Al cumplirse ayer los 500 días de detención arbitraria de la líder de la Tupac Amaru, Milagro Sala, en la provincia argentina de Jujuy. Su marido y compañero, Raúl Noro, difundió a través de un video un poema que le escribió a su mujer.
El 16 de enero del 2016 Milagro Sala fue detenida al encabezar una medida de fuerza en la plaza del centro de San Salvador de Jujuy donde exigía, junto a cientos de cooperativistas, una entrevista con el recientemente asumido gobernador Gerardo Morales, para poder continuar con las labores en marcha entre las cooperativas y el Estado jujeño.
A la negativa de Morales se sumó la persecución judicial de la dirigente y de su organización, con un poder judicial cooptado por el poder político del nuevo gobierno y la implementación de una campaña mediática de demonización de Sala y del resto de organizaciones sociales.
Desde el Grupo de Trabajo de Naciones Unidas sobre Detenciones Arbitrarias, que la ha visitado en el penal de Alto Comedero, se ha exigido su inmediata liberación. Lo mismo ha ocurrido con organismos nacionales e internacionales defensores de derechos humanos, incluida la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, dependiente de la OEA, que la visitará durante el mes de junio y que ha reclamado por su puesta en libertad y la del resto de detenidos políticos que hay en la provincia de Jujuy.
Este es el video amoroso de Raúl Noro para Milagro Sala
India, loca, irreverente, transgresora,
llena de luz del corazón,
hurgando en el abismo empecinado del pueblo.
¿Qué podemos perder, amor,
con esta inquisición ansiosa de revancha,
intentando un apagón de la consciencia?
Ya tenemos 11 detenidos,
a través de una venganza que late
en la cumbre del poder,
pergeñado en la cubierta del yate Torquemada,
navegando esclavos de librea
hacia Punta del Este en Uruguay.
¡Qué paradoja, amor!
¡La tierra de los tupamaros!
India querida, negra querida,
rebozante de luz,
nos honran estos carceleros,
estos innobles, obtusos,
contadores y abogados,
afiebrados por castigos instrumentados en cavernas,
ensombrecidas, pobladas por el eco
de una respiración espasmódica, abisal.
India querida, irreverente,
el pueblo sigue empujando desde abajo,
tus brazos intentaron levantarlo
y dejaron testimonio verificable, cierto,
sin especulación ninguna
de tu infinita capacidad de dar.
Así que nada, india,
cielo querido,
te estamos escuchando
y estamos aprendiendo.
Desde la cárcel estamos elaborando un nuevo canto
Para inundar a todos y abrazarlos
con el torrente de la dignidad rebozante de la luz.
Raúl Noro