Esta es la tercera entrega de la serie “Colectivos que transforman” en este 2017. Cada mes nuestros lectores encontrarán una experiencia nueva de algún colectivo ecuatoriano que está transformando la realidad.
Dos mil toneladas de basura diarias se producen en Quito y existen, según el último censo realizado por la Secretaría del Ambiente, 3400 recicladores base, cifra que aumenta en las épocas de crisis; por lo que podemos deducir que existen recicladores de profesión y esporádicos.
El Municipio de Quito cuenta con 18 proyectos de reciclaje “a pie de vereda”, un convenio entre Quito Reciclar con la Red de recicladores y cuatro establecimientos de gestión ambiental, pero no se ha logrado llegar a una vinculación humana con los recicladores, crear conciencia ciudadana para mejorar las condiciones de trabajo de estas personas y tampoco existe el espacio suficiente para realizar la labor de diferenciación de desechos.
En 2015, Impaqto Quito (Ecuador) y LabCívico (Chile), buscaban encontrar una idea que permitiera el uso de la tecnología para mejorar la vida de los habitantes en las ciudades y la iniciativa de voluntarios que buscaban dar una opción a una problemática social y ambiental que vive el Ecuador; así nace ReciVeci.
El compromiso de ReciVeci es capacitar a los vecinos para que el reciclaje empiece desde sus espacios cercanos y así el material llegue directamente al reciclador. Pero lo más importante es la creación de un vínculo humano, es decir, que las personas de cada barrio sepan quién hace el trabajo de recolección, sus horarios, su realidad y la razón por la cual realiza dicha actividad; con esto se busca terminar con la invisibilización y el rechazo hacia un grupo de personas que hace un trabajo que el presupuesto del municipio no puede cubrir ya que la separación diferenciada de materiales reciclables y establecer rutas para este fin, es sumamente costoso.
Claudia Andrade, Coordinadora de ReciVeci, habla de las condiciones de trabajo precarias de los recicladores base, que incluyen el ingreso de niños a los contenedores porque los adultos no caben en ellos, creando un problema de salubridad y aumento de trabajo infantil, factores que le restan importancia, dignidad y valor a un trabajo que se realiza en el Ecuador desde hace 80 años y es la fuente principal de ingresos para aproximadamente 20 mil familias; además, al ser un negocio de escala donde más toneladas representan una ganancia más aceptable, no contar con vehículo propio para transportar el material les obliga a vender lo recolectado a quienes si lo poseen, a precios sumamente bajos, un ejemplo es el de las botellas plásticas PET (Tereftalato de polietileno), por el que se debe cobrar 0.70 ctvs. de dólar el kilo, pero al recurrir a los transportadores, solo cobran 0.30 – 0.40 ctvs.; en otros casos, el alquiler de un vehículo cuesta 25.00 usd.
Por el momento ReciVeci trabaja con dos proyectos: uno en el barrio La Floresta, con el auspicio de la Escuela Politécnica Nacional y, otro, con la Asociación de Recicladoras “Sonreir”, en el sector República El Salvador, financiado a través de una campaña de “crowdfunding”, además, su centro de acopio fue diseñado y construido por maestros y estudiantes voluntarios de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica del Ecuador – PUCE.
ReciVeci crea vínculos con aliados estratégicos como empresas, colectivos ciudadanos, incubadoras de emprendimiento y la participación en festivales, donde las recicladoras mantienen contacto directo con el público, capacitándolo para despertar conciencia ecológica; además, reciben hojas de vida de voluntarios que pueden desempeñarse en el área de comunicación, legal, mejoramiento de la aplicación móvil, trabajo de campo y con las recicladoras, etc.. Claudia Andrade lo define como un “voluntariado/militancia”, donde se debe priorizar en cada objetivo planteado, sin desgastarse por abarcar demasiado y quienes postulen deben comprometerse a fondo con el reciclaje inclusivo; esto último porque el trabajo es permanente, de las quince personas que iniciaron el proyecto, ocho siguen en pie de lucha y alrededor de 400 voluntarios han pasado por ReciVeci.
«Las recicladoras mantienen contacto directo con el público, capacitándolo para despertar conciencia ecológica.»
