Hace años, Marco Pannella me dijo: «Ricca, no vuelvas a salir fuera de Roma en agosto, ya que es en esos días que suceden las cosas más graves» La cita incluye hacia el final, un eufemismo notable que asumo con responsabilidad…
A los pocos minutos, en la tarde del 14 de agosto, Ansa difundió dos noticias: en una, los fiscales en Roma y El Cairo comunican el «progreso» en la cooperación mutua; en la otra, el canciller dio a conocer el regreso del embajador de Italia en Egipto. La oportunidad para anunciar aquello que se estaba preparando durante semanas, consagrado con la visita a El Cairo de una delegación parlamentaria encabezada por el senador Torre, había llegado.
Por lo tanto, exactamente el día en que se celebra el cuarto aniversario de la peor masacre en la historia de Egipto (900 muertes en un solo día, 14 de agosto de 2013, en dos plazas de El Cairo), el gobierno italiano ha renunciado al único instrumento de presión adoptado en un año y medio para tratar de llegar a la verdad sobre la detención, desaparición, tortura y asesinato de Giulio Regeni.
Había muchas otras medidas que se debían tomar, como aquellas que nunca consideró acerca de la participación de la ONU, en particular sus mecanismos de derechos humanos, para exigir investigaciones, misiones de investigación, resoluciones de condena. Por no hablar de los otros pasos que podrían haber sido dados en las relaciones bilaterales. (De la Unión Europea ni siquiera vale la pena hablar: si Giulio hubiera sido, en realidad, «un ciudadano europeo», los embajadores llamados a regresar a sus países hubieran sido 28, y no solo uno).
Es paradójico. Para facilitar la búsqueda de la verdad, en abril de 2016, se había llamado al embajador. Ahora utilizan las mismas palabras para justificar su retorno. Utilizar el nombre de Giulio como una hoja de parra para la decisión totalmente política y que no tiene nada que ver con los derechos humanos, es un puro acto de cinismo.
Si el embajador Cantini realmente tiene éxito, con su indudable capacidad y experiencia en situaciones difíciles y candentes, tomando medidas para que haya un progreso sustancial, ya sea a través de su presencia que podamos conocer los nombres completos de los autores, instigadores y descrédito, admitiremos sin problema que estábamos equivocados en nuestros pronósticos. Pero hoy en día es permisible ser pesimistas. Convencer al jefe de Cirenaica, el general Haftar, para que no ponga obstáculos en las acciones tomadas relacionadas con la inmigración, es hoy para el Gobierno italiano, sin duda, más importante que la búsqueda de la verdad sobre Giulio.
Ciertamente, la campaña «La verdad sobre Giulio Regeni» no cesará, los cientos de miles de personas que han alimentado no perderán la voz y siempre estarán junto a la familiaa Regeni, las banderas se seguirán exponiendo por centenares a cientos de autoridades locales, escuelas, universidades, bibliotecas y colgar en los balcones de toda Italia.
El gobierno italiano ha asumido la responsabilidad del retorno del embajador en Egipto. Debe asumir, ahora, que también debe informar acerca de cualquier tipo de «evolución» y «progreso» que se haya logrado, gracias a esa decisión, sobre la verdad para Giulio. Lo seguiremos muy de cerca.