Por Baher Kamal
Los seres humanos son el mayor depredador de recursos naturales. Los bosques, el verdadero pulmón de la Tierra, pierde 15 hectáreas de árboles cada 60 segundos, principalmente a causa de la producción de alimentos y energía. En América del Sur desaparecen 45.000 hectáreas por cada millón de kilogramos de carne exportados.
Por si eso no fuera suficiente, la secretaria ejecutiva de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD) llamó la atención sobre otro asunto: “Cuando eliminamos los bosques, no solo se van los árboles, sino que se desintegran ecosistemas enteros con terribles consecuencias para todos nosotros”, subrayó.
Barbut, quien suministró esos y otros datos en el marco del Día Internacional de los Bosques, el 21 de marzo, conmemorado este año bajo el lema “Los bosques y la energía”, también recordó que la deforestación y la degradación de los bosques son responsables de 17 por ciento de las emisiones de gases invernadero, producidas por actividades humanas.
En ese sentido, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) alertó de que hasta siete por ciento de las emisiones contaminantes causadas por los seres humanos son producto del uso del carbón vegetal y de la madera como combustibles.
Eso obedece principalmente a la gestión no sostenible de los bosques, a la ineficiente fabricación de carbón y a la quema de madera, según el informe “La transición al carbón vegetal”, publicado el mismo 21 de marzo.
El problema es que para más de 2.000 millones de personas en el mundo, la madera es sinónimo de alimentos cocidos, agua hervida para poder beber y un hogar templado, recordó el director general de la FAO, José Graziano da Silva.
La pérdida forestal representa una sexta parte de las emisiones de gases contaminantes al año. Crédito: Joan Manuel Baliellas/FAO.
Comunidades rurales pobres
En las zonas rurales de los países en desarrollo, la madera es especialmente importante porque suelen ser la única fuente de energía disponible.
Además, las zonas de mayor pobreza como y especialmente África subsahariana, así como los hogares de bajos ingresos en Asia también tienen una gran dependencia de la madera.
“Casi 90 por ciento de toda la madera y el carbón utilizado ocurre en las naciones en desarrollo, donde los bosques no son más que una fuente de energía disponible para los pobres”, observó Manoel Sobral Filho, director del Foro de la ONU sobre Bosques.
Sin embargo, la mayor parte de la producción actual de madera para combustible “no es sostenible”, lo que contribuye enormemente a la degradación de los bosques, los suelos y a la emisiones de gases invernadero, observó Graziano da Silva.
“En muchas regiones, la conversión al carbón vegetal suele realizarse con métodos rudimentarios y contaminantes”, apuntó.
El secretario general de la FAO urgió a los países a revertir la tendencia negativa en el uso y la producción de energía a partir de la madera. La agencia participa en varios programas para distribuir cocinas eficientes, en especial en las comunidades más desfavorecidas de América Latina y África.
“Necesitamos, por ejemplo, adoptar mejores tecnologías para la conversión energética”, acotó.
En Sudán del Sur, aquejado por un conflicto y donde reina la hambruna, la organización y sus socios ya distribuyeron más de 30.000 cocinas mejoradas.
Por su parte, el presidente de Fiyi, Jioji Konousi Konrote, subrayó: “Necesitamos concentrarnos en ampliar la transferencia hacia las tecnologías de energías renovables, en particular la biomasa, a fin de garantizar que los países en desarrollo las usen y sigan el crecimiento de la demanda de energía de forma sostenible”.
El gobierno de ese país asumirá la Presidencia de la 23 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático, que se realizará en noviembre en la ciudad alemana de Bonn.
Una de cada tres personas depende de la madera como combustible.
El desafío es enorme sabiendo que más de 2.400 millones de personas, alrededor de la tercera parte de la población mundial, todavía depende del uso tradicional de la madera para cocinar, y muchas pequeñas empresas usan carbón y madera como vectores energéticos para varios fines como cocinar, procesar té y fabricar ladrillos.
De toda la madera usada como combustible, alrededor de 17 por ciento se transforma en carbón vegetal, precisa el informe de la FAO. El problema es que cuando la producción de este se realiza con tecnología y recursos no sostenibles, la emisión de gases invernadero puede llegar a nueve kilogramos de dióxido de carbono equivalente por cada kilogramo de carbón producido.
El informe subraya que ante la falta de alternativas realistas y renovables al carbón en un futuro próximo, en particular en África subsahariana, Asia sudoriental y América del Sur, es fundamental lograr que la producción de carbón vegetal sea más sostenible, así como utilizar prácticas más sostenibles en la gestión de los bosques para mitigar el cambio climático, al tiempo que se mantiene el acceso de los hogares a las energías renovables.
Cambiar la forma en que se obtiene la madera y el carbón es una gran oportunidad para reducir las emisiones contaminantes, subraya, así como pasar de cocinas y hornos tradicionales a otros más eficientes y modernos podría reducirlas hasta en 80 por ciento. Y a nivel de usuario, la transición podría reducirlas en 60 por ciento.
“La energía producida a partir de la madera representa 27 por ciento del suministro principal en África, 13 por ciento en América Latina y el Caribe y cinco por ciento en Asia y Oceanía”, estima la FAO.
Los bosques siguen bajo la amenaza del uso insostenible, de la degradación ambiental, de la rápida urbanización, del crecimiento poblacional y de los impactos del cambio climático. Entre 2010 y 2015, la cobertura boscosa del mundo disminuyó 3,3 millones de hectáreas al año.
Traducido por Verónica Firme
Esta es la segunda parte de una serie de dos sobre la responsabilidad de los seres humanos en la destrucción de los bosques, el verdadero pulmón de la Tierra. La primera es La incontenible destrucción de los bosques.