Ante la lluvia de inquietudes, consultas y caras de preocupación sentí, siento, la necesidad de salir al ruedo y responder. Bah, tampoco es una lluvia de esas torrenciales y persistentes. En realidad, se trata de un grupúsculo de amigos y conocidos que me llamaron por teléfono o me escribieron un mail o me hicieron un chat chat en la colita.
Dudé si sí o si no. Por suerte pude preguntarle a Eva Cuaré, pitonisa guaraní con domicilio profesional habilitado a la vuelta de mi casa. Me dijo: «Evacúe, m’hijo, evacúe. Siempre es más sano evacuar». Entonces, ahí voy.
Se va a desarrollar la nueva edición de la Feria del Libro local entre el 29 de setiembre y el 15 de octubre próximos. Algunos de mis consultantes me buscaron en el Programa Oficial y como no figuro ni entre los encargados de la limpieza de los sanitarios se preocuparon.
Mendoza recibirá, entre otros, a Liliana Bodoc, Rep, Rodolfo Braceli, Luis Vilchez, de San Luis, Esther Soto, Liliana Vitale, Verónica Condomí, Juan Sasturain, Fernanda García Lao, Guillermo Saccomanno, Reynaldo Sietecase y los créditos autóctonos Luis Villalba, Pablo Gullo, José Luis Menéndez, Julio Semmoloni y siguen las firmas.
A todos los conozco y con algunos hemos construido una sólida complicidad vital. Pero no desde los libros. Explico.
Es que durante años nos hemos presentado, siempre en equipo, a distintas versiones del «Certamen Internacional para elegir al Mejor Catador Profesional de Garrapiñadas». Y siempre, de manera inexorable, hemos perdido con todo éxito a manos del mismo personaje: Pánfilo Ircam. Hasta que el Jurado Supremo decretó, sin necesidad ni urgencia, que Pánfilo ya adquirió la supremacía in aeternum. De ahí, de esas experiencias frustrantes los conozco. Las otras versiones son erradas o maliciosas. Que sean ellas y ellos escritores es acaso una de esas coincidencias con que se sazona la vida. Nada más.
Supongo que eso nos unió más. Ya se sabe, la derrota suele acercar a los corazones heridos, pero buenos. De ahí el error de mis consultantes. Yo no tengo nada que ver con la literatura, los libros y el mundo de las, llamadas, ideas. Vincularme a mí con los intelectuales y poetas es una idea, precisamente, equivocada.
Mis casi cuarenta años de trayectoria periodística se han enfocado, como ustedes saben, a profundizar en un tema crucial para nuestra vida: «La historia y evolución de la práctica del canotaje en el Canal Cacique Guaymallén». Con subtemas que se me fueron presentando a lo largo y lo ancho de este derrotero. Qué sé yo. La fauna y la flora del cauce, los distintos tipos de cemento que se han ido utilizando en cada remiendo de sus paredes, la estadística de suicidios y accidentes de tránsito que terminaron entre sus aguas marrones. Cosas así, trascendentales, tristes e identitarias.
Como les dije, no tengo nada que ver con los libros. Para mí son sólo objetos contundentes. Y los uso como tales Ya me pasó. Les cuento. Un sábado a la mañana, a eso de las once, estábamos en el café de siempre. En la mesa vecina se sentaron tres ladies de permanente, anillos brillantes y ruleros internos. Tres personajes de la fauna media clasemediera. No pasó ni un minuto para que comenzáramos a escuchar: «Se robó todo», «Negros, vagos y mapuches»,»Mandó a matar al fiscal» y otros piropos así. Yo tenía en mis manos el libro del Roly Giménez sobre la historia del rock mendocino. Y le di la utilidad colateral que tiene. En un gesto que simuló ser un accidente se lo arrojé a una de las damas que recibió el ladrillazo a la altura del pómulo izquierdo. No tuvo consecuencias mayores, pero creo que entendieron el mensaje. Pagaron lo no consumido y partieron con rumbo desconocido. Raúl, el mozo amigo, me guiñó el ojo y la tertulia retomó su cauce. Desde hace unos días el decreto del Coso provincial amenaza con encanar a quien ostente elementos contundentes en la vía pública. Tendré mucho cuidado y veré qué hago con la nueva novela de Auster o los «Cuentos reunidos», de Sasturain o «2666», de Bolaño. No son fáciles de esconder en el sobaco.
Sí, ya sé, me fui al caraxus. Por último, quiero decir que los organizadores del show de las letras tienen razones valederas para explicar y justificar que no esté entre las personas y personajes que participarán. De ninguna manera debe entenderse como un caso más de censura.
La Feria será un éxito. Vayan, disfruten y después me cuentan.
Yo seguiré preguntando por Santiago Maldonado, mientras tanto.