Se cumplen hoy cuarentaiún años del golpe militar en Argentina. Por eso marchamos.
Marchamos junto a los 30 mil detenidos desaparecidos en la dictadura, presentes en nuestra memoria histórica como símbolo viviente de una lucha que se reaviva con cada violación al destino humano.
Marchamos contra el terrorismo de Estado, contra el genocidio, contra la cultura de la muerte.
Marchamos con los cientos de miles de seres humanos asesinados por las mismas botas, los mismos uniformes, la misma violencia desatada por el Águila tenebrosa del Norte.
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Por eso, hoy también marchamos por las 40 niñas vejadas e inmoladas de Guatemala, por Berta Cáceres, por las lideresas y líderes asesinados por los sicarios de los terratenientes en Colombia.
Marchamos por la aparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y junto al pueblo mexicano, para mostrar el rostro altivo como hace cien años y mirando al Sur, encontrarse en abrazo fraterno con sus hermanos latinoamericanos.
Marchamos junto a nuestros migrantes, acosados por el despojo, la guerra, la miseria y la violencia en sus tierras de origen y abusados por su condición en las tierras de destino.
Marchamos junto a los campesinos del Paraguay en reclamo de la negada Reforma Agraria, contra el agronegocio, el latifundio y la explotación insensible de los recursos materiales en beneficio de unos pocos.
Marchamos con millones de chilenos por el fin del sistema de pensiones privadas, que expolia a los trabajadores y anula la posibilidad de un futuro con jubilaciones dignas.
Marchamos junto a los hermanos peruanos que sufren las consecuencias de un nuevo desastre natural. Marchamos junto al pueblo brasilero, hoy amenazado con volver al hambre y la miseria por las enmiendas constitucionales que impulsa un gobierno ilegítimo.
Marchamos junto a los docentes y a los trabajadores de Argentina, presionados y extorsionados por el gobierno neoliberal de Macri para que resignen salarios y mejores condiciones de vida.
Marchamos junto a las mujeres de todo el planeta para corregir la milenaria negación sufrida.
Marchamos contra la persecución política que hoy, como ayer, sufren personalidades políticas como Cristina Fernández y Lula, por encarnar la posibilidad de transformaciones en las condiciones de vida para las mayorías.
Por lo mismo, marchamos por la libertad de Milagro Sala y de sus compañeros de la organización social Tupac Amaru, encarcelados ilegalmente por constituir referencias de autoorganización y resistencia a la exclusión y la discriminación.
Marchamos también en apoyo al gobierno bolivariano de Venezuela, atacado hoy como siempre lo fue Cuba, por ser un ejemplo de dignidad, de equidad social y de colaboración con otras naciones.
Marchamos contra la manipulación que ejercen los medios de comunicación monopólicos, aliados cómplices de los grandes poderes económicos, que se oponen a la democracia y a las necesidades de las grandes mayorías.
En este momento importante, marchamos inequívocamente junto al candidato presidencial de la Revolución Ciudadana, para que Ecuador no sea sometido nuevamente a la crueldad neoliberal de los banqueros. Para que la integración Latinoamericana recobre empuje y no se vea dividida por los intereses mezquinos comandados desde el Norte.
Marchamos por una Latinoamérica unida, solidaria y soberana.
Por un mundo sin muros ni fronteras.
Marchamos por un ser humano libre de dolor y sufrimiento.
Columna en Audio para Red de Comentaristas de ALER y Regional y Popular (Radio La Ranchada)