“¡Basta de provocaciones fascistas!” Esta es la primera frase de la declaración emitida por las federaciones provinciales de Roma del ANPI y ARCI.
La referencia de las dos asociaciones es el manifiesto racista que cirsuló en la época de la República de Salò, adaptado por Forza Nuova y el comité (también forzanovista), llamado Roma a los Romanos, que en los últimos días anunció «una iniciativa menos precisa ‘en las calles’ de Tiburtino III (barrio popular de Roma)”.
La iniciativa fue anunciada en la tarde del 8 de septiembre, es decir, «la celebración de la República en el 74 aniversario del armisticio y el inicio de la Resistencia y la Guerra de Liberación, que representa el fin de la guerra de agresión y exterminio junto a los nazis buscados por Mussolini y el fascismo», se lee el comunicado de prensa conjunto.
La manifestación en las calles es una referencia clara a la organización de patrullas, para un control imaginario de las calles de uno u otro barrio, que en la derecha fascista se ha puesto en boga en los últimos años. Por lo tanto, las dos organizaciones asociativas exigen que «todos los permisos concedidos a las direcciones y/o marchas de los fascistas sean revocados y, si se conceden, se persiga a los autores de actos sediciosos y de manifestaciones no autorizadas», apelando así a todas las fuerzas políticas que condenan «sin apelación estas regurgitaciones del pasado, sin insultos y aislándolos con fuerza».
ANPI y ARCI invocan inevitablemente a la Constitución de la República y ciertas leyes del Estado italiano, como la ley Scelba, que «prohíbe estrictamente y sin margen de discreción la reconstitución y propaganda del partido fascista y todo tipo de manifestación de racismo”. Sin mencionar que Forza Nuova, según informó el viceministro del Interior Bubbico el pasado 1 de junio, «es un movimiento propenso al uso de la violencia», ya que «entre 2011 y 2016 fue protagonista de cuatro episodios violentos al mes, prácticamente uno por semana”.
La respuesta política, a partir del comunicado de las dos organizaciones asociativas, llegó (por ahora) sólo del Partido Comunista de Roma: la organización, de hecho, lanzó su «campaña para luchar contra la guerra entre los pobres, fomentada por la extrema derecha en los distritos populares”.
«Una guerra -dice en una nota- que divide a los oprimidos, desvía la atención de los verdaderos responsables de la crisis, de la falta de empleo y de vivienda, de la precariedad y del empeoramiento de las condiciones salariales y de vida. La guerra entre los pobres sólo sirve a los amos, sirve para salvar el sistema que causa la explotación y la pobreza de los trabajadores, y al mismo tiempo obliga a miles de personas a emigrar. La guerra entre los pobres es fomentada por los fascistas, son los amos quienes quieren que ocurra”.
Giovanni Zimisce