“El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer.
Y en ese claroscuro surgen los monstruos”
(A. Gramsci)
Por Alejandro Ochoa
Acaso porque siempre pensamos en los márgenes como las pruebas de insuficiencia y precariedad de los conceptos y sus referencias empíricas, es que se nos hizo fácil aceptar que el primer imperio realmente global supondría el fin de la historia. Siempre informados por quienes deciden en el centro, pensamos que no habría márgenes para que surgieran las grietas de un poder que se hacía presencia global, o al menos así lo parecía. Estuvimos mal informados y ahora, cuando finalmente el muro de contención que sostiene un orden mundial está por resquebrajarse, su caída significará un cambio radical de la geoeconomía mundial y, sin duda, de los roles que distintos actores tienen en el desconcierto del poder mundial que tiene muchas cartas, pocos jugadores y, probablemente, no se está jugando un sólo juego. Venezuela es, en estos momentos, la carta que decreta triunfos, reveses y cambios de suerte en muchos juegos. Somos los venezolanos en su totalidad, jugadores, jugadas y cartas al mismo tiempo. En un país de lotófagos al decir de Miliani, eso sería casi un estado deseable, salvo que en esta oportunidad, pueden estarse jugando la vida de miles de venezolanos cuya única acción es la de existir y probar su existencia como actores políticos en rebelión contra un orden injusto.
Seguramente no podamos abordar en estas líneas la multiplicidad de aristas que configuran la inquieta paz venezolana que se asoma en varias latitudes al mismo tiempo. Son los tiempos de guerra que ya no sólo abaten la verdad sino hasta el mismo tiempo, para negar la existencia de las víctimas y hasta de la propia guerra que cuenta muertos a escondidas con la pretensión de hacer como si resucitaran. Veamos entonces.
Convocada una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) como mecanismo extremo para resolver una crisis social representada por el secuestro de espacios de tránsito y trabajo en algunas zonas de Venezuela, el ejercicio de la violencia ilegítima por parte de delincuentes azuzados por supuestas razones políticas; una crisis económica apuntalada por el efecto multiplicador de decisiones tardías del gobierno y la adopción de una agresión basada en la especulación y la escasez de mercancía incluyendo el papel moneda; han contribuido a que los venezolanos entendieran que la solución de las diferencias demanda re-constituir lo que nos hace venezolanos. El planteamiento sorprendió a todos y ofreció la posibilidad de encontrar vías políticas a una diferencia que podría derivar en un conflicto desmesurado por sus consecuencias imprevisibles.
La oportunidad política perdida por la oposición nos revela que no le interesa el control político por la vía electoral. Pero, ¿Qué jugador político en su sensato juicio pensaría rechazar lo político como espacio de competencia? El juego real está en otro plano. Siendo así, ¿Cuál es ese plano? Una circunstancia adicional es que se ha desplegado desde la elección de la ANC, una agresión brutal contra todos quienes en Venezuela viven de un salario, independientemente de su posición política, lo que hace suponer que no es sólo un castigo a quienes votaron sino a todos en general. ¿Cuál es el propósito? ¿Inhabilitar por la vía de los hechos, lo alcanzado simbólicamente por la ANC, y que se vive ahora en Venezuela como un periodo de paz? La estrategia de mostrar la inviabilidad de la solución política ha sido potenciada por múltiples actores, casi todos fuera del país hasta el infortunado y lamentable comunicado de reciente publicación de la MUD. Definitivamente, la MUD dejó entonces de ser un jugador político para convertirse en un ariete para quebrar de forma violenta a la sociedad venezolana. La transformación no es poca y las implicaciones para el futuro inmediato en Venezuela, son incalculables.
En todo caso, es evidente que estamos en presencia de la desnudez imperial ante el fracaso estrepitoso de quien fungiendo una conducta democrática ha estado azuzando la salida violenta: ¿Precariedad de los actores locales? O, acaso se trata de algo más inquietante: ¿la agonía de una vocación imperial en decadencia? Sin lugar a dudas, ha sido la precariedad de los actores locales lo que hemos visto de forma continua desde hace más de una década en la cual se ha intentado domesticar a las fuerzas del gobierno inspirado en la constitución de 1999. Porque si algo es cierto, es que más que las personalidades de Chávez y Maduro, el ataque se revela contra el modelo de sociedad por el cual se optó de forma soberana en 1999. El paso dado por la “liberación de Venezuela” buscando ahogar su economía es desde cualquier óptica, un acto desesperado. ¿A qué le temen? ¿Por qué ese esfuerzo en agredir a una nación que es la garantía más importante de suministro petrolero al país con mayor presencia militar en todo el mundo?
