Van las cuarenta niñas en ataúdes blancos, la pena de sus madres en cajas negras. ¿Lloraba acaso el fuego mientras besaba su carne tierna? Sangre, la tierra está cansada de tanta sangre.
Con este micro relato de Leonor Bravo, escritora ecuatoriana, queremos introducir el tema de la entrevista que viene a continuación. Más de cuarenta niñas murieron en el “Hogar Seguro Virgen de la Asunción”, su solo nombre parece una ofensa.
Este terrible hecho, uno de esos que no debió haber sucedido nunca, se ubica en un contexto más amplio y tiene raíces muy profundas, raíces que tienen que ver, de partida , con los derechos de los niños, niñas y adolescentes.
Para acercarnos a ese contexto y a la raíz de esta tragedia, conversamos en el programa de radio En la Oreja Internacional, con Matilde Luna, Directora de la Red Latinoamericana de Acogimiento Familiar, RELAF.
P: La organización que tú diriges publicó un pronunciamiento de repudio ante lo ocurrido: “repudio a la acción Estatal por parte del gobierno de Guatemala” y claramente afirman que no se trata de un accidente, sino de la consecuencia de políticas públicas vulneradoras de derechos. ¿Puedes nos esta afirmación?
ML: Porque nosotros estamos seguras que es la acción del Estado la que ha derivado en este crimen masivo. Es una acción criminal del Estado que no tiene políticas de protección de la niñez sino que parece que tuviera políticas de exterminio. Ha sido una acción alevosa.
Nuestra organización ha intentado tratando de impedir que ese espacio se abra, en el año 2010 y luego, una vez que se abrió, hemos manifestado en múltiples informes y documentos, junto con UNICEF, que ese espacio y otros son completamente inadecuados para la protección de la niñez y la adolescencia.
Es una situación que se pudo haber evitado si no se hubiera privilegiado el “encierro” como forma de “proteger” a la niñez.
Ya había conciencia en el Estado de que ese hogar tenía que ser desactivado y no llegó a tiempo, fue tibio, no ha sido firme, no ha ido a fondo con la transformación de la política. Por eso estamos lamentando hoy esta tragedia.
P: “No hay niño abandonado sin familia abandonada», decía Antonio Carlos Gomes da Costa. La institucionalización de niños, niñas y adolescentes es una práctica que data de muchísimos años, siglos atrás. ¿Cuáles son las realidades a las que se supone que dicha institucionalización debería dar respuesta y por qué no lo logra?
ML: Reafirmamos lo que dice Gomes da Costa. Las políticas de Estado, por acción o por omisión no consideran las situaciones de raíz. Es decir, cómo trabajamos con las familias en situación de vulnerabilidad que son aquellas familias de las cuales los niños son apartados y son institucionalizados o encerrados.
El Estado, la sociedad en su conjunto, no logran tener estrategias preventivas y de llegada a las comunidades y familias de las cuales provienen estos niños y niñas que luego son segregados del conjunto social por problemas de maltrato, abuso, extrema pobreza. Esto es abandono del Estado y de la sociedad toda. Estos espacios no son realmente espacios de cuidado. Es indispensable revisar esta concepción, es una concepción de un Estado patriarcal y no en una sociedad toda que se organiza con el propio Estado para dar protección eficaz a los niños.
P: Millones de familias viven situaciones de vulnerabilidad y esas situaciones son causa de que los niños sean apartados por sus propias familias o por instituciones, en principio para darles “protección”. No funciona tampoco la institucionalización ¿Cuáles son entonces las alternativas que existen y que habría que potenciar?
ML: Es necesario tener programas y proyectos comunitarios de prevención capaces de evitar la separación de los niños de su familia de origen o ubicarlos en la comunidad, en el contexto próximo. Si eso no se logra, existe el recurso a las familias de acogida, que son familias que tienen que ser previamente convocadas, sensibilizadas, preparadas para cumplir su rol, evaluadas.
Estas familias pueden cumplir un rol muy importante de cuidado alternativo transitorio, hasta que se decida qué va a suceder con el niño y su familia: si va a volver porque se está trabajando con esa familia, si va a ser dado en adopción porque no hay otras opciones, etc. Se trata siempre de un cuidado temporal. Lo que hay que tener en mente es que hay que buscar solución definitiva a los problemas: si hay problemas en una familia no podemos resolverlo creando otro problema, que es la institucionalización.
Peor aun cuando los niños permanecen mucho tiempo en las instituciones, como sucede en Ecuador también. Por otra parte, es fundamental mejorar el sistema de supervisión de los hogares. No se tiene buena capacidad para supervisar los hogares.
Es indispensable trabajar en serio en el acogimiento familiar. En Ecuador, por ejemplo, existen programas e instituciones, pero es necesario fortalecerlos y dotarlos de mayores recursos.
Cuando hay un problema de familia hay que responder con más familia y no con el encierro.
P: Para terminar, volvamos a Guatemala. ¿Qué medidas emergentes es necesario exigir al gobierno de Guatemala? ¿Qué hacer para que nunca más suceda algo como lo que sucedió?
ML: Estamos trabajando en dos vías. Por un lado para lo que es el efecto de esta catástrofe. Han quedado 600 niños que estaban adentro del hogar y no se sabe qué hacer con estos niños, se los está revictimizando. Ahí tenemos un tema en el que estamos apoyando para que se les dé un cuidado apropiado.
Por otro lado, Guatemala también tiene un programa de familias de acogida que es necesario fortalecer en este momento. En esta situación, lo que tenemos que trabajar en Guatemala es conseguir más familias de acogida e insistir en el apoyo a la familia de origen y al entorno familiar de origen.
En este momento hay un caos. Hubo niños que después de la catástrofe fueron retirados y nadie vio con quiénes, a dónde regresaron y si es un lugar seguro.
El norte es la construcción de respuestas sostenidas en el tiempo, comenzando por las respuestas de prevención y evitar toda revictimización de los niños y niñas. El gobierno de Guatemala continúa equivocándose en las respuestas y es necesario rectificar.