En los 18 años de Revolución Bolivariana, la oposición, frente a sus fracasos en el plano del discurso y de las acciones políticas, se ha visto en la necesidad de afinar sus estrategias de propaganda; eso gracias al asesoramiento y financiamiento por parte de Estados Unidos y de sus laboratorios de guerra psicológica , junto al apoyo de las grandes corporaciones mediáticas a nivel mundial. Como en toda propaganda, se ha venido utilizando la fuerza de los símbolos, es decir imágenes cargadas de significados que van más allá del mero signo que los representa. Los símbolos, dependiendo del concepto al que hacen referencia, pueden llegar a tener un profundo e inmediato impacto en la psique humana.
Mediatización: La puesta en escena
Antes de examinar los tipos de símbolos utilizados por la derecha venezolana, es necesario puntualizar que, como toda propaganda, siempre están pensados en función de su mediatización. Otro elemento que no puede ser dejado de lado es el hecho de que estas imágenes simbólicas son utilizadas constantemente como instrumento de distorsión de la realidad, junto con las mentiras, la manipulación de imágenes, las falsas noticias.
¿Cuál es el fin? Aunque por un lado se trate de estrategias para “convencer a los convencidos” y causar algún tipo de efecto identitario que movilice a sus adeptos en el país, por otro lado su mayor relevancia consiste en crear una matriz de opinión a nivel internacional que, falsificando la realidad venezolana, pueda justificar un final abrupto del proceso revolucionario. En otras palabras, su objetivo es manufacturar un consenso internacional contra Venezuela.
El escenario para la mediatización de los símbolos utilizados son las movilizaciones y acciones de calle puestas en acto por la oposición, las cuales en la última decada, como películas cinematográficas, cuentan con todo un aparato de producción especifico: “camarógrafos cazando momentos conmovedores, el staff que acompaña a los dirigentes políticos, operadores que pagan y equipan a gente para que asista a las protestas, gente que reparte máscaras, gente que paga por marchar, etc. Desde 2007 se ha formado todo un perfil profesional para los opositores de oficio: jóvenes dirigentes que pueden hacer cursos en el exterior, periodistas y fotógrafos que generan noticias, organizadores de eventos y manifestantes profesionales”.
Sus productos, que aspiran a tener un fuerte impacto emotivo, tienen como destino principal las redes sociales y las grandes cadenas mediáticas en el exterior, logrando que unos pocos focos de violencia tengan una elevada resonancia a nivel mediático internacional.
No es casual que los rostros-símbolo de las movilizaciones sean de fenotipo europeo, como Hans Wuerich (el muchacho que se hizo retratar caminando desnudo entre los efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana – GNB-) o María Castro (la señora – portuguesa, residenciada en Venezuela – que posa envuelta en la bandera) o las jóvenes que piden auxilio internacional contra la dictadura venezolana en videos que circulan por las redes: se trata de rostros con los cuales se pueda identificar un público europeo o norteamericano.
Simbología utilizada en las marchas opositoras
A lo largo de los años la simbología utilizada por la oposición venezolana ha sido muy variada, como reflejo también de los ajustes estratégicos (y de mercadeo) frente a los repetidos fracasos en sus intentos de terminar con la Revolución Bolivariana. Nos encontramos entonces con:
a) Simbología extrapolada del movimiento pacifista y antimilitarista, “paradójicamente” sacada de su contexto anti imperial de origen, para ser adoptada en un contexto pro-imperio y en realidad absolutamente no-pacifista. Su objetivo es demonizar la alianza cívico-militar a la base de la Revolución, así como la procedencia militar del Comandante Chávez; se trata de asociar el gobierno bolivariano a las dictaduras militares de América Latina de la segunda mitad del siglo XX. En esta categoría entra por ejemplo la utilización del famoso símbolo de la paz pero también el vestirse de negro – en signo de duelo – de las primeras movilizaciones.
