Esta expresión no es una recomendación a la gente de Roma debido a la ausencia de lluvia y la consiguiente falta de reservas de agua. Más bien, es una política y una petición perentoria. Esa sentencia es pronunciada por un superintendente del Ministerio del Interior en «El orden de las cosas» [L’ordine delle cose], la nueva película de Andrea Segre, que se estrena el 31 de agosto en el Festival Internacional de Cine de Venecia, y que del 7 de septiembre estará en las salas italianas.
La petición, en la película, tiene como destinatarios a varias entidades libias, institucionales y no institucionales, de la Guardia Costera a las milicias armadas.
¿En la película? ¿No es, incluso y sobre todo, el pedido que Italia viene haciendo desde hace meses a un número cada vez mayor de interlocutores en África? A Libia, como ya sabemos (de hecho, por el momento, dos de tres libios: el gobierno reconocido de Serraj y las tribus de Fezzan, nos falta la tercera, la del general Haftar, pero gracias al regreso del embajador italiano a El Cairo, pronto se llenará esta laguna), pero también – invitados de la reciente cumbre de París – a Níger y Chad.
«Cerrar el caño» de las salidas significa, de hecho, mover la frontera meridional de la Unión Europea y, por tanto, la italiana, cada vez más hacia el sur, no sólo en las costas libias, sino en el África subsahariana.
Los resultados, para quienes lo promovieron temiendo que estuviera en riesgo la «estructura democrática» de nuestro país, están empezando a ser excelentes. El número de desembarques en Italia está disminuyendo considerablemente.
Para aquellos que la sufren, esa política, es decir, los migrantes y los solicitantes de asilo, los resultados están destinados a ser infernal. No desembarcar significa no partir. Y no partir significa pudrirse en las cárceles libias y quedarse atrapados en el desierto.
«Ojos que no ven, corazón que no siente.» La política de «cerrar el caño» no es otra cosa que una aplicación de lo dicho, hoy principio inspirador de la política de inmigración italiana y europea.