Preservar las identidades y diversidades culturales es favorecer el sostén de las personas en el lugar donde viven, su aldea, su región o su país. Esto significa asimismo, hacer retroceder la uniformización, que es una de las consecuencias nefastas impuestas por la mundialización. La industria de la moda, convertida en algo extremadamente contaminante[1]con el fin de satisfacer una carrera de consumo exorbitante, sabe en ciertos casos utilizar los recursos naturales y los saberes artesanales para proteger al planeta y sus habitantes. Un emprendimiento en esas dos direcciones se concreta en la investigación, la detección y la protección en 24 países del mundo de 36 textiles naturales, preciosos y únicos a la vez.

 El objetivo de ForWeavers es la preservación del patrimonio cultural inmaterial. Según la definición de la Unesco[2], comprende “las tradiciones o las expresiones vivas heredades de nuestros ancestros y transmitidas a nuestros descendientes, como las tradiciones orales, las artes del espectáculo, las prácticas sociales, los rituales y los eventos festivos, los conocimientos y las prácticas que hacen a la naturaleza y el universo o los conocimientos y técnicas concretas necesarios al artesanado tradicional” . La preservación de los textiles raros cabe en esta definición. En Francia, por ejemplo, las tapicerías de Aubusson y los encajes de Alençon fueron clasificadas por la Unesco, respectivamente en 2009 y en 2010.

 Nos encontramos con Ali Rakib, quien forma parte del origen de este proyecto un tanto alocado y que desde hace 5 años recorre el mundo para identificar estos textiles y quienes los confeccionan con la finalidad de proponerlos a la alta costura internacional. Es así que hemos aprendido que a veces hay que saber seguir su destino y que la tejeduría a telar es también un acto espiritual.

Pressenza: ¿Cuáles son los orígenes de ForWeavers?

Ali Rakib: En la Edad Media, existían los gremios[3] d e diferentes oficios que se ocupaban de reagrupar a los herreros, los costureros, etc… ForWeavers puede considerarse como una versión moderna de gremio internacional de los tejedores de telar. Esta plataforma, que propone la venta de telas de excepción, le permite al tejedor que quizás se encuentre en la profundidad de la selva de Sumatra, consagrarse solo a su arte y a su conocimiento único, la tejeduría. El desafío es encontrar las bocas de expendio para estas telas en los modistos de moda que están en la búsqueda de materiales puros como alternativa a los textiles artificiales y sintéticos. Una seda cuya unicidad es verdadera, cuya textura y sonido son nuevos, emociona a estos creadores siempre atentos a lo auténtico. ForWeavers se convierte en el lazo que une a los tejedores más aislados del mundo con los creadores más inspirados de Francia o de otros lugares.

P: ¿De dónde partió este proyecto y qué lo motivó?

A.R: De niño, cuando estaba en vacaciones de verano en casa de mi familia berebere del sur de Marruecos, me di cuenta de que las generaciones más jóvenes se iban de las aldeas para trabajar en la ciudad y que no regresaban. Además, tenían una mirada muy negativa de su propia cultura, consideraban que moler el trigo o tejer a telar manual era arcaico. La camiseta a la moda o la “high-tech” tenían, al contrario, la fuerza de atracción de lo novedoso y de una vida más fácil. El riesgo de que desapareciera toda una cultura rica en canto, con conocimientos únicos, dialectos, danzas, recetas de cocina y rituales me entristecía profundamente. Rápidamente tuve conciencia de que esto sucedía en todos los países del mundo. Para mí, estas identidades y diversidades culturales hacen la diferencia entre un ser humano y un robot, y merecen mantenerse.

Pensé que era posible detener este éxodo rural movido por necesidades económicas, buscando cómo sustentar el trabajo en las aldeas.

Primero estudié el mercado del té, pero resultó complicado y además no involucraba a todos los países. Entonces elegí el textil que es tan antiguo como el anterior y sobre todo común a todos los seres humanos.

Para conservar los saberes referidos a la tejeduría, es necesario preservar a las poblaciones. ForWeavers permite que los ejecutantes se queden en sus aldeas y respondan a los pedidos que les son transmitidos. Tejen y tiñen de manera natural con vegetales. De estas materias puras, con estas técnicas sabiamente y largamente ejercidas, surgen telas impresionantes, ansiadas por un mercado exigente. Conscientes de la necesidad de continuidad de este modo de vida, los más ancianos prolongan el acto de tejer cuando transmiten sus técnicas a los más jóvenes, favoreciendo de esta manera la comunicación entre generaciones. Pero el legado también abarca, más sutilmente, las historias que narran los dibujos tejidos.

