Estupefactos observamos la beligerancia, de momento en el lenguaje, entre quienes tienen en sus manos los destinos de USA y Corea del Norte, Trump y Kim Jong-Un. No sólo de ambos países, sino que de todo el mundo gracias a la posesión de armas nucleares.
No es primera vez que el mundo se encuentra en este trance. En tiempos de guerra fría, particularmente quienes vivimos en la década de los 60, conocimos la amenaza de la destrucción nuclear. El frágil equilibrio entonces existente entre la Unión Soviética y USA fue puesto a prueba con ocasión de la crisis de los misiles en Cuba. Tiempos de Kennedy y Krushov que ambos fueron capaces de sortear sin desencadenar una tercera guerra mundial.
En la actualidad, desafortunadamente, tanto USA como Corea del Norte, están en manos de líderes incapaces de asumir la responsabilidad que tienen en sus manos. Parecen dos niños jugando a los bandidos, pero niños que no andan con pistolas de juguete, sino que con una capacidad de destrucción inimaginable.
En referencia a Corea del Norte, en la reciente Asamblea General de las Naciones Unidas, Trump afirmó que “nadie quiere ver a estos criminales con misiles y armas nucleares”, señalando que Corea del Norte debe abandonar su programa orientado a la producción de bombas nucleares. De otro modo, a USA no le quedaría más remedio que “destruir totalmente a Corea del Norte”.
Esta es una política improcedente, al igual que la adoptada por Corea del Norte, propia de quien tiene la manija y se cree dueño del mundo (USA) y de quien se resiste a ser manejado. Lo que Kim Jong-Un le está diciendo a Trump es ¿por qué tú puedes tener armas nucleares y yo no? Si tú tienes, yo también tengo derecho a tener.
La solución la conocemos todos. No es necesario ser muy astuto para darse cuenta que ella pasa por la desnuclearización total, por el desarme total, por abandonar la violencia de cualquier tipo. Esto es, la solución pasa por sentarse a conversar donde cada una de las partes ponga todas sus cartas sobre la mesa, sin pistolas, metralletas o bombas nucleares arriba o debajo de la mesa. Sin chantajes inadmisibles.
Por último, ¿alguien cree realmente que destruir a Corea del Norte es una solución? Después de Corea del Norte ¿quién vendría? Por sí y ante sí USA define quienes son los buenos y los malos, autodefiniéndose ellos siempre como los buenos. Como en las películas.
En concreto estamos adportas de un choque de trenes de consecuencias imprevisibles. Tal como lo ha planteado Trump, como fruto del choque tendremos a Corea del Norte desaparecida y al resto del mundo en manos del gendarme mundial. O bien desaparecemos del mapa, al menos tal como lo conocemos.