por Guadalupe Peres Cajías para Página Siete
«Ser civilizado significa ser capaz de reconocer plenamente la humanidad de los otros, aunque tengan rostros y hábitos distintos a los nuestros; saber ponerse en su lugar y mirarnos a nosotros mismos como desde fuera. Nadie es definitivamente bárbaro o civilizado y cada cual es responsable de sus actos”.
Esta es una de las frases que mejor resume el pensamiento del búlgaro Tzvetan Todorov, pues insta a reconocer al otro a pesar de nuestras diferencias y a hacernos responsables de quiénes somos y qué hacemos para ser nosotros.
Un pertinente aporte de la teoría social para responder a la pregunta que encabeza el artículo de hoy. Inquietud que ha sido comentada entre ciudadanos y políticos de Bolivia y Chile, a partir de la reunión del Comité de Fronteras de ambos países, realizada este 25 de julio en la ciudad de Santa Cruz.
El clima amigable con el cual fue descrito este encuentro, así como los resultados preliminares del mismo produjeron una serie de reacciones sobre las futuras relaciones boliviano-chilenas. El presidente boliviano, Evo Morales, expresó la posibilidad de «paralizar” la demanda en La Haya, «si los dos países acuerdan un diálogo sincero”.
Por su parte, Ximena Fuentes, directora de Fronteras y Límites de Chile y principal representante de ese país en la citada reunión, aclaró que no se puede hablar de «una nueva etapa” en la relación bilateral. Destacó los avances técnicos, pero los diferenció de los políticos, relacionados con la demanda marítima boliviana.
A diferencia de estas últimas declaraciones, considero que sí se puede pensar en una pequeña luz en el denso túnel, construido a lo largo de la historia entre ambos países. Coincido con el presidente Morales en la necesidad de un diálogo sincero y destaco la posibilidad de fomentarlo desde el lado boliviano. Pero sugiero mantener una coherencia discursiva y práctica, en relación con ese planteamiento.
Para ello, pienso que las líneas de análisis del citado Todorov -presentadas en su conocida obra La Conquista de América (2007)- pueden ser útiles: (1) El descubrimiento del Yo es posible sólo a través del descubrimiento del Otro, el cual es solamente una abstracción construida por el Yo; (2) el pasado anuncia al presente, y como parte de la búsqueda del Yo actual, es importante el estudio del Nosotros en el pasado. Ambos procesos serían posibles a través de una estrategia comunicacional y simbólica.
El Yo boliviano se ha construido permanentemente en relación con la pérdida del acceso al mar, frente al Ejército chileno (1879). Evidentemente, el perder una condición tan importante tenía que transformar la construcción de la identidad nacional. Sin embargo, en este proceso, el boliviano ha visto al Otro chileno exclusivamente a través de ese catalejo. La educación y los discursos de diferentes mandatarios, entre ellos el actual, han insistido en más de una ocasión en mantener esa mirada.
Pero si hacemos el ejercicio de descubrir al Otro a través de una visión más amplia, quizás podamos transformar esa abstracción única que hemos construido a lo largo de la historia. Los encuentros interculturales, a través de festivales artísticos, reuniones de académicos o simplemente de ciudadanos divididos por una frontera son interesantes alternativas para reconocernos en ese Otro.
Ciertamente, esto no implica dejar de lado el debate sobre el Nosotros en el pasado. Dos países enfrentados desde finales del siglo XIX hasta la actualidad, a través de diferentes medios y con distintos protagonistas… pero dos territorios unidos por las culturas precolombinas y por muchos de sus ciudadanos durante mucho más tiempo. Reconocer que la historia boliviano-chilena no se inicia en 1879, sino mucho antes de que existieran ambas repúblicas, y trascender la mirada de lo político a lo humano son otras formas de pensar el Nosotros.
Sí, el diálogo sería una estrategia comunicacional pertinente e importante para el encuentro. Pero ese intercambio no debe ser exclusivo de las esferas políticas, debe ser compartido con y desde las esferas de la ciudadanía.
Hagámonos responsables de nuestros actos, reconozcamos al Otro y así habrá un posible Nosotros.
Guadalupe Peres-Cajías es docente universitaria y especialista
en investigación en comunicación.