b) Simbología religiosa católica: desde las imágenes religiosas presentes en Plaza Francia (2002-2003), pasando por “la marcha de las Vírgenes”, hasta la reciente “marcha del silencio” por los “caídos” hacia la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV). Por un lado esto se debe al papel protagónico y constante de la CEV contra el gobierno bolivariano, por otro lado se trata una vez más de demonizar al proceso revolucionario. Vale la pena recordar como la “marcha de las vírgenes” fuese convocada porque supuestamente el Presidente Chávez “le temía a las Vírgenes”, ya que estaba “poseído por una fuerza diabólica”, “protegido por alguna divinidad del culto afrocubano” o de magia negra.
c) Símbolos patrios: también en aras de contrastar la fuerza identitaria del color rojo que caracteriza las movilizaciones chavistas, la oposición ha tratado de apoderarse con exclusividad de la bandera nacional, mejor si se trata de la vieja versión de la bandera, anterior a las modificaciones aportadas por el Gobierno bolivariano. Un “patriotismo” bien ambivalente, dispuesto a poner la economía y los recursos naturales del país en mano de las multinacionales extranjeras.
d) Simbología, términos y prácticas de protesta tradicionalmente ligados a la izquierda y a la lucha de los pueblos por su soberanía y contra el establishment mundial: en este caso también, absolutamente sacados de su contexto originario para terminar en uno completamente opuesto. Esto se viene dando sobre todo desde 2007, cuando la oposición se “reinventa” como un movimiento principalmente juvenil, en contrasto con las movilizaciones de los años anteriores. Se empieza entonces a hablar de “resistencia”, “movimiento rebelde”, “anti totalitario”, etc. Se viene utilizando el cacerolazo como forma de protesta: sin embargo las ollas en mano de las clases pudientes y clase media pierden su significado de protesta por hambre y se reducen a generadoras de ruido.
e) Símbolos de las “Revoluciones de Colores”, mecanismos de intervención extranjera con apariencia de rebelión popular pacífica y espontánea que empezaron en Europa Oriental para luego ser aplicadas a los países del Mediterráneo meridional y oriental, y a través de las cuales Estados Unidos y la Unión Europea han sustituido los gobiernos existentes en esos países por unos más dóciles y más favorables a sus políticas. En particular modo en las movilizaciones venezolanas se hace referencia al movimiento de derecha serbio Otpor, que significa “resistencia” (ver punto anterior), nacido en Yugoslavia en el 2000 contra el presidente Slobodan Milosevic. Otpor fue financiado y asesorado por EE.UU. a través de la National Endowment for Democracy (NED) – el mismo organismo que ha venido financiando la oposición venezolana desde el inicio de la Revolución Bolivariana – y se rigió por el Manual del Golpe Suave de Gene Sharp. Este manual a su vez retoma, distorsionándola, la simbología pacifista y antimilitarista como mencionado anteriormente (ver punto A). En Venezuela, esto también se relaciona con el nuevo rostro juvenil de la oposición; de las revoluciones de colores se ha adoptado el símbolo de las “Manitos Blancas”, junto a las performances de jóvenes con los ojos vendados, las bocas tapadas con tirro o acostados en el piso en posición de muertos, “víctimas de la dictadura venezolana”.
f) Simbología Hollywoodiense. Otro aspecto más ligado a la participación juvenil, refleja el trabajo de propaganda ejercido por Estados Unidos a través de la industria del cine, para establecer su hegemonía cultural e ideológica en el planeta. Empiezan entonces a aparecer en las movilizaciones los rostros enmascarados como Anonymous (personaje de la película V de Vendetta), atuendos de súper-héroes sacados de películas del cine estadounidense, y recientemente elementos como los escudos “cruzados” que más que hacer referencias históricas son elaborados al estilo de las series HBO (Juegos de Tronos, Vikingos, etc). Pero más preocupante aún de estos aspectos “escenográficos” es el imponerse de la figura del mercenario, el verdadero “héroe de la resistencia”, inspirado en el cliché hollywoodiense del hombre de éxito entrenado y pagado para matar (presente también en los videojuegos). Una de las tantas películas de ese estilo, se llama apunto “Mercenarios”, cuya misión, encargada por la CIA, es asesinar a un dictador caribeño y derrocar su gobierno, cuyo soldados se caracterizan por llevar boinas rojas. Más allá de las “puras coincidencias”, esta figura de mercenario está siendo emulada en las movilizaciones por los muchachos de la “vanguardia”, con una tarifa establecida en base a la misión a cumplir (como armar barricadas, lanzar bombas molotov, quemar instituciones). Al mismo tiempo, hay evidencias de que la derecha venezolana ha estado contratando también verdaderos mercenarios de oficio, paramilitares colombianos, para las acciones más “delicadas”.
