Luego de 15 años de investigación, se ha dictado el procesamiento de tres personas acusadas del asesinato del expresidente chileno Eduardo Frei Montalva en el año 1982, otra persona en calidad de cómplice, y de otros dos como encubridores. Para estos efectos no se contó con colaboración alguna, por el contrario, se debieron superar obstáculos interpuestos por quienes se han esmerado en ocultar los antecedentes que han llevado a este procesamiento.
Los datos recopilados señalan que fue asesinado mediante dosis de talio y gas mostaza, sustancias tóxicas conducentes a envenenar a un expresidente de la República. No cabe duda que los ejecutores de la macabra acción lo hicieron a instancias del Estado, por órdenes superiores, lo que no les exime de responsabilidad, pero revela un delito de marca mayor por partes de agentes de Estado, los mismos que se supone están para protegernos, no para matarnos. En tiempos donde no se movía una hoja sin que se enterara el dictador Pinochet. Todo un signo de descomposición moral.
Fue con saña, para debilitarlo, bajando sus defensas, con el fin de neutralizar cualquier posibilidad de recuperación frente a toda operación a la que se le sometiera o infección que lo afectara.
La derecha, impertérrita, la misma que ocultó por décadas su complicidad, como siempre, llega tarde y ahora critica la resolución de un juez debido a la cercanía de las elecciones. Es la misma derecha que permanentemente boicoteó todo avance en la materia, interponiendo obstáculos. Se trata de un crimen de Estado que debió haberse dilucidado hace mucho tiempo atrás: estamos hablando de un asesinato de hace ya 35 años, de un asesinato cuyo móvil fue político, para sacar del camino a una personalidad de fuste que se estaba erigiendo en el líder de la oposición. Del mismo Eduardo Frei Montalva a quien invocaban para justificar el golpe de Estado del 73, blandiendo su famosa carta a Mariano Rumor, escrita cuando nunca se imaginaba que la dictadura podía llegar a los extremos que llegó.
Que recién ahora se esclarezca, se haga luz allí donde la derecha quiso imponer la oscuridad, no es responsabilidad del juez ni nuestra, sino que de quienes detentaron el poder en aquellos años y que durante todo este tiempo han estado haciendo lo imposible para mantenernos en penumbras.
Pero como dijera el propio Eduardo Frei Montalva, la verdad tiene su hora.