P: ¿Cómo se sitúa ForWeavers con respecto a los 3 pilares de desarrollo sustentable[4]?

A.R: Para comenzar la aventura y a fin de protegerlos, deseo que todos nuestros socios tejedores sean autónomos, lo que significa que vendan su producción textil a otros clientes. Por supuesto que estamos atentos a que puedan pagar la escuela de sus hijos y que tengan acceso a atención médica. A la larga, podrán elegir entre ser asalariados de la cooperativa ForWeavers la que a su vez se convertirá en productora. Nuestro objetivo no es obtener ganancias indecentes.

Cuando se trata de mujeres jóvenes que no pudieron ir a la escuela, distinto a los varones, aprender a tejer a telar es una forma de educación informal, ya que aprenden a contar (el metraje de los hilos) a leer, a crear. Podrán ser autónomas con el tiempo en un contexto social que las mantiene dependientes de sus maridos o de su familia.

La dimensión ecológica se ilustra con un ejemplo simple: los árboles frutales como el banano, el loto, la papaya y el ananá dan frutos que comemos, pero sus hojas o sus troncos dan fibras que podemos transformar en hilos para tejerlos. Esto evita que el tronco se pudra y atraiga mosquitos portadores de enfermedades.

China, en la provincia de Yunnan, una mujer en su campo a contraluz.

P: ¿Cómo llegas a estos tejedores que pueden estar en regiones lejanas?

A.R: Viajo desde hace mucho para reconectarme con la naturaleza y así he tenido la ocasión de descubrir a los tejedores. Siempre empiezo charlando con los taxistas que conocen al dedillo su región, su cultura y muchas veces a alguien que fabrica telas. Como consumía mucho tiempo, establecí un mapa basado en los centros de recursos de la Unesco, de las Naciones Unidas y de las ONG cuyos empleados conocen el terreno y se transforman en puntos de relevo. En Nepal, por ejemplo, trabajé para Handicap International. Algunos colegas tenían una presencia de 20 años en el país, lo conocían de memoria, hablaban 3 o 4 dialectos diferentes y por supuesto, la población ya los conocía a ellos. De hecho, obtuve buenos consejos para mi abastecimiento.

P: ¿Cómo llegas a comprender los códigos de otras culturas y a establecer una confianza entre ustedes?

A.R: A lo largo de mis viajes siempre tuve la costumbre de sumergirme en la cultura local para descubrirla. A menudo es beneficioso observar y tratar de comprender, incluso, en regla general los pobladores son muy tolerantes con los viajeros. Conviene estar atento y saber respetar los rincones que pertenecen a los espíritus, como por ejemplo en Dogon, una aldea. Poner los pies allí significa perjudicarlos. Los guías son muy importantes porque te pueden explicar muchas cosas. Cuando encuentro una tela, trato de saber siempre qué función cumple en la sociedad. Ciertas telas están verdaderamente ligadas a la historia de la aldea. Proponerlas para la venta me parece inadecuado porque son artefactos arqueológicos que podrían tener su lugar en un museo. Además, me pareció reconocer en los ojos de los ancianos que es una suerte de sacrilegio. Por eso prefiero rechazarlas.

A la inversa, también me ha tocado ser rechazado. En la Amazonía brasilera, me topé con un algodón natural de color naranja con una fibra extremadamente larga que permite desarrollar una tela de gran finura. En ese caso, la aldea estimó que vivía sin necesidades de asistencia económica. Y a pesar de mi decepción por no obtener la tela, me puso contento que tuvieran la posibilidad de decirlo. Otras veces, en ciertas culturas matriarcales no tuve acceso a la tejeduría porque estaba controlado por las mujeres. A los hombres no les está permitido el acceso, hay que aceptarlo.

P: Las distintas técnicas de hilar y tejer, ¿son idénticas?

A.R: Volvamos a las fuentes y hablemos de técnicas. Muchos intercambios de mercadería tuvieron lugar en la muy antigua ruta de la seda[5] y eso favoreció los mallados. Históricamente, había semejanzas regionales en la dirección de la torsión del hilo. Los occidentales tenían la costumbre de torcer el hilo de izquierda a derecha en forma de S. A partir del siglo XV en Italia se ven telas con mezclas de hilos torcidos en uno u otro sentido. Los conocimientos se fueron cruzando y mezclando. También se destaca una relación entre la escritura y la tejeduría. La escritura asiática es vertical, va de arriba hacia abajo y la escritura mesopotámica es horizontal, de izquierda a derecha o de derecha a izquierda. La tejeduría siguió el mismo camino, es vertical en Asia y horizontal en la medialuna fértil. Esta teoría no es unánime pero parece bastante sólida.