g) Simbología Chavista, utilizada después de la partida física del Comandante Chávez, para “confundir” y promover la desunión dentro del universo votante chavista. Con este fin, por ejemplo, Capriles Radonsky llamó “Simón Bolívar” su comando de campaña utilizando el logo del Bolívar Bicentenario. La derecha llegó incluso mucho más allá, utilizando el ícono de los “ojos de Chávez” para realizar pintas murales en contra del gobierno del presidente Maduro, como señala Ernesto Wong Maestre en un escrito sobre este tema: “en 2014, a la par de la guarimba, un esténcil, valiéndose del ya clásico ícono de la mirada del Comandante, pretendió ser reubicado dentro del imaginario simbólico denunciando «la traición del legado» de Chávez por parte de Nicolás Maduro y su gabinete. Los ojos de Chávez que miran «el desastre del rrrrrégimen» como imaginario que concilia la “vigilancia del pueblo” con el “fracaso del modelo”: un rompecabezas simbólico en detrimento de la unidad del chavismo. Trata de cimentar en el núcleo de la base el imaginario de que Chávez mismo desaprobaría la gestión del presidente Maduro, creando en el plano afectivo un decaimiento en la moral colectiva y en lo perceptivo una sensación de ingobernabilidad.”
h) Simbología Fascista: probablemente, entre todas, es la más coherente con su contenido político y sus métodos, en clara referencia a los orígenes políticos de Capriles Radonsky y Leopoldo López, quienes fueron miembros de la secta católico-fascista “Tradición, Familia y Propiedad”. A este tipo de simbología están ligadas por ejemplo las llamadas “puputov” o bombas de excrementos, que además de ser un arma bioquímica, tiene el objetivo inmediato de humillar a quienes alcance. Hay que recordar como el aceite de ricino – un poderoso purgante – fuese utilizado como instrumento de tortura física y psicológica por las Camisas Negras de Benito Mussolini en contra de los disidentes políticos, sobre todo intelectuales. Éstos eran obligados a tragar el purgante a la fuerza mientras se le amarraban los pantalones para que no pudiesen bajarlos al hacer efecto el purgante, y luego obligados a regresar a la casa en condiciones humillantes. Sin embargo, la simbología fascista más utilizada por la oposición es la relacionada con el fuego, y merece un análisis a parte.
El fuego, instrumento de terrorismo fascista
Desde los albores de la humanidad, en todas las culturas al rededor del planeta, el fuego ha tenido una importancia fundamental como aliado de los grupos humanos, y al dominio de este elemento por parte de la población humana están dedicados infinitos mitos. Alrededor del fuego se han transmitido desde siempre los cuentos y la memoria de los pueblos. Sin embargo, en mano de los seres humanos, el fuego ha sido también un instrumento de muerte y destrucción: desde la quema de aldeas y ciudades para su dominio y aniquilamiento, hasta la destrucción de la diversidad de saberes y pensamientos a través de las piras de la Santa Inquisición, que quemaba gentes, libros y todo aquello que pudiese poner en duda sus dogmas de dominación y su poder.
