Veinticuatro horas después de que los kenianos se despertaran para enterarse de que Uhuru Kenyatta, hijo del primer presidente después de la independencia del país, Jomo Kenyatta, había recuperado el poder y continuará como presidente hasta 2022, Kenia todavía está en un estado de intensa tensión.
Se han reportado algunos incidentes violentos con dos personas asesinadas en Nairobi, infame barrio pobre de Mathare, entre otras, pero son pocas, y parece mantenerse la paz.
Muchas personas de vecindarios con una distribución demográfica de tribus mixtas han tenido la oportunidad de regresar y visitar a familiares en sus hogares rurales hasta que quede establecido que no habrá guerra civil.
Hoy las calles de Nairobi están vacías y las tiendas están cerradas por segundo día consecutivo, a pesar de que no se han declarado fiestas públicas, lo que lleva a algunos a preguntarse cuál será el impacto en la economía y cuánto tiempo la gente sobrevivirá sin tener que comprar más comida.
Raila Odinga, líder del mayor partido de la oposición, Partido Movimiento Democrático Naranja, e hijo del primer vicepresidente de la post-independencia del país, elevó dramáticamente las tensiones en una conferencia de prensa ayer, calificando las elecciones como falsas y diciendo que los resultados fueron hackeados. Haciéndose eco de los gritos de los EE.UU. de la interferencia rusa en la elección de Donald Trump. Cuando se le preguntó si pediría tranquilidad, la respuesta de Raila – «Yo no controlo al pueblo» – dejó a muchos sintiéndose claramente preocupados por lo que vendría.
El llamado de Raila no es una sorpresa dada la reciente historia de Kenia en la que las elecciones de 2007 y 2012 estuvieron sujetas a enormes niveles de corrupción que han dejado al país psicológicamente marcado por una generación. En ambas ocasiones es casi seguro que el líder Luo debió haber tomado su lugar en la Casa del Estado y fue robado por la oposición Kikuyu.
Esta vez, sin embargo, la evidencia del fraude es muy débil.
La IEBC (Comisión Electoral Independiente y de Límites) que supervisa las elecciones y pone en marcha los procesos con revisiones y balances para asegurar que los resultados sean transparentes,ha hecho un buen trabajo.
Los votos se cuentan en las mesas de votación y se registran en un, ahora famoso, formulario 34A. Este formulario registra el número de votos y es firmado por los agentes del partido. Los detalles de este formulario se cargan en el sitio web de IEBC y deben ir acompañados de una copia escaneada del formulario para la comprobación cruzada. El IEBC tiene entonces una semana para comprobar manualmente todos los 40833 formularios presentados contra los números cargados manualmente, con el fin de corregir cualquier error de clave.
Pero lo bueno de esto es que los ciudadanos de todo el país pueden comprobar los resultados por sí mismos, porque los formularios 34A se colocan en las paredes de la mesa de votación. Cualquier persona puede revisar su mesa de votación, ver los números escritos en el formulario, ir a la página web y verificar los números.
Como las dudas sobre la integridad del proceso fueron planteadas por la oposición, los kenianos comenzaron una campaña en twitter #PostYourForm34A en el cual los kenianos postean los formularios y buscan las discrepancias.
Hay algunas discrepancias que demuestran la importancia del ejercicio de verificación cruzada, pero hasta ahora, twitter no ha encontrado un «arma de fuego» que daría credibilidad a las reclamaciones de la oposición.
Desafortunadamente para los partidarios de Raila, parece que Kenyatta ha ganado las elecciones de acuerdo con los requisitos constitucionales. Puede que no sea el mejor resultado para ellos, ni siquiera para Kenia en su conjunto, dado los enormes niveles de corrupción en el país, pero por ahora parece que deben construir una mejor oposición con un mensaje más inspirado para la población joven de Kenia.
La batalla de las viejas bestias, los hijos de los luchadores por la libertad de un pasado colonial cada vez más olvidado, debe ser consignada a la historia. Tal vez un mensaje de oposición basado en políticas económicas en lugar de políticas tribales es el camino a seguir…