Muchos nos sorprendimos cuando el gobierno uruguayo cambió su parecer y avaló la sanción y desafección de Venezuela del grupo continental del Mercosur. ¿Qué había ocurrido en esa semana para que la diplomacia charrúa se cuadrara en las intenciones punitorias de Argentina, Brasil y Paraguay?
Tabaré Vázquez, el presidente de la República Oriental del Uruguay dijo “ya no teníamos argumentos dentro del Mercosur para seguir sosteniendo la posición de Uruguay” y el mandatario estimó que de continuar “intransigente” obtendría “medidas” económicas que perjudicarían a su país.
Extrañamente la resolución aprobada el fin de semana pasado era más dura con Venezuela por convocar a una Asamblea Nacional Constituyente que con Paraguay en 2012 por realizar un golpe de estado “blando” contra Fernando Lugo. Ni hablar del silencio cómplice que mantuvo el Mercosur frente al golpe de estado “parlamentario” que destituyó a Dilma Rousseff a través de un juicio político basado en titulares de prensa.
Desde un punto de vista práctico, la resolución del Mercosur no cambia la situación de Venezuela, que ya había sido suspendida como modo de presión y de premiar a la oposición venezolana en sus intentos destituyentes de aislar al gobierno de Nicolás Maduro.
Vázquez sostuvo que la posición uruguaya siempre fue la de darle margen a su par Nicolás Maduro para que diera “sus argumentos y sus fundamentos” antes de sancionarlo.
En declaraciones a Búsqueda, el presidente uruguayo se mostró decepcionado por el rumbo que han tomado los acontecimientos en Venezuela, “por la información que tenemos”, no hay una verdadera “separación de poderes”, dijo.
La alianza que gobierna el Uruguay, se resintió con la decisión de su diplomacia, ya que el Partido Comunista salió rápidamente a manifestar su malestar y repudio a lo adoptado por el Mercosur. Por el contrario, la oposición uruguaya se mostró satisfecha del alineamiento de Vázquez con el consenso de Washington y le criticó que haya tardado tanto tiempo en recapacitar.
Si bien, en todo momento justificó la decisión adoptada por el canciller Nin Novoa, también manifestó su preocupación de que los otros miembros del Mercosur pudieran adoptar medidas económicas que afectaran al Uruguay, generando despidos y cierre de empresas.
“¿Y si hay acciones que pueden perjudicar a los trabajadores uruguayos, a los empresarios uruguayos, al país en general? Ah, yo lo tengo que pensar muy bien. Con el corazón en la utopía pero con los pies en la tierra”, fueron sus palabras.
No es de extrañar que presidencias de la baja catadura moral de las de Argentina, Brasil y Paraguay “extorsionen” al país más débil de la región para que acate sus directivas en contra de Venezuela.