficiente como para que no sea necesario concurrir a debate alguno. De hecho, si de él y su comando dependiera, lo ideal es que no haya debate, dejar pasar el tiempo manteniendo el statu quo. Y si se ve obligado a debatir, habría solicitado hacerlo tan solo con Guillier y Sánchez, menospreciando a los restantes candidatos. Como que sería perder el tiempo debatir con ellos.
No es primera vez que quien se encuentra en una posición expectante, intenta no debatir. Craso error, dado que el debate es de la esencia de la democracia. Para que la ciudadanía vote en conocimiento de lo que está en juego, de las distintas propuestas, nada mejor que informarse de primera mano, sin intermediarios. Sin debate la ciudadanía queda presa de la publicidad, de lo que cada comando desea comunicar sin que los mensajes, sus contenidos puedan ser replicados en vivo y en directo por sus oponentes.
Su lógica se basa en que “como voy ganando, no tengo necesidad de debate alguno, no quiero correr riesgos innecesarios”. Esta lógica resulta contradictoria en un personaje que en materia de negocios proyecta una imagen de emprendedor, de asumir riesgos, salvo que en los negocios opere con las cartas marcadas, sin arriesgar nada.
La ciudadanía debería tomar nota que al rechazar su concurrencia a un debate con los restantes candidatos presidenciales, Piñera está despreciando el profundo significado democrático que posee todo debate más allá de las conveniencias o inconveniencias que reporte.