Recientemente consiguieron un financiamiento de la Iniciativa Regional de Reciclaje, que trabaja a nivel de Latinoamérica, asociada con el BID (Banco Interamericano de Desarrollo), Fundación Avina, Coca Cola y PepsiCo, para desarrollar un proyecto de fortalecimiento que incluye un modelo de gestión de negocios y toda una estrategia de réplica del proyecto, acompañado de un manual que informe a las personas sobre como implementar ReciVeci en sus barrios, dedicando no más de cinco minutos para ayudar al ecosistema y a los recicladores a no hurgar en la basura; por otro lado, se plantean preparar módulos de educación en salud sexual y reproductiva, salud e higiene infantil, violencia de género, derechos de niñas, niños y adolescentes; con el apoyo de la Escuela Politécnica Nacional, capacitarlas en manejo de redes sociales y computación básica; finalmente, también se encuentra en desarrollo, un modulo de educación financiera básica.
Otro aporte valioso del voluntariado de la Escuela Politécnica Nacional es una aplicación desarrollada por Jorge Aguilar y su equipo de trabajo, el mantenimiento y renovación ha estado a cargo de estudiantes de la universidad que rotan una vez que cumplen sus horas de vinculación social; de momento la aplicación es informativa, pero entre sus ideas, se encuentra el desarrollar un modelo parecido a “TripAdvisor”, pero con información de comercios comprometidos con el reciclaje, además, que las recicladoras sean identificadas dentro de la aplicación. Estas ideas requieren que más voluntarios y socios estratégicos se unan a la causa.
ReciVeci mantiene contacto con EMASEO (Empresa Pública Metropolitana de Aseo de Quito) para concretar la instalación de contenedores diferenciados en los edificios de la República de El Salvador y así, los recicladores capacitados, debidamente uniformados e identificados puedan ingresar a retirar el material, realizando un trabajo técnico; en resumen, ReciVeci acompaña y capacita a los recicladores y el Municipio como autoridad, controla y corrige cualquier dificultad que se presente en el proceso; por el momento, el cabildo se encuentra en etapa de capacitación de los administradores de los edificios, para que estos a su vez capaciten a los vecinos, lo que ha creado un desfase entre el funcionamiento del proyecto y la práctica, razón por la cual, Claudia señala que deben trabajar urgentemente en conseguir financiamiento para que ellos mismos capaciten a los vecinos “puerta a puerta”.
Andrade señala que ser reciclador base es un trabajo que demanda disciplina y organización para llevar un registro óptimo y si bien la relación con el municipio no es directa ni estrecha, una de sus aspiraciones es que ReciVeci sea una capacitadora reconocida a nivel municipal, como pasa en la ciudad de Bogotá, donde existe eficiencia en la operación. “No queremos ser recicladores, ni intermediarios, ni comerciantes del material, queremos que el reciclaje inclusivo se convierta en una actividad reconocida en el presupuesto de los municipios y por lo tanto remunerada” ya que, desde el 2014 los recicladores se encuentran registrados en la Secretaría del Medio Ambiente como gestores ambientales, pero sin reconocimiento de las empresas privadas, que deben cumplir con su responsabilidad social y ambiental, “éstas deben participar en organizaciones sociales que desarrollen proyectos de generación de empleos, gracias a ese apoyo”.
A futuro, Claudia Andrade, ve a ReciVeci igual, como un grupo de voluntarios trabajando en unidad, replicando la iniciativa de manera más rápida para fortalecer a las recicladoras y con la asesoría del modelo de gestión, sabrán si deben dar el paso a convertirse en una asociación u ONG, ya que no poseer personería juridica, les dificulta avanzar o captar fondos que les permitan acompañar a los recicladores base hasta que puedan manejarse solos o crear sus microempresas y retirarse para continuar ayudando a otros.
Para ayudar al medio ambiente ReciVeci recomienda separar su propia basura (papel, cartón y botellas plásticas), identificar a los recicladores de su calle y entregarles el material en sus manos. Solo en diciembre de 2016 más de 276 toneladas de los Residuos Sólidos Reciclables (RSR) fueron recuperados en el marco de los proyectos 3RS impulsados por EMASEO EP.
Si tomamos conciencia que cada obrero de recolección puede llegar a levantar hasta 8 toneladas de peso durante una jornada de trabajo, seguramente comprenderemos que el tema de la basura y el reciclaje es, finalmente, un tema de todos los ciudadanos y ciudadanas.