El 23 de agosto, representó el 90 aniversario de la ejecución de Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti en la silla eléctrica del estado de Massachussets, EE.UU., y el 40 de su rehabilitación por el gobernador de la época, Michael Dukakis.
Según él mismo Dukakis ha reconocido, la famosa película «Sacco y Vanzetti», de Giuliano Montaldo, que después de casi medio siglo sigue siendo la película más bella sobre, o mejor dicho, contra la pena de muerte, influyó en su decisión.
El propio Moltaldo, junto con Ferdinanda Sacco (sobrina de Nicola), embellecieron el encuentro del 24 de agosto, dedicado a los dos anarquistas italianos que murieron en Estados Unidos el 23 de agosto de 1927.
Un encuentro organizada en Sulmona, porque fue precisamente desde la capital de la provincia que partió, también migrante, el sindicalista y periodista Carlo Tesca. Fue él quien promovió una campaña mundial a través de su semanal «Il Martello» [El martillo], que generó protestas e iniciativas en todas partes. No pudo salvar la vida de Sacco y Vanzetti, pero le dijo al mundo cómo fueron tratados y castigados.
Extraordinariamente, Nicola Sacco y Bartolomé Vanzetti siguen vigentes, la inmediata asociación que se hace de sus nombres con la injusticia, la discriminación, el horror de la pena de muerte. Queda leer su historia con los ojos de hoy, el amargo destino que a menudo acompaña a los migrantes.
Hace 90 años les tocó a dos italianos. Dos de esos cientos de miles de «sucios cerdos, pordioseros y miserables»; así llamaban a los migrantes italianos en los Estados Unidos.
Palabras tristemente presentes, usadas hoy en Italia contra otros migrantes.