La buena noticia es que el presidente Donald Trump dio inicio al Mes de Historia Afroestadounidense con una referencia al conocido abolicionista Frederick Douglass. La mala es que no parece darse cuenta de que Douglass está muerto. “Frederick Douglass es un ejemplo de alguien que ha hecho un gran trabajo y es reconocido cada vez más, me parece”, dijo Donald Trump en el Debate en el Mes de la Historia Afroestadounidense celebrado en la Casa Blanca. No queda claro si se trató de un error o si fue un verdadero acto de ignorancia acerca de quién fue Frederick Douglass o, tal vez, uno de los tristemente célebres “hechos alternativos” de Trump. Lo que sí está claro es que el espíritu de resistencia por el que se recuerda a Frederick Douglass está intacto y en franca oposición al gobierno de Trump.
Frederick Douglass nació en 1817 o 1818. Como señala en su exitosa autobiografía publicada en 1845, Vida de un esclavo americano, escrita por él mismo, Douglass no estaba seguro del año de su nacimiento, ya que “en gran medida la inmensa mayoría de los esclavos saben tan poco de su edad como los caballos de la suya y, por lo que sé, es deseo de la mayoría de los amos mantener a sus esclavos en esa ignorancia”. Pese a esta duda, la vida de Frederick Douglass está bien documentada: se sabe de la violencia que sufrió cuando era esclavo, de su valiente resistencia, de su huida rumbo al norte y de su trabajo como orador y líder abolicionista. Falleció el 20 de febrero de 1895 a los 77 años de edad.
Las protestas contra Donald Trump han ido aumentando desde que asumió el cargo presidencial. Cerca del lugar de la ceremonia de asunción, decenas de personas fueron arrestadas. Un grupo de activistas del movimiento Black Lives Matter (Las vidas afroestadounidenses importan) logró bloquear un control de seguridad de la ceremonia. Al día siguiente, uno de los primeros actos públicos del presidente Trump fue denunciar el hecho indiscutible de que la concurrencia a su ceremonia de asunción había sido mucho menor a la de Barack Obama en 2009. Ese mismo día más tarde, el ego de Trump fue herido más aún cuando la concurrencia a la histórica Marcha de las Mujeres en Washington fue por lo menos tres veces superior a la de su ceremonia de asunción el día anterior. Paralelamente, hubo más de 600 marchas de solidaridad en todo el mundo, con una participación multitudinaria que asombró a los propios organizadores de las marchas en todas partes.
Durante la primera semana de Trump en el cargo continuaron las protestas: se interrumpieron las audiencias que se están llevando a cabo para la confirmación de sus polémicos candidatos a cubrir cargos en el gabinete y se realizaron movilizaciones de emergencia contra una ola de órdenes ejecutivas y memorandos destinada a reactivar y acelerar la construcción de los oleoductos Keystone XL y Dakota Access.
El viernes Trump emitió la orden ejecutiva titulada Protección de Estados Unidos contra el ingreso de terroristas extranjeros, popularmente conocida como la “prohibición musulmana” de Trump. La orden prohíbe el ingreso a Estados Unidos de cualquier refugiado y toda otra persona procedente de siete países con mayoría musulmana: Irán, Irak, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen. Los agentes de aduanas comenzaron con las detenciones en los aeropuertos casi inmediatamente y con ello desataron manifestaciones en los aeropuertos de todo el país. El sábado por la noche Ann Donnelly, jueza del Distrito Federal de Brooklyn, emitió una suspensión contra la orden ejecutiva a nivel nacional. Poco después, los jueces federales de California, Massachusetts, Virginia y Washington imitaron el fallo.
El lunes por la noche ocurrió algo sorprendente: la fiscal general de Estados Unidos, Sally Yates, instruyó a los fiscales del Departamento de Justicia no defender la orden ejecutiva en los tribunales. Trump la despidió en cuestión de horas. Era la primera vez que un presidente despedía al fiscal general de los Estados Unidos desde que lo hiciera Richard Nixon en medio del escándalo de Watergate. En una protesta histórica, más de mil funcionarios del Departamento de Estado firmaron un cable de desacuerdo, en el que expresan su oposición a la orden. Las actuales protestas y la cantidad de demandas judiciales obligaron al gobierno de Trump a dar marcha atrás y especificar que las personas que ya tienen residencia permanente quedan exentas.
La resistencia generalizada a Trump y sus políticas también llegó al Congreso. Los senadores demócratas boicotearon votaciones clave de varios de los candidatos de Trump para el gabinete y lograron retrasar la aprobación en comisiones del: candidato a Secretario de Salud y Servicios Humanos y actual congresista de Georgia, Tom Price; candidato a Secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, y del candidato a administrador de la Agencia de Protección Ambiental, Scott Pruitt. Incluso, dos senadoras republicanas, Lisa Murkowski de Alaska y Susan Collins de Maine anunciaron que votarán en contra de la candidata de Trump para el Departamento de Educación, Betsy DeVos, activista multimillonaria a favor de la privatización de las escuelas, decisión que amenaza su confirmación en un Senado muy dividido.
A pesar de la confusión presidencial, Frederick Douglass está muerto. Sin embargo, sigue inspirando a personas de todo el mundo. Douglass estuvo al frente de la resistencia a la opresión como pionero en la organización de distintos grupos sociales: luchó contra la esclavitud y también abogó por los derechos de las mujeres y por las luchas de liberación fuera de Estados Unidos. “Sin lucha, no hay progreso”, dijo Douglass en 1857 y agregó: “El poder no concede nada si no se le exige. Nunca lo hizo y nunca lo hará”.