Thierry Deronne –Hace tiempo te casaste aquí en Venezuela, nuestro país. ¿Puedes hablarnos de esa vida en común? ¿Cambió tu visión del ser humano?
Andrés Bansart – Después del Golpe de Estado en Chile y la muerte de Allende, me instalé en Venezuela. El país tenía fama de ser un bastión de la democracia en América Latina. Por supuesto, comparado con la mayoría de los países que habían sucumbido a dictaduras de las más feroces, Venezuela parecía un ejemplo de democracia. Le respondí a un amigo, que Suecia lo había acogido y que me había escrito que estaba bien pero que se sentía como en una jaula de oro, que yo en cambio creí llegar a un país democrático pero en realidad no era así. Efectivamente el Pacto de Punto Fijo de 1958 había fijado reglas de juego que no tenían nada de democráticas y le permitía a una cierta clase social controlar, el país que vendía a los Estados Unidos y a las multinacionales, con dos partidos. Este sistema político perduró 40 años. En cuanto a mi visión del ser humano, no cambió mucho. Me encariñé con este país hasta el punto de obtener la nacionalidad venezolana y vivir como míos los acontecimientos positivos y negativos del país donde, finalmente, he pasado la mayor parte de mi vida. Si mi visión del ser humano no ha cambiado, el de la sociedad en todo caso evolucionó. Estoy muy agradecido por todo lo que he podido vivir en Venezuela. Conocí una época y luego pude vivir los acontecimientos y los cambios que sucedieron en 1989, 1992, 1998 y que siguen casi 20 años después.
T.D. – La globalización como hecho cultural, la urbanización que desplaza poco a poco a la agricultura se resienten en Venezuela como en todos los países. Se aprecia, en particular, en una juventud bien diferente de la de hace 10 años. ¿Crees que la herencia muy palpable del chavismo, como la soberanía o el ecosocialismo, tiene chances de perdurar?
B.– Tal vez sea necesario recordar que Venezuela es un país extremadamente rico castigado por una extrema pobreza. Es el resultado del colonialismo y posteriormente del imperialismo, de las acciones de ciertas clases sociales a lo largo de su historia, desde el siglo XVI. Después del robo de las perlas de Cubagua, fueron las plantaciones de café, de cacao y de azúcar para los compradores poderosos de los países ricos, las haciendas y los esclavos. Luego apareció el petróleo y los campos mineros con ingenieros por lo general extranjeros y las viviendas precarias de los obreros, los desplazamientos de las poblaciones, los cinturones de miseria alrededor de las ciudades, los barrios ricos de las ciudades, los puertos por donde salían las riquezas del país y entraban los productos que compraban los ricos con las ganancias del petróleo, los aeropuertos para recibir a los ingenieros extranjeros y llevar a los ricos que querían irse de turistas o a llevarse los bolsillos llenos de dinero a otra parte. Decenios con ganancias para unos y miseria para otros. Después sucedió lo de 1989: los pobres estaban hartos. ¿Cuántas personas fueron muertas? Posteriormente vino 1992: el intento de golpe fracasó, pero un tal Hugo Chávez dijo: “¡Por ahora!” Y entonces hubo puntos de suspensión para la esperanza de la gente… Luego vino 1998, 1999, Chávez presidente, una nueva Constitución, una nueva República, las misiones, una cierta solidaridad, no más limosnas pero sí derechos. Los precios del petróleo cayeron y los antiguos patrones del país quisieron aprovechar la caída para recuperar las ventajas de antaño. La situación cambió. Ya no era tan fácil. La gente conoce sus derechos. El pueblo es soberano. La herencia está allí. Enfrentamos tiempos duros pero la desesperanza no está permitida. Con respecto al ecosocialismo, algunas comunidades de base lo piensan y empiezan a practicarlo. Hará falta mucho tiempo para que verdaderamente se expanda. Los jóvenes tienen la responsabilidad del futuro.
D.– ¿Se puede entender a Venezuela? ¿y quiénes deberían entenderlo?
B.– Pueden entenderlo quienes estén dispuestos. Pero para verdaderamente comprender un fenómeno, hay que conocer sus antecedentes. Los grandes medios nacionales y extranjeros pertenecen a quienes tienen mucho para manipular la información y distorsionar los hechos. Aquí vemos cual es nuestro esfuerzo, el tuyo, el mío, el de los compañeros de Venezuela inclusive y de los que viven en otros países. En “Comprendre le Venezuela” [Entender a Venezuela] (Paris, Le Temps des Cerises, 2016), intento explicar nuestros problemas, nuestras dificultades, por qué nació un personaje como Chávez, cuál fue su rol, cómo reaccionó el pueblo, cómo el pueblo sigue buscando un camino, sigue construyendo una sociedad nueva.
D.– ¿Existe en Francia una información sobre nosotros que no sea proyección de posiciones internas?
A. – En Francia como en otros lados, ciertos medios brindan informaciones que permiten comprender la evolución de Venezuela. Hay que agradecérselos. Pero la gente en general se hace una idea basada en lo que conoce y, como acabo de decir, a lo que recibe como material para entender al país (a menudo ese material hace que la gente entienda mal). Además, efectivamente hay un sistema de proyecciones. Pero es en ambas direcciones. Es así como en las elecciones francesas de 2012, durante una entrevista en TeleSur, expliqué que el partido socialista francés no tenía nada que ver con el PSUV; la palabra “socialista” se presta a confusión. Siempre se intenta comprender a partir de la propia experiencia y entonces se suelen falsear las explicaciones brindadas.
D.– ¿El europeo podrá algún día adoptar esta humildad hacia los africanos o los latinoamericanos, sin la cual, una verdadera izquierda sería imposible?
B.– ¡Un día de estos! ¿Cuándo? es difícil que la gente conozca la verdad de la historia. ¿Quién la escribe? ¿Con qué objetivo? ¿Cómo se enseña la historia en el colegio? ¿Cuáles son los héroes (o antihéroes) que los niños tienen que admirar? ¿Cuáles son los valores (muchas veces los anti-valores) de esos héroes? Hay diversas maneras de abordar la historia: desde la colonización, los esclavos y el neocolonialismo. Por supuesto que en los países ricos es difícil explicar la proveniencia de tales riquezas. Por lo demás, el bienestar es para los habitantes de estos países más importante que el buen vivir, concepto que casi la mayoría no entiende. Les es difícil constatar que su bienestar proviene de la rapiña, de la dominación del ser humano por otros seres humanos, de la dominación salvaje de la naturaleza, de la explotación. La mayoría de las personas no sabe o no quiere saber que esta explotación produjo un desequilibrio en la naturaleza y en las sociedades. No saben o no quieren saber que su industrialización es en parte responsable del cambio climático y ahora quisieran que todos los países hagan un esfuerzo para impedir los dramas que sin duda sufrirá la Tierra y por ende, la humanidad. Lo sabe una minoría, que entiende, que lucha. Busca los medios, como nosotros, de imaginar un ecosocialismo y comenzar a hacerlo funcionar. Pero hará falta tiempo. Las verdaderas revoluciones se hacen lentamente. Para participar, hace falta humildad, paciencia y una gran capacidad de trabajo en conjunto.
Andrés Bansart, Comprendre le Venezuela [Entender a Venezuela], Paris, ediciones Le Temps des Cerises Editeurs, 200 páginas, 15 euros, publicado el 21 de octubre de 2016.