por Álvaro Renzi Rangel-CLAE
Sin bombos ni platillos, a principios de septiembre comenzó en Newark (Nueva Jersey) el juicio por corrupción al senador ultraconservador estadounidense Robert Bob Menéndez, quien es una de las cabezas visibles de la campaña por el recrudecimiento del genocida bloqueo a Cuba y del financiamiento al golpismo y la violencia de la oposición venezolana.
Aunque usted no lo crea, Bob Menéndez, de 63 años, representa al Partido Demócrata, pero es buen socio de Donald Trump y es el primer senador que en los últimos 36 años es llevado a juicio por corrupción. Solo cuatro senadores fueron condenados por tribunales en la historia estadounidense, pero sin duda el caso de corruptos es mucho, mucho mayor.
Ha logrado evadir a la justicia durante una década. En 2013 estuvo a punto de participar de su propio funeral político, tras comprobar el FBI que mantuvo relaciones sexuales pagas con menores dominicanas. El Buró Federal de Investigaciones también estaba detrás de delitos de tráfico de influencia que favorecieron, sobre todo, al oftalmólogo y empresario dominicano-estadounidense Salomón Melgen, su amigo de fechorías.
El escándalo cercaba al ultraconservador, pronto a asumir la presidencia del Comité de Relaciones Exteriores, cargo del que en definitiva se tuvo que apartar en enero último debido a la investigación por corrupción, de cuya tremenda gravedad aún no se tenía idea: 18 cargos por fraude y soborno de fiscales federales. Si es condenado, el “representante” de Nueva Jersey podría pasar un buen tiempo en la cárcel.
Ängel Guerra Cabrera recuerda que el ahora legislador se libró de la cárcel en 1982, cuando aceptó un trato con los fiscales federales para declarar contra su mentor Bill Musto, entonces alcalde de Unión City, en medio de una investigación sobre una pestilente trama de corrupción política en el condado de Hudson.
Menéndez enfrenta hoy el juicio tras perder tres apelaciones para que se desestimaran los cargos que se le imputan, dos ante la Corte Federal de Apelaciones y una ante la Corte Suprema, la instancia más alta, acusado de recibir unos 800 mil dólares en donaciones a sus campañas, regalos, viajes en avión privado y lujosas vacaciones pagadas por Salomon Melgen, un oftalmólogo multimillonario de Florida, a cambio de que abogara por sus negocios.
Correos electrónicos, listas de embarques, facturas de hoteles, declaraciones de tarjetas de créditos y documentos de la Comisión Federal de Elecciones serán las pruebas para demostrar los sobornos del senador.
«Este caso se trata de asuntos serios de leyes y hechos relacionados con la corrupción de uno de los más altos cargos de elección popular en el gobierno de Estados Unidos”, asegura el escrito de los fiscales que llevan la causa.
«No se trata de pistas anónimas, de Cuba, de Irán, de la política partidista o de las consecuencias políticas de una condena. La pregunta de si los acusados participaron en una trama corrupta no puede responderse con las teorías conspiratorias de los acusados. Por el contrario, sólo puede contestarse a través de una evaluación centrada en las declaraciones contemporáneas de los acusados y de sus agentes, de los registros financieros y administrativos, y de los testimonios en vivo y no anónimos”, añaden los fiscales.
A mbas cámaras del Congreso están presididas por políticos republicanos, cuyos operadores suelen ser financiados por las grandes petroleras estadounidenses y además han conservado una dura línea de ataque e injerencia contra países cuyos gobiernos no se alinean con el establishment de los EEUU. El apoyo republicano a la Contra nicaragüense en la década de 1980 es un ejemplo aún fresco de esta agresividad que tiene detrás la política de las corporaciones.
En la década de los ochenta, funcionarios del gobierno del presidente Ronald Reagan, organizaron una operación de venta de armas a Irán para financiar a los contrarrevolucuionarios nicaragüense, que trataba de derrocar el gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional. La venta de armas, además, tenía el objetivo de persuadir a Irán para liberar a rehenes estadounidenses secuestrados por grupos pro-iraníes en Líbano.
El Congreso estadounidense había prohibido a organizaciones gubernamentales financiar las actividades de la “contra”, pero entre ellas no estaba el Consejo Nacional de Seguridad, que participaron en el envío ilegal de armas a Irán, pese al embargo comercial impuesto por EE.UU. El escándalo se descubrió en 1986 cuando periódicos libaneses revelaron la operación de venta de armas. La investigación determinó que los presidentes Ronald Reagan y George Bush estaban al tanto de lo ocurrido y lo encubrieron. Robert McFarlany su sucesor en el CNS John Poindexter, fueron condenados. North y Poindexter consiguieron un acuerdo de inmunidad por su testimonio.
Las andanzas dominicanas
El agente especial del FBI señaló que “Hemos podido confirmar la mayor parte de la información que habían proporcionado sobre Menéndez y las prostitutas”, durante una fiesta realizada en abril de 2012 en una finca dominicana de tres mil hectáreas llamada Casa de Campo, propiedad de Melgen.