La oposición venezolana viene utilizando desde hace tiempo el símbolo del fuego a través de reiteradas marchas con antorchas con clara referencia a la simbología fascista y nazista, como analizado por Robert Galbán en su escrito “Marchas, antorchas y fascismo” . Si bien las marchas con antorchas no son una prerrogativa fascista, sí lo son cuando conjugan el misticismo con la amenaza. De hecho, Mussolini e Hitler (y luego, los movimientos neo-fascistas y neo- nazi) realizaron marchas de las antorchas con ese espíritu ambivalente.
«Los rituales con fuego han sido una contraseña constante entre grupos de odio racial auto asumidos “herederos de civilizaciones superiores” en el caso del nazi-fascismo; o como símbolo de unidad de raza ante el miedo a la diferencia, como en el Ku Kux Klan. La utilización de antorchas de noche y en forma masiva provoca, en los participantes, un efecto «amplificador» del mensaje, que es generado por un encuentro casi místico con los más primitivos sentimientos de «miedo», «comunión», y «purificación». En el caso de las marchas organizadas por la derecha, el mensaje es claro: “Ten miedo de nosotros los puros, poseemos el fuego que puede envolverte.” A partir de la manipulación emocional de las masas y de la perversión de sus creencias, el fascismo suele producir ambientes litúrgicos que pudiesen asumirse como ceremonias religiosas colectivas; el objetivo busca acceder al inconsciente y despertar los rasgos emocionales más primitivos, en favor de la conducción de la masa hacia objetivos propios de las clases dominantes. La voluntad individual y la capacidad de raciocinio deben ser disueltas, vencidas y listas para acatar las órdenes emanadas por los medios de propaganda fascista » escribe Robert Galbán.
En Venezuela, la oposición ha llamado a realizar marchas de las antorchas reiteradamente a lo largo de los años: en diciembre de 2002, cuando « la Coordinadora fascista pretendió tomar por asalto el Palacio de Miraflores, usando como hilo argumental una supuesta “marcha de antorchas” que fue convocada por los medios de la derecha criolla y que sería dirigida contra las instituciones del gobierno revolucionario» ; el 27 de mayo de 2009 para exigir a Conatel que se renovara la concesión al canal privado RCTV; en 2013, en la apertura de la campaña electoral. Recientemente, se han organizado diferentes “marcha de las luces en homenaje a los caídos”, entre lo religioso y lo intimidatorio; recordemos que sus raíces (Tradición Familia y Propiedad) son católico-fascistas, y que la Conferencia Episcopal Venezolana tiene un papel protagónico en la guerra contra Gobierno bolivariano: no debe de extrañar la presencia del clero en ese tipo de movilizaciones.
La utilización del fuego no se ha limitado a las marchas con antorchas, y la amenaza contenida en ellas se ha venido haciendo realidad de manera sistemática y en crescendo, cada vez que la derecha ha realizado sus repetidos llamados a la violencia. A lo largo de los años, han quemado sedes del PSUV, ambulatorios de la Misión Barrio Adentro, CDIs, Metrobuses e instalaciones del Metro de Caracas, instituciones públicas de diferentes índoles, incluyendo preescolares. También le han dado fuego al Parque Nacional Waraira Repano, en 2009, sobre sugerencia explicita del entonces alcalde metropolitano de derecha Antonio Ledezma; la tala y quema de árboles para trancar la calle se ha puesto en práctica varias veces. En 2014 se denunció el hecho de perros callejeros rociados de gasolina y lanzados a las barricadas incendiadas. “Estas características ecocidas, asesinas y fascistas de la contrarrevolución no son una casualidad. El objetivo de la restauración capitalista en Venezuela requiere de una mentalidad instalada en sus elementos de vanguardia y de choque que no contemple piedad ni con la naturaleza ni con quienes se les oponen […] Es necesario actuar para acabar con la violencia y el terrorismo ahora, ya que mañana los incendiados podemos ser nosotros” alertaba un artículo sobre lo que estaba pasando en Venezuela.
