Por Luis Angió y Rosaura Barlett | La Retaguardia
El fin de semana pasado fue detenido en Formosa Agustín Santillán, líder wichi. Ayer, su esposa lo fue a ver pero él no estaba en Las Lomitas, adonde lo habían llevado; había sido trasladado a Formosa Capital sin que nadie lo supiera. El Consejo Consultivo y Participativo Indígena garantiza, según anunció Díaz, su defensa legal a través del INAI (Instituto Nacional de Asuntos Indígenas). El Qarashe Qom es presidente del Consejo y líder de un grupo de comunidades indígenas, y no quedó exento de críticas al aceptar presidir el Consejo: «No somos funcionarios de un gobierno, somos contralor». Fue durante una charla con Luis Angió y Rosaura Barletta en el programa radial Otral Voces, Otras Propuestas.
La persecución actual
«Tuvimos la certeza de dónde está detenido Agustín hoy (el martes) por la tarde. Nos llamó Gabriela Torres (su esposa) desesperada porque fue a verlo y le informaron que no se encontraba ahí. Lo trasladaron a Formosa Capital pero sus cercanos no se habían enterado. Por eso empezamos a consultar qué había pasado, vimos que no se había concretado el pago de honorarios de su abogado (Daniel Cabrera) y que por eso no había podido ver el expediente, así que finalmente lo garantizamos, expresó Félix. Además de Santillán, recibió amenazas otra integrante de la comunidad, Lorena Frías: «Está aislada, se está refugiando. Hubo una orden de captura para ella al igual que para Gabriela. Sin embargo, Gabriela fue a la Alcaidía de Las Lomitas y no quedó detenida finalmente. El pedido de los criollos era muy fuerte, querían eso para 14 jóvenes wichí. Eso es preocupante, porque para los distribuidores de la droga no pidieron cárcel. Hubo mucha violencia, fue desesperante», explicó el qarashe Qom. En relación a las causas del último enfrentamiento, Díaz contó: «Hay un chico que está internado en el hospital central de Formosa, que se llama Juan José Grande. Fue baleado por la policía y está muy grave. No se habla de estas cosas. Los criollos se hacen víctimas, pero los jóvenes reaccionan por el maltrato que reciben de los criollos. Se pone muy candente la situación. Eso me preocupa mucho. Como presidente del Consejo hago todo lo humanamente posible para ver qué se puede solucionar en estos problemas que son muy graves».
Es cierto, mientras dice la última oración, suena la primera musiquita de un teléfono de su lado de la comunicación que se repetirá cada uno o dos minutos por el resto de la entrevista. Todo el tiempo llaman a Félix, todo el tiempo lo convocan a hacer algo, todo el tiempo le piden ayuda en todo el país y, fundamentalmente, en la provincia ‘de Insfrán’ desde hace 22 años. «No paro en todo el día, me arden las orejas, a veces quiero apagar todo pero es imposible», se lamenta.
El camaleón Gildo
En estos años de liderazgo y pelea, Félix atravesó varias transformaciones: desarrolló una impecable capacidad de síntesis, esa que a veces cuesta tanto a los indígenas a quienes los tiempos no les juegan las malas pasadas del mundo globalizado. Tuvo que aggiornarse al lenguaje coloquial de ‘los criollos’ con los que se ve obligado a dialogar permanentemente y elaboró definiciones políticas que hoy le permiten explicar con contundencia y claridad cuáles son las dificultades específicas de los pueblos indígenas. Gildo, enemigo por elección de los pueblos originarios, está enquistado en el poder de modo tal que pareciera eterno, hacia atrás y hacia adelante: «La situación en Formosa es muy compleja. Él asumió como diputado provincial en 1983. Fue reelecto, luego vicegobernador durante ocho años y luego gobernador. Desde que entró cambió la Constitución, es el dueño de toda la provincia, maneja a la Gendarmería, a al Policía. Todo, tiene un control muy fuerte. No se lo puede tocar, su poder es grande. Si a la Provincia entra un funcionario nacional con el que él no está de acuerdo, lo corre», aseguró Félix. Sobre su inclinación política, refirió: «Comenzó siendo muy kirchnerista, apoyaba mucho a la ex presidenta. Luego fue bajando el tono. Ahora está muy enfrentado a Macri, pero se dialoga, cuando recibe recursos del Estado nacional, se calma un poco. Es un camaleón de la política argentina. Controla todos los medios de comunicación, maneja todo. Por eso le molesta muchísimo la presencia de medios nacionales en territorio formoseño porque sabe que no va a poder controlar lo que dicen los periodistas. Él habla de que los indígenas estamos manipulados, que nos financian los poderes económicos», dijo.