 P: ¿Qué cuenta de ti esta aventura?

A.R: Al observar a mis abuelos inquietos por el porvenir del patrimonio familiar y la probable pérdida de la lengua berebere, tomé conciencia de que había que producir un cambio. Luego, recorrer el mundo, a veces en condiciones extremas, me abrió los ojos y ahora pienso mirar al ser humano con un ojo de antropólogo, más comprensivo. Mi madre era bordadora en Marruecos, después en Francia, y mi abuelo era buscador de agua y de oro. Podemos decir que sus historias se perpetúan a través de mi propia búsqueda de pepitas, mis deseos de explorar, mi pasión por los encuentros y los conocimientos únicos. Hoy, después de haber ejercido diversos oficios, tengo la sensación de haber encontrado mi vocación y mi plan. Siento que estoy hecho para esto y estoy muy contento de vivirlo.

P: ¿En qué modificó tu visión del mundo y del ser humano?

A.R: ¡Es todo lo que acabo de contar lo que me cambió la visión del mundo! A lo largo de mis periplos, compartí pedazos de vida con muchas personas y encontré otras formas de felicidad, de reflexión y de inteligencia. Mi actitud científica y antropológica me enseñó a poner una mirada sin odio en el mundo.

P: ¿Qué pudiste notar acerca de la dimensión espiritual del telar?

A.R: Los tejedores me hablaron de eso, pero ese tema queda en la intimidad y en lo cultural. Lo que la espiritualidad significa para un chamán del Amazonas pude ser muy diferente de nuestra definición. Las bordadoras shipibo en la Amazonía o tejeduría de ortigas (ramio) en Corea las hacen según motivos chamánicos. Una tejedora francesa (Maïté Tanguy), con quien comparto mis descubrimientos sobre nuevas telas, sabe leer en ellas tocándolas. Un día, posó sobre su mejilla una tela cruda de ortigas japonesa y me dice que en ese punto específico de la tela la tejedora tuvo mucho sufrimiento, después, en una parte más lejos de la tela, otra la relevó, luego una tercera, luego volvió la primera con otro estado de ánimo.

En India, para preservar y transmitir las técnicas de telar se hace por el canto. El taller entero canta al unísono. Una palabra significa un nudo, otra indica un cruzamiento del hilo o un cambio de color. En mi opinión, es casi científico. Pero sé que el telar es una forma de meditación igual que como yo lo siento con el dibujo.

[1] Nota del autor: tratamiento químico de las telas, tinturas, curtido del cuero, materias primas químicas, transporte de los productos, contaminación del agua, sobreproducción con problemas de reciclaje de los desechos.

[2] UNESCO significa United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura ). La‘UNESCO es un organismo de las Naciones Unidas. Su misión es ayudar a construir la paz, ayudar contra la pobreza y promover el desarrollo sustentable y el diálogo intercultural.

[3] En la Edad Media, el gremio o guilda es la asociación que agrupa a comerciantes que ejercen una profesión común. Fuente: diccionario Larousse

[4] El Informe Brundtland en 1987 definió el desarrollo sustentable como “un desarrollo que responde a las necesidades del presente sin comprometer la posibilidad de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades”. Fuente : www.developpement-durable.gouv.fr

El desarrollo sustentable debe ser a la vez eficaz económicamente, socialmente equitable y ecológicamente tolerable. Lo social debe ser un objetivo, la economía un medio y el medio ambiente una condición.

[5] Históricamente, se considera que la Ruta de la Seda fue abierta por el general chino Zhang Qian en el siglo II a.C.; el emperador había enviado a sellar una alianza con las tribus situadas al oeste del desierto de Taklamakan. La Ruta de la Seda era una red de rutas comerciales entre Asia y Europa que iba de Chang’an (actual Xi’an) en China hasta Antioquía en Siria. Debe su nombre a la mercadería más preciosa que por allí transitaba: la seda, cuyo secreto de fabricación solo conocían los chinos. Fuente: http://www.edelo.net/routedelasoie/route_soie.htm.