No hay mucho de qué alegrarse: Le Pen consigue un millón de votos más que la última vez, y Macron parece venir del cilindro del Poder.
Como europeos podemos estar contentos de que los dos candidatos finales no son Marine Le Pen y François Fillon. Pero esta es una alegría limitada, porque la candidata del FN no sólo se encuentra una vez más en la segunda ronda, pero también tiene un millón de votos más que la última vez. Además, el vencedor de la primera vuelta, Emmanuel Macron, no es garantía de llegar a ser un presidente capaz de ayudar a liberar a Francia y la Unión Europea de los graves problemas en que se encuentran.
Hace un año, muy pocos sabían de la existencia de Macron, sin embargo en seis meses, sin partido político que lo apoyara, logró obtener casi el 24% de los votos, algo que nunca había sucedido antes. Un éxito tan extraordinario se debe muy probablemente al hecho de que una parte importante de los votantes franceses (sobre todo de las clases altas, la burguesía de las grandes ciudades -París principalmente-, en resumen: los grupos sociales y económicos más fuertes) no quiere oír hablar de crisis o de la necesidad de cambio, quiere que la gente tenga confianza en el sistema, que espere, que crea en una Francia ‘en marcha’, competitiva, que recupera su fuerza económica gracias a la flexibilidad del mercado de trabajo y a la tributación favorable a la innovación para la productividad, gracias a su poder político y militar.
Acompañando a este segmento, incluso desde las franjas más desfavorecidas, lo votaron las víctimas, que tienen miedo actualmente y respecto del futuro, los grupos más fuertes quieren deshacerse de la política, a lo que ha contribuido en gran medida su descrédito.
La candidatura de Macron y su propio carácter (expresión joven y prometedora de una Francia que tiene confianza en sí misma, aunque se encuentre en un mundo cada vez más conflictivo) constituyen una oportunidad única en esta dirección.
Macron promete estabilidad para los que están bien, ningún cambio a la justicia.
Macron habla de una Francia más eficaz, más eficiente, más potente, ya no la misma.
Macron promete una Europa aún más tecnocrática, no la transformación de la Unión Europea.
Todo en la línea de la transferencia de autoridad pública a un Estado gobernado por grupos privados, por grandes instituciones y organizaciones económicas y financieras oligárquicas dentro de la cual, dice Macron, Francia tendrá un rol clave.
La «relevancia» de la solución de Macron es consistente con el otro resultado importante de la primera vuelta: la casi extinción del PS y el aplastamiento del partido de derecha, los dos equipos que han dominado la escena política francesa durante los últimos cincuenta años. Del mismo modo conviene considerar a la completa desaparición de la escena política del «partido» ecologista nacional.
Los cambios que podrán darse luego de la primera vuelta electoral, no son para nada alentadores.
El único factor alentador es la votación que obtuvo «Francia Insoumise» (Jean-Louis Mélenchon). La pregunta es si las tendencias socio-económicas y políticas relacionadas con la elección presidencial, jugarán en sentido más favorable en la dinámica de las elecciones legislativas territoriales, que se dan en un contexto muy diferente.
Por el momento, la cita es para el 7 de mayo en la tarde.
Riccardo Petrella, Aix-en-Provence, 25 de Abril, Día de la Liberación de Italia del fascismo.