La alerta no fue en vano. Este año la derecha, en sus pacíficas protestas, ha incendiado centros de alimentación, hospitales materno-infantiles, ambulancias, sedes de instituciones públicas, unidades de transporte público, entre otros. Pero las victimas del fuego destructor han sido las personas también. Los primeros quemados han sido, por accidente, los mismos participantes en las acciones violentas, en Caracas: dos mientras lanzan una bomba molotov (uno el 1º, el otro el 3 de mayo) y otros dos mientras incendiaban una moto de la GNB (3 de mayo). Algunos días más tarde, los terroristas de la oposición le han dado fuego a personas de manera intencional. El 10 de mayo, unos manifestantes terroristas lanzan bombas molotov contra un autobús, quemando a una señora de 61 años, Lorenza Higuera, quien recibe el impacto de la bomba, y dos personas más. Una semana más tarde, Carlos Ramírez “por parecer chavista” es atacado, prendido en fuego y perseguido por un grupo de manifestantes encapuchados al grito de “¡mátalo, mátalo!” mientras transita por Altamira (Chacao), el 18 de mayo. Luego, el 20 de mayo, el joven Orlando Figuera, de 21 años es tildado de infiltrado chavista en la marcha de la oposición y ladrón; es apuñalado, rociado con gasolina y prendido en fuego por parte de los manifestantes fascistas, el joven fallece dos semanas más tarde. En la madrugada del 6 de junio, unos terroristas incendian la sede de una institución pública en Santa Rita (estado Zulia), estando adentro el vigilante, Erik Teoconis, quien sufre quemaduras.
Para meterle candela a otro ser humano, debe haber por un lado un fuerte componente de odio, y por otro una demonización y deshumanización del otro, elementos éstos que están constantemente presentes en los discursos de la derecha venezolana, y que van cosechando sus efectos. Sin embargo, gracias a un estudiado y asesorado uso de las imágenes simbólicas, y a la colaboración activa de las grandes corporaciones mediáticas, fascistas y terroristas figuran internacionalmente como las víctimas de una feroz dictadura. Tarea de todas y todos es quitarle la máscara.
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Notas:
[1]Sobre ese tema, escribe Ernesto Wong Maestre, en su artículo La moral como objetivo: golpe suave a la simbología chavista, citando al investigador Álvaro Verzi Rangel: «Al menos desde 2006 se sabe que para el caso Venezuela el Pentágono ha destinado al Grupo 4 de Operaciones Psicológicas y al Centro Nacional de Inteligencia para trabajar desde este frente. La misión de dicha unidad es la de «desplegarse rápidamente en cualquier lugar del mundo para planificar, desarrollar y conducir operaciones psicológicas y asuntos civiles en apoyo a las fuerzas y las agencias gubernamentales estadounidenses», señala el investigador Álvaro Verzi Rangel.»El personal del Grupo 4 está compuesto por expertos regionales, expertos en mercadeo, publicistas, historiadores, sociólogos y lingüistas que pueden comprender las sutilezas y particularidades políticas, culturales, étnicas y religiosas y que desarrollen su trabajo a través de plataformas periodísticas (gráficas y de diseño e imagen, sonoras, audiovisuales, comunicaciones tácticas) para lograr influir en los imaginarios colectivos», añade. Los laboratorios tienen nombre, rostro y una considerable nómina. Política de guerra.» http://misionverdad.com/la-
[2] Fabio Zuloaga, Generación Guarimba: por qué estos chamos se creen “la Resistencia”. http://supuestonegado.com/web/
[3] Ernesto Wong Maestre, La moral como objetivo: golpe suave a la simbología chavista http://misionverdad.com/la-
[4] Roberto Galbán, Marchas, antorchas y fascismo, publicado enhttp://rbrtglbn.blogspot.com/
[5] Idem
[6] Idem
[7] Resistencia Antiimperialista, Fascismo, ecocidio y terrorismo:con el fuego nazi, las motosierras paracas y la mentalidad de Al-qaeda, http://piensachile.com/2014/