Probablemente la clave hay que buscarla en la irrupción que hizo Rusia y China en el escenario latinoamericano como agentes económicos y paulatinamente como agentes políticos. Lo económico no amerita mayor demostración porque es notoria la presencia de China en casi todos los países latinoamericanos con inversiones mil millonarias. Pero la incidencia política ha estado quizás centrada en el papel que han jugado esas naciones en el actual desencuentro de las naciones gobernadas por la derecha o, en todo caso, alineadas con el poder ejercido desde Washington, y la situación política venezolana. En este escenario, a Venezuela le ha correspondido jugar el papel de terreno donde se confronta y dirimen los poderes mundiales. Es verdad que las condiciones de hacer de Venezuela una potencia energética y minera constituyen razones de peso para ese rol, pero tampoco es menos cierto que Venezuela constituye no sólo un “mal ejemplo” por su peculiar modo de confrontar a las últimas administraciones norteamericanas, sino además porque es aliado de quienes confrontan al poder hegemónico mundial. No es sólo que hace negocios con esos estados y naciones, sino además, lo hace desde una posición de soberanía y autodeterminación de los pueblos desde un espacio geoeconómico que siempre se supuso sería coto exclusivo de Washington. ¿Cómo olvidar el período especial que significó para Cuba el “abandono” de la Unión Soviética y luego de Rusia? Las circunstancias han cambiado y el espacio de confrontación que otrora fuera Vietnam y Afganistan se ha mudado a Siria, Libia, Irak, Ucrania y ahora se intenta hacer lo mismo con Venezuela.
Las circunstancias geopolíticas de Venezuela hacen más compleja aún la posibilidad de estimar un comportamiento similar al Medio Oriente. En realidad, se trataría de comenzar una guerra casi intestina en el patio trasero de una potencia que comienza a mostrarnos signos inequívocos de dificultades para contener la intolerancia racial, el gobierno de unos pocos y el sacrificio de muchos que están cada vez más lejos de estar viviendo el “sueño americano”. La opción militar en Venezuela más que un ejercicio de poder es una inequívoca muestra de debilidad. Pero allí, justamente en esa debilidad, es cuando la reacción gobierna y la sensatez se extravía para producir monstruosidades. Probablemente seamos testigos en Venezuela del comienzo del fin de la primera potencia realmente global, pero nada nos asegura que podamos ser testigos de una paz para los venezolanos. El juego en el cual se juega la paz de Venezuela no es uno, no se juega en Venezuela y es probable, que Venezuela ni siquiera tenga fichas en algunos de los juegos en los cuales pende el destino de todos los venezolanos y acaso también de los pueblos de América Latina.
La pluralidad de juegos es importante reconocerla y empeñarse en saber que no todos los movimientos serán considerados apropiados si mantenemos la atención solamente en uno de los juegos. Allí, toda mirada será parcial y acaso los juicios serán siempre imprecisos. Pero esto no deberá en ningún caso, dejar de lado la coherencia en las acciones, las ideas y el modo como se asume la tarea de experimentar esta extraña condición de ser el territorio donde se juega la hegemonía en el mundo. No necesariamente es motivo de orgullo, sino de cautela y del mayor ejercicio de amor que se pueda hacer a todos quienes han hecho y hacen de Venezuela, su tierra de vida, trabajo y alegrías. No es fácil ser el blanco perfecto con la ayuda de quienes no han sabido ser políticos honestos.
A Tiempo: La expectativa de soluciones económicas por parte de la ANC deben ser resueltas por la explicación de la ANC de lo que se puede esperar o no. Nada como un desengaño para perder todo el crédito político.
Emergencias: La creciente impaciencia de todos contra todos, puede entregar en bandeja de plata a los golpistas, lo que los escuderos y guarimberos no pudieron.
Allende: Venezuela a la distancia luce sometida a un atroz ataque que no ha conseguido la esperada solidaridad de algunos pueblos. Se aprende, sin duda.