Desde agosto de 2012, le siguió el rastro a sus viajes dominicanos con Melgen y en el jet de este donante de sus campañas, afín a sus juergas. Y antes, en abril, Carrie Levine, director de investigación de ciudadanos para la responsabilidad y la ética en Washington (CREW) fue advertido sobre otros hechos similares que involucraban al senador. Una redada en los consultorios de Melgen en Plam Beach, Florida, confirmó entonces las sospechas
La fiscalía en Nueva Jersey indagó los vínculos con Menéndez por el alquiler de oficinas al North Hudson de acción comunitaria, financiado con fondos federales, lo que levantó fuertes sospechas de desvío de dinero.
Asimismo, los agentes investigaban fraude al Medicare, seguro social administrado por el gobierno de EEUU, Menéndez se reunió con altos funcionarios del programa Medicare, con el propósito de que el médico no tuviera que pagar millones de dólares a la agencia. También hizo que funcionarios del Departamento de Estado gestionaran visados para amigas de Melgen.
El FBI también buscaba pruebas sobre las relaciones de Melgen con miembros del Congreso. Mientras, el Miami Herald hablaba de fiestas privadas de recaudación de fondos en la mansióan miamera del oftalmólogo, donde concurrieran los exsenadores Chistopher Dodd y Bob Graham, el ex gobernador de Florida Lawton Chiles… e incluso los expresidentes Bill Clinton y Leonel Fernández.
La fiscalía sostiene que al menos seis de los asistentes del senador, pagados por el gobierno y, consiguientemente, por los impuestos de los contribuyentes, hicieron llamadas y enviaron cartas a su nombre solicitando visas para las jóvenes de 20, 22 y 27 años que su amigo Melgen, casado y de 60 años, quería traer a Estados Unidos. Las tres son ahora residentes legales. Asimismo mlo acusan de hacer gestiones con el ente de aduanas estadunidense para que Melgen se beneficiara de un contrato por 500 mil dólares para servicios de seguridad portuaria en República Dominicana.
El gran jurado
Un gran jurado acordó los cargos penales el pasado primero de abril contra Menéndez y Melgen, lo que llevó a The New York Times a pedir la dimisión del senador, pese a que los dos acusados insisten en su inocencia. Cada uno de los ocho cargos por soborno está penado con 15 años de prisión. Hoy la tarea de los fiscales se complica tras un fallo de la Corte Suprema que estrechó la definición de corrupción aplicable a los funcionarios electos.
Para ilustrar a los electores, los fiscales argumentan que Melgen le costó a Medicare, las aseguradoras privadas y los pacientes entre 65 y 150 millones de dólares al diagnosticar mal y maltratar a decenas de personas con degeneración macular húmeda. Para un ciudadano normal, una acusación de esta gravedad significa 30 años de cárcel. Algunos analistas especulan que Melgen haga lo mismo que Menéndez con Nusto en 1982: declare contra el senador y reduzca su condena.
El New York Times señaló que el senador “Bob” Menéndez nunca fue “una opción distinguida” como presidente del influyente comité y solo ascendió al cargo en virtud de su antigüedad en el Congreso. “La preocupación por esta falta de aptitud ha aumentado bruscamente en medio de nuevas revelaciones sobre el uso del Sr. Menéndez de su cargo para promover los intereses financieros de un amigo y gran donante , Salomón Melgen”, añadió.
Amigo de terroristas
A pesar de ser “demócrata”, ha torpedeado todo intento de liberalización de la política norteamericana hacia Cuba, y es miembro prominente de a una facción renuente al cambio dentro de la comunidad cubanoestadounidense. Aunque el 72% de los estadounidenses consideran que el bloqueo no ha funcionado, Menéndez no solo se opone a la derogación de la medida e incluso ha avanzado en posiciones contra las libertades de la propia ciudadanía norteamericana al rechazar el fin de la prohibición que le impide viajar a Cuba.
En el 2009 amenazó con el fin del financiamiento de Estados Unidos a la Organización de Estados Americanos (OEA) si analizaba el rgreso de Cuba. Menéndez sirve a esos intereses de estrangulamiento de la Ley Helms Burton aprobada en 1996 que también favoreció los fondos destinados a intentar la caída de Fidel Castro, aportando equipos tecnológicos para la subversión y actos terroristas.
Incluso, cuando la administración trató de reducir esa política, el senador manifestó públicamente su oposición a los recortes o a la transformación del proyecto anticubano.
Menéndez también ha tenido relaciones con grupos violentos y terroristas confesos. A través su ex suegro Arnaldo Monzón Plasencia, Menéndez confraternizó con Luis Posada Carriles –autor intelectual de la voladura de un avión de Cubana y de numerosos atentados terroristas- y celebró su absolución en el juicio que se le hizo en El Paso, Texas.
El abogado de la parte venezolana en el juicio a Posadas, José Pertierra, se refiere al testimonio de Oscar de Rojas, contador del negocio Arnold Fashions de Monzón Plasencia, donde también lo liga a Jorge Mas Canosa y al financiamiento de Posada Carriles en la época en que preparaba acciones terroristas contra Cuba desde Centroamérica, como la que terminó con la vida del joven italiano Fabio di Celmo en La Habana.
Mientras el FBI sigue investigando -incluso si participó de algún soborno de la Oderbrecht- y la justicia trata de evadir las fuertes presiones del lobby anticubano para absolver nuevamente al senador, Bob Menéndez se saca selfies con opositores venezolanos, berrea contra Cuba y se va acostumbrando a la idea de que participará de su funeral político.
*Sociólogo venezolano, codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia, analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)