Muchos que se dicen progresistas cayeron sin pudor en las mismas definiciones que el gobernador feudal para desacreditar la lucha de los Qom y las demás comunidades: «Que somos gente de Lanata, de TN, de Clarín, de agencias financieras internacionales, pero nosotros no tenemos agua, no tenemos acceso a la salud, estamos sobreviviendo y él dice que somos los poderosos. A Agustín Santillán lo apuntan como distribuidor de las drogas cuando él a veces no tiene qué comer. Era maestro y después le sacaron el trabajo. Él defiende a su gente para que tenga agua, salud, da la vida por su gente y eso le molesta al gobernador», planteó.
El rol ¿institucional?
«Nosotros, como Consejo Consultivo, nos generamos un espacio como pueblos indígenas, no como aliados políticos del gobierno. Nosotros somos una especie de contralor de la política estatal hacia nuestros pueblos. El INAI es un ente de aplicación y tiene que responder el pedido de los indígenas y eso le cuesta mucho, porque no tiene la costumbre de hacerlo. Nosotros venimos denunciando, reclamando, exigiendo que estén a la par de los pueblos. El Consejo es un paso muy importante que hemos logrado», Félix no duda en sostener que ha habido un triunfo en materia de política hacia los indígenas. «El anterior presidente del INAI sólo hacía campaña a favor del gobierno de turno. Pero nosotros no somos funcionarios del gobierno, somos indígenas que queremos colaborar con la política del Estado nacional para qºue los indígenas sean beneficiarios de los recursos del Estado. Que tengamos agua, salud, vivienda, que los jóvenes puedan estudiar en las universidades, que tengan trabajo. Que en algún momento podamos tener algún indígena médico o abogado que esté al servicio de su propia gente. Esa es la búsqueda de la dignidad indígena», consideró.
La cooptación de las comunidades
«Hubo un acto de Gildo Insfrán en Ingeniero Juárez hace poco, y le preguntaron cuándo se van a construir las viviendas para las familias wichí y él dijo ‘díganle a su líder Félix Díaz que construya sus viviendas porque él tiene plata, viaja en avión por todos lados, no se queda en su casa. Yo no tengo para darles a ustedes, soy pobre, es una provincia pobre’. Cuando el indígena no está preparado para responder esto, se retrocede. Al hombre no le interesa favorecer a un indígena cuando no está alineado políticamente con el Partido Justicialista», denunció Félix. La crueldad que se pone en práctica parece de siglos atrás: «A muchos de los hermanos que hoy están en el territorio resistiendo no se les da agua, medicamentos, médicos. La gente se muere. Lo que más me duele es cuando los hermanos me comentan que Insfrán siempre les dice que ‘Félix vino a visitarlos a ustedes y ustedes lo siguen y él les dice que tienen que enfrentar a la policía, él es un asesino, un perturbador de la paz social. Si eligen a él, vayan con él’. Es una amenaza y extorsión tan grande que los hermanos no quieren plantear su necesidad por miedo al gobernador», aseguró Díaz.
El desprecio sarmientino que sigue vigente
Sobre la vida que llevan los indígenas, Félix relató su paso por la comunidad guaraní de Salta que está acampando luego de una represión hace más de dos meses: «Estuve en la zona de Los Blancos, límite entre Formosa y Salta. Hay una zona que se inundó que se llama San Patricio. Una localidad bastante grande que está aislada. El helicóptero va, viene, baja la mercadería, pero a los indígenas no se les da lo que necesitan. Un hermano contaba que tenía a un hijo enfermo que tiene 14 años. Tenía mucha fiebre y vómitos y el helicóptero no lo quiso llevar porque no había lugar», contó y detalló la odisea: «El hermano puso a sus espaldas a su hijo, nadó, fue hasta la zona de Los Blancos, subió en el colectivo, fue hasta Morillo y de ahí a Tartagal. Por suerte se salvó el chico».
«‘A nosotros nos traen mercadería vencida pero, ¿qué vamos a hacer si no tenemos nada? Tenemos que comer, no podemos tirarla porque no tenemos nada, estamos muriendo de hambre'», dice Díaz que le relatan sus hermanos y hermanas. «Les llevaron chapas de cartón, pero a la noche granizó y se destruyó todas las chapitas que les dieron. Sin embargo, Nación, cuando manda donaciones de emergencia envía chapas de zinc. Todas esas burlas que hacen los gobiernos a los indígenas son tan grandes que a veces uno no sabe que hacer para que miren al indígena como un humano, no como un ser extraño que no tiene derechos», insistió en el cierre.
Al tiempo de la publicación de esta nota, Agustín Santillán continúa preso. Aún no tiene abogado. Es centro de una persecución política. Una historia bastante parecida a la que Díaz tuvo que soportar cuando comenzó